Prólogo.

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Prólogo; Sus ojos dijeron que me amaban.

Ruggero P.

Muchas veces escuché decir que los hombres no nos enamoramos...

He perdido la cuenta de las veces que intenté demostrar que yo era una de las tantas excepciones de aquellas frases... He perdido la cuenta de las veces que perdí más que mi orgullo intentando recuperarla.

A mí primer y único amor.

¿Lo más irónico? Siempre le di todo de mí. Vacié mi vida entera para llenar la suya.

Y nunca fuimos nada...

Pero, todavía no he podido olvidarla. No he podido sacarla de mi mente y de mi corazón. No me creo capaz de enamorarme de alguien que no sea ella.

Toda mi niñez, adolescencia y parte del comienzo de mi adultez estuve aferrado a la idea de cambiar sus pensamientos, de formar parte de sus sueños. Aunque poco a poco desistí.

Poco a poco admití que ella había cambiado mi vida, y como recompensa, yo cambiaría la suya.

Sacrifiqué mi amor a cambio de verla cumplir sus sueños. Y por supuesto que ahora estoy orgulloso de verla llegar lejos.

Tanto como sea posible.

Hay tanta historia, tantas cosas que contar y tantas cosas que decir, pero, ya habrá tiempo para eso. Ahora solamente quiero prepararme mental y emocionalmente para decir lo que he practicado toda la noche.

Y es que tengo algo claro.

Ambos hemos alcanzado todos nuestros sueños. Hicimos todo lo que quisimos y soñamos. Ahora solamente nos queda el pequeño vacío que la falta de amor ha dejado.

Y por eso quiero cambiar nuestra historia. Quiero unificar los capítulos que nos quedan.

Quiero que esa mujer hoy se convierta en mi novia. Y dentro del tiempo que ella considere necesario, quiero que sea mi esposa.

Quiero toda una vida con ella.

La quiero en mí vida...

Salgo de mi mundo de pensamientos cuando siento la suavidad de dos manos cubrir mis ojos y percibo el delirante aroma desprender de ella. Sonrío sintiendo su respiración en mi oído.

—A que no adivinas quién soy.

—Quizá no, pero creo que es la mujer más terca y fea del mundo. —juego con ella.

—Hey, eso me ofende.

Aleja sus manos, en cuestión de segundos la tengo sentada a mi lado y me río.

—Hola, Ruggerito bonito.

—Hola, Camila. —respondo perdiéndome en su mirada.— Tardaste.

—Si, es que estaba asimilando todo lo que ha estado pasando en mi vida últimamente y terminé perdida en mis pensamientos. —se encoje de hombros.— Y como hablamos por llamada, no recordaba cuál era nuestro punto de encuentro y terminé yéndote a buscar a casa de tus papás después de no encontrarte en la tuya.

—No sé por qué no me sorprende de ti.

—¡Que tengo la cabeza en otro lado! —se ríe llevándose las manos al rostro.— Estoy emocionada, necesito decirte esto.

—Suena a que es una gran noticia. —ladeo la cabeza. Asiente.

—Más que noticia, es una confesión. —juega a tronar sus dedos.— Y estoy lista para que seas la primera persona en saberlo. Después de todo, eres mi mejor amigo.

Miente Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora