XVI

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Capítulo dieciséis; Lo que nadie vió.

Ruggero P.

Una en punto, cansado de intentar dormir y dar vueltas a la cama sin éxito alguno, bajo a la cocina en busca de agua. Karol tiene que tomarse las pastillas.

Me quedo parado en la entrada viendo que de nuevo Camila y su familia están aquí, almorzando. ¿No tienen casa o qué?

Suspiro profundo sonriendo con hipocresía.

—Buenas tardes.

—Buenas tardes a ti también, Ruggero. —Camila me sonríe.— ¿Te sientas?

—Gracias pero no, no tengo hambre. —camino hacia la nevera.

—¿Y Karol? ¿No va a bajar? Cómo que lleva durmiendo mucho desde ayer.

—Ya se fue.

La respuesta que papá le da a mamá me hace voltear de inmediato. ¿Cómo que ya se fue?

¿A dónde?

—¿Se fue? Que pena, no he podido hablar con ella. —Camila suspira.— ¿A dónde se nos fue tu novia, Ruggerito?

Mierda.

México. Se fue a México.

Dios, lo que me faltaba.

Anoche me regresa el anillo y hoy se va a México. ¡Carajo!

—¿Ruggero?

—Se fue a México. —responde papá por mí.— Con la familia.

—Pero ni se despidió.

—Fui a dejarla muy temprano, mujer. —insiste.— De todos modos, deberías preguntarle a tu hijo.

Todas las miradas se posan sobre mí.

Me llevo el vaso de agua a los labios.

Estoy jodido.

—¿Discutieron acaso, Ruggero?

Niego ante la pregunta de mamá.

O sea sí discutimos, pero no es un tema que deba ser hablado aquí. Y menos delante de personas que no pertenecen a la familia.

—Es que quería pasar las vacaciones con su familia. —explico.— Llevaba tiempo queriendo hacerlo. Y estaba muy bajoneada porque no podía.

—Oh, mi niña. —mamá toca su pecho.— Me alegra que se haya ido. ¿Cuándo vuelve?

Probablemente nunca.

Me encojo de hombros asegurando que no lo sé todavía, mamá asiente entendiendo y cambia de tema mientras yo salgo de la cocina caminando hacia el jardín.

Se fue...

Y sin haberlo hablado conmigo antes.

Eso quiere decir que lo que dijo ayer era en serio. Está aburrida de la relación. Piensa que es inútil. Una pérdida de tiempo.

Saco el anillo de mi bolsillo, lo he tenido en la mano toda la noche como si eso cambiase algo.

—Me pones mal, niñita tonta. —susurro sin dejar de mirar el anillo.

Aún recuerdo el día que decidí dárselo. Lo nervioso que estaba.

Lo seguro que estaba...

Trago saliva sintiendo el molesto nudo en mi garganta. No soporto esta mierda.

—Hola.

Mi mirada se posa en la mujer parada a mi lado, oculto el anillo en mi mano mientras se sienta a mi lado. Escucho su suspiro.

Miente Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora