XLI

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Capítulo Cuarenta y uno; Ser la villana de tu propia historia.

Ruggero P.

Estar en Roma no ha sido del todo sencillo por diferentes factores.

Comenzando porque estar aquí me hace recordar al restaurante que por idiota vendí. ¿Fue una buena decisión? No.

¿Alguien además de Camila lo sabe? Tampoco.

Y sí, ahora mismo, todos mis buenos recuerdos se están yendo a la mierda. Ni siquiera he sido capaz de volver a casa.

Sigue siendo mía. Por fortuna.

Había venido a caminar y ahora mismo estoy en el parque viendo a los niños jugar. Gran mañana de domingo. La mejor.

Nótese el sarcasmo.

Ni siquiera he tenido el valor de llamar a mis amigos. No puedo con tanto.

¿Seguirán siendo mis amigos para empezar?

Ahora que lo recuerdo, Agustín cumple años mañana.

Echo mi cabeza hacia atrás sintiendo mi teléfono vibrar en mi bolsillo. Por milésima vez.

Que aburrido es esto.

Camila no ha dejado de llamar preguntando dónde estoy. Si, es que hay algo que no he dicho...

A Camila le dije que vendría a solucionar algunas cosas del restaurante que vendí hace poco.

En mi defensa, fue antes del drama que Andrea desató.

Bendita niña, ¿Qué le costaba hablar antes de firmar el trato en donde vendía mi restaurante?

Antes del regreso de Camila, todo estaba bien. Antes de ella, el restaurante era todo lo que tenía.

Además de Karol.

Y ahora no tengo ninguna de las dos cosas.

Retengo el aire en mis mejillas escuchando a los niños reírse mientras corren por el lugar.

Domingo en la mañana. Nadie está de buen humor un domingo en la mañana.

Propongo acabar con los domingos.

Abajo los domingos.

—¿Ruggero?

Me incorporo sonriéndole a Gastón que se quita los audífonos caminando en mi dirección. Se sienta a mi lado.

Incómodo miro mis manos.

—¿Pero qué haces aquí? Te hacíamos muy lejos. Sobre todo porque te habías esfumado. —musita cruzando sus brazos.— ¿Qué onda? ¿En dónde te habías metido?

—He estado lejos intentando rehacer mi vida. —concluyo sin dar muchos detalles.— Y ha sido complicado.

—Entiendo. —asiente.— Ha pasado mucho durante tu ausencia.

—Sí, lo he notado...

—¿Ya viste a Valentina?

—No, aún no. Pero a Karol sí.

La impresión en su rostro me hace suspirar mientras asiento. Él se acomoda pidiendo detalles.

Y aquí voy yo...

Le cuento todo lo que pasó en un solo día. Como en la mañana le ví desayunando con un “amigo” con el que nunca me presentó como lo que realmente soy o fui en su vida.

Y como esa misma noche le ví con ese mismo “amigo” frente al restaurante donde estaba cenando con Andrés. Se veían muy cariñosos.

Con mis propios ojos la pude ver bajarse del auto y caminar hacia él para abrazarle. Claramente le ví feliz con tantas atenciones de mierda.

Miente Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora