XLIV

554 106 17
                                        

Capítulo Cuarenta y Cuatro; Por ti llegué a olvidarme de mí.

Karol S.

Hace mucho que no dormida tan cómoda como hoy. Pero, juro que siento que fue la mejor noche de mi vida.

Y claro que lo fue. Después de todo lo que pasó...

Suspiro profundo intentando despertar. Pero es que estoy muy cómoda. Además, el calor que el cuerpo a mi lado me brinda es más que suficiente para no querer nada más que dormir todo el día.

Sonrío percibiendo el olor de la colonia que tanto me gusta. Me estiro para tomar mi teléfono y apagar la alarma antes de que suene.

Hora de ir a correr.

Me siento en la cama haciendo que el brazo que me rodeaba, afloje su agarre hasta caer en la cama. Recojo mi cabello y sonrío mirando la ventana.

Son las seis en punto, estuve despierta hasta tarde pero no me importa. Nada podría cambiar mi buen humor.

—Buenos días.

Siento los suaves labios de Pablo presionarse sobre mi hombro desnudo. Sonrío cerrando los ojos.

Ahora mismo, estoy demasiado feliz.

—Buenos días. —respondo acomodándome para mirarle.— Es hora de correr y no te veo alistándote.

—Ay no.

Se deja caer en la cama, me río poniéndome de pie y tomando su camisa que es lo único que tengo a mano.

—Te perdono nada más porque estamos en mi departamento y no tienes la ropa adecuada. —musito causando su risa.— Pero mañana tendremos que ir sí o sí.

—Ya sé.

Sonrío sacando mi ropa interior del armario.

Me visto usando mi ropa interior y su camisa encima. Mi plan es ir a la cocina por algo de tomar y volver a la cama así que es lo que haré.

Salgo de la habitación caminando hacia la que usualmente usa Clara. Aunque diría que en su mayoría vivo sola porque mi amiga nunca está.

Y no me equivoco cuando al abrir la puerta veo la habitación vacía.

Termino por ir a la cocina, pero antes de que pueda entrar, la puerta de entrada es tocada. Camino hacia esta.

—¿Olvidaste tus llaves?

—Ni siquiera las tengo.

—Oh, Ruggero... —me apoyo en la puerta viéndole.— ¿Qué haces aquí?

—He venido a decirte lo que Andrés no puede. La próxima audiencia será el miércoles.

—Oh, no puedo. ¿Hay manera de cambiarla? El miércoles defiendo mi tesis. —rasco mi nuca.— Aunque no importa, hablaré con él... Por teléfono que es lo que pudo hacer en lugar de enviarte a ti.

—Ya, pero es que no sabía si tenías el mismo número.

—No lo he cambiado.

—Le bloqueaste.

—No he bloqueado a nadie, ni siquiera a ti... —confundida chasqueo los dedos.— Ruggero, estoy aquí, no dentro del departamento.

De inmediato me mira. Me cruzo de brazos.

—¿Qué te pasa?

—Nada. —carraspea.— Es que tienes el teléfono apagado.

—No, no está apagado, acabo de... ¿Qué haces aquí y tan temprano? Dime la verdad. Andrés no te envió a ti, ni siquiera se llevan bien.

Miente Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora