XLVII

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Capítulo Cuarenta y Siete; No duele como antes.

Karol S.

Llega un momento de la vida de las personas en el que tienes que decidir.

Ya no por ellos, ya no por las personas que amas, tu familia, tus amigos, tus mascotas... Tu ex.

No, no tienes que decidir por nadie. Solo por ti.

Y aquí estoy.

A punto de hacer eso.

O bueno, intento evitarlo.

En realidad solo estoy apoyada en el barandal escuchando lo que me dice. Cómo que volverá mañana por ejemplo.

Fue a arreglar todo para su traslado a Florencia dentro de poco. Por eso no me pudo acompañar hoy.

Pero bueno, ahora solo sé que...

—¿A dónde vas?

—¿Perdón?

—No, no a ti, Pablo. Espera un momento. —alejo el teléfono de mi oído y silencio el  micrófono mientras camino hacia la sala.

Ruggero se detiene a mirarme.

—No hemos terminado de hablar.

—Estás ocupada, otro día será. —me dice fuerte y claro. Arqueo la ceja llevándome el teléfono al oído.

—Pablo, ¿Podemos hablar después?

—Si, preciosa. Cuando llegue vamos a hablar mucho, de cosas realmente serías y que van a definir nuestra vida.

—No estoy ansiosa. —me lamento escuchando su risa.— Oye, me haría bien saber lo que haces, ¿Sabes?

—No te voy a engañar, Karol. Puedes confiar en mí.

Sintiendo un nudo en mi garganta asiento mirando el techo.

—Okey, confío en ti.

—Sé que estás con Ruggero.

—Por favor no pienses que...

—Confío en ti, Karol. —la suavidad en su voz me hace tranquilizar. Detengo a Ruggero cuando intenta irse.— Y quiero que tú también confíes en mí, ¿Si?

—Sí. —sonrío.— Si, confío mucho.

—Yo sé. —escucho su risa.— Tengo que colgar, llámame cuando te desocupes.

—Nunca, aún tengo que estudiar.

—Pues entonces, suerte, bonita.

—Suerte, Pablo.

Cuelgo la llamada y dejo el teléfono en dónde estaba antes de sentarme tirando de la mano de Ruggero para que lo haga también. Abrazo un cojín esperando que continúe.

No recuerdo en qué nos quedamos, pero, quiero escuchar todo. Así aclaro mi mente.

—¿Están saliendo? Es decir, ¿Oficialmente?

Su pregunta me hace reír.

—Eso no viene al caso, Rugge.

—Por favor dime.

—La verdad sí. —me encojo de hombros.— O sea, no pero sí.

—¿Cómo?

Me encojo de hombros y procedo a explicarle.

Pablo y yo no estamos juntos oficialmente todavía. Pero, el otro día se me escapó el mi amor y no he podido dejar de decirlo. Y bueno, respecto a nosotros...

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