XXXVIII

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Capítulo Treinta y Ocho; Tuve el mismo maldito sueño.

Ruggero P.

—¿Cuándo veré a papá?

Andrea baja corriendo para sentarse a mi lado, le miro por breves segundos sin dejar de mover mi pierna con nerviosismo. Ahora mismo, el cuándo la niña verá a su primogénito es la menor de mis preocupaciones.

Tengo preocupaciones más fuertes, como esa consulta médica a la que Camila quiso que no le acompañe. Pero, siento que algo malo pasa.

Su actitud de esta mañana me lo dijo.

Algo está mal.

—Ruggero.

Centro mi atención en la pequeña Andrea. Me sonríe acomodando su cabello.

—¿Por qué ahora duermes con mami?

Oh, bueno...

—Andrea...

—Me gustaba más cuando estabas con mi amiga la niña grande. —continúa.— ¿Algún día la veremos?

Considerando que estamos en Florencia, lejos de Roma intentando volver a comenzar, no creo que el verla sea algo que sea posible.

Además, el problema y la disputa legal entre Camila y Andrés importa más.

De Karol no hemos vuelto a saber nada. A pesar de que podría de una y mil maneras.

Su número aún no ha bloqueado el mío. Ni ha hecho ninguna de esas cosas que creí que haría al sentirse herida.

Cómo llorar, intentar verme, o qué sé yo.

De hecho, el otro día estuve viendo los estados de Valentina, Karol estaba con ellas.

Se cortó el fleco, ahora su cabello es de una tonalidad castaña más clara y según ví, va al gimnasio. Me alegro por ella.

Y realmente espero que siga sin odiarme.

¿Me odiará?

Tiene todo el derecho de odiarme si es lo que quiere.

Después de todo, hace dos meses que no sé nada de ella. Desde ese día en la casa de mis padres.

Esa jodida noche.

Estresado juego con mis manos.

—Ya quiero ver a mi papi. —se acomoda en el sillón.— Quiero vivir con él, Ruggero.

—No creo que eso sea posible, Andrea.

—¿Por qué?

—Porque eres pequeña, y tienes que estar con mamá.

—No, no me gusta. —se cruza de brazos.— Ya hice lo que me dijo, ya no quiero seguir jugando a este juego.

—¿A qué juego? —pregunto con curiosidad. Frustrada mueve sus pequeñas manos.— ¿De qué hablas, Andrea?

—Mi mami dijo que tenía que decir que papi era malo para poder estar contigo. —susurra.— Pero ya no quiero, papi no es malo. Y era más divertido cuando estábamos con Karol. ¿Dónde está ella ahora?

¿Qué mierda?

¿De qué maldito juego me está hablando? ¿Por qué justo ahora?

—Es aburrido. —bufa.— Mami no me quiere llevar al doctor con ella porque dice que no puedo decirte que no hay un bebé adentro suyo.

De inmediato lleva sus manos a su boca como impresionada por lo que ha dicho. Me mira con sus pequeños ojos llenos de miedo.

Le retiro las manos esperando que siga hablando. Pero ya no lo hace. Solo se queda callada y me mira asustada.

Miente Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora