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Capítulo Diez; ¿Puedo escarbar en el pasado antes de mí?

Ruggero P.

Verla dormir es divertido.

Creo que todo el mundo habla bien de su pareja y la describe como la diosa más linda y perfecta del planeta hasta cuándo hace la cosa más insignificante de la vida como dormir.

Yo, quiero ser la excepción y decir la verdad.

Que chistosa se ve cuando duerme.

Con sus labios entreabiertos, su cabello todo desordenado y su infaltable peluche que siempre abraza.

Sigue siendo una niña. Una niña chistosa.

Acomodo mejor las mantas cubriéndola con estas antes de ponerme de pie.

Hoy no tiene clases al ser sábado. Pero si tiene un montón de tareas que estuvo adelantando hasta muy tarde. Así que prefiero dejarle el desayuno listo e irme sin despertarla.

Apuesto cualquier cosa a que va a dormir hasta las doce del medio día. Tal vez hasta más tarde.

No pierdo tiempo en nada, de hecho solo me dedico a arreglarme para salir.

No trabaja hoy, pero, acompañaré a Valentina en una de sus tantas crisis por darle algo lindo a su casi algo. A Agustín.

No entiendo por qué siguen en esa situación tan extraña. Si se quieren, ¿Por qué no son novios y ya? Y Dios, no pueden decirme que es por miedo a que se dañe la amistad. Porque llevan años teniendo sexo sin ser nada, eso también daña la amistad.

Pero no puedo juzgar ni comparar, ellos tienen sus razones. Así como yo tuve las mías.

Termino de cortar la fruta dejándola en el plato junto a la avena, busco un poco de chocolate para la misma y preparo todo para hacer el batido de fresa con escencia de vainilla que tanto le gusta.

Tras tener todo su desayuno listo, lo dejo sobre la mesa y le escribo una nota dejándola pegada en la nevera antes de tomar mis cosas.

Salgo de casa después de asegurarme de que su desayuno está listo para que desayune sin poner excusas. A veces odia desayunar y la mayoría del tiempo se salta comidas porque sí. Se está estresando demasiado con el tema del vestido de novia.

Así que sí, he intentado tener más cuidado al momento de tocar el tema de su alimentación para no causarnos discusiones innecesarias, aunque estas parezcan difíciles de evitar por la manera en la que a veces llegamos a pelear por su irresponsabilidad a la hora de comer.

Intento que se olvide del estrés de la boda. Aún falta mucho para eso, no tiene que hacer dietas, tiene que calmarse.

Llego al centro comercial a la hora indicada por Valentina. Camino directamente a la cafetería y al ingresar veo a mis amigos esperando.

Les sonrío antes de sentarme.

—¿Karol no vendrá?

—Hola, Valentina. También me alegra verte, yo estoy muy bien, ¿y tú cómo estás?

—Lo siento. —se ríe.— Hola, Ruggero. ¿Cómo estás, amigo? ¿Karol no va a venir?

—No. —respondo finalmente.— Apuesto a que sigue durmiendo, y además tiene muchas tareas de la universidad.

—Perfecto, entonces estamos solos.

—¿Qué es eso tan importante que necesitas hacer con nosotros?

Gastón se lleva una rosquilla a la boca, le robo su batido dándole un sorbo mientras Valentina se remueve incómoda.

—No tengo amigas para hacer esto, peor creo que ambos han convivido lo suficiente conmigo como para ayudarme. —explica recogiendo su cabello. Gastón y yo la miramos confundidos.

Miente Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora