Capítulo 37

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El camino en el taxi al hospital se me había hecho eterno. Deje que todo se me tornara borroso. Daba igual el trayecto, las calles, las personas solo quería llegar. Cuando el coche se detuvo baje de él sin mirar hacia ningún lado, como si fuera una completa sonámbula. Al entrar en la sala de espera vi a mi padre y a Scarlett sentados y esperando. En cuanto me vieron ambos se pusieron de pie. Sus rostros debelaban preocupación. Fui directo a abrazar a mi hermana.

- Ella está bien Yulia. Esta dormida por los efectos de los calmantes. - Dijo Scarlett calmadamente pero necesitaba verla, sería la única manera en que me podría tranquilizar si volvía a escuchar su voz, aunque fuera solo para regañarme. Mi padre se acercó, me abrazó y apreté mi rostro contra su pecho derrumbándome.

- Tranquilízate Yulia. Ven aquí. - Añadió. Era la primera vez que mi padre me daba un abrazo sentido, desee que siempre hubiera sido así y no por la situación por la que estábamos pasando. Ojalá lo hubiera hecho antes, con más frecuencia. Dejo un beso tierno en mi cabeza y me guio hasta una silla sentándose junto a mí.

- Hola Sr. Alexandre. - Yigit estaba allí al pie del cañón y no lo olvidaría. - Cualquier cosa que pueda hacer para ayudarles, solo tienen que pedirlo. - Agregó. Mi padre levantó su mirada cansada hacia él.

- Gracias muchacho. La verdad que ha sido una gran sorpresa. No sabemos cómo fue a suceder algo así. Nunca antes habíamos pasado por algo parecido. - Dijo consternado.

- Hoy en día las cosas han cambiado para mal señor, pero ha sido una desgracia con suerte. - Añadió mientras ponía sus manos en los bolsillos de su chaqueta.

- La policía está investigando, pero me han dicho que será difícil dar con los responsables. - Hizo una pausa. - El sistema de vigilancia no es bueno, lo han desinstalado sin mayores esfuerzos. Han interrogado a los vecinos, pero no han visto nada sospechoso y Kate ha llegado justo en ese momento y ante la sorpresa de ser descubiertos la han atacado, bueno lo demás ya lo sabemos. - Yigit asintió mientras que en ese momento salío un doctor por unas de las puertas laterales.

- ¿Familiares de la señora Katherine Müller? - Llamó en voz alta y sentí un zumbido en mis oídos, caminé despacio mientras el aire parecía haberse ido por completo del lugar.

- Soy su esposo. Dígame doctor. - Aseguró mi padre con tono nervioso, se veía un poco alterado.

- Le hemos quitado la bala que únicamente ha rozado su brazo y se encuentra fuera de peligro, le ha subido un poco su presión, pero quedará en observación hasta mañana. La señora acaba de despertar y ya pueden pasar a verla. - Informó y largué el aire que había estado conteniendo involuntariamente.

- Prefecto doctor muchas gracias. - El doctor asintió y se retiró junto a un par de enfermera.

Me dirigí directo hacia su habitación. El miedo que sentí al abrí la puerta y verla allí en la cama de un hospital me había paralizado de tal forma que me había quedado inmóvil y sin palabras. En mis veinte años jamás la había visto en una clínica. Si le hubiera pasado algo no sé qué sería de mi vida. Ella era la persona más generosa, honrada, sincera y hermosa que conocía. Todo lo que era se lo debía a esa mujer. Ella era la mitad de mi vida y sentí en lo más profundo de mi ser que si le sucedía algo perdería esa parte de mi por completo. Ella vio ese miedo en mis ojos.

- ¿Tienes miedo hija? - Musitó y me largué a llorar sin poder controlarme. Había reprimido mis lágrimas hasta que por fin la había vuelto a ver.

- Si mucho. De que te hubiera sucedido algo. - Dije en medio de un sollozo.

- Estoy bien cielo. No me duele nada. - Sabía que decía aquello únicamente para tranquilizarme. Me acerqué tambaleando y me largue a sus brazos para sentirme completa, agradeciéndole a la vida que estaba allí, con vida y conmigo.

Yulia Primera Parte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora