XLII

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Capítulo Cuarenta y Dos; Si no es conmigo, no es con nadie. Menos con ella.

Karol S.

Me duele la cabeza.

No he podido mantenerme quieta, mi pierna se mueve por sí sola y mi mente es un jodido caos en este momento.

¿Lo peor de todo? La audiencia acaba de empezar.

El abogado de Camila tiene la palabra, no ha dejado de dar un discurso acerca de la maternidad y no sé qué más. Pero yo... Yo estoy a punto de quedarme dormida mientras observo todo como una espectadora más.

A mi lado tengo a Valentina, detrás de nosotros están Agustín y Gastón.

Y frente a nosotros, del lado de Camila, Ruggero juega con sus manos mientras escucha todo lo que el abogado de su mujer dice.

Lo que me hace pensar...

¿Siguen juntos? ¿Ya no va a declarar en si contra y ahora la va a defender?

Alto.

¿Y quién está a cargo del restaurante?

Si, no tiene nada que ver pero me entró la curiosidad.

Lleva tres meses, casi cuatro sin estar en Roma. ¿Cerró el restaurante temporalmente?

Oh mierda. Hoy es el cumpleaños de Agus.

Tampoco tiene nada que ver.

¿Ven lo fácil que es perderse dentro de tus pensamientos cuando estás aburrida?

¿Qué estaba diciendo?

—Se le cede el turno a la parte demandante.

El sonidito del típico martillo de la maldita juez me hace saltar en mi asiento. Valentina a mi lado se ríe y puedo escuchar a Agustín contener su risa.

Todas las miradas se posan sobre nosotros y avergonzada miro a otro lado.

Mierda.

Tras un carraspeo de la jueza volvemos la atención adelante. Mi mirada encuentra la de Ruggero.

Me sigue mirando.

Arqueo una ceja inclinando mi cabeza hacia un lado mientras modulo para él un;

Púdrete, Pasquarelli.

Y ha dejado de mirarme. Sonrío mordiéndome la lengua.

—Pido permiso para llamar a nuestro primer testigo.

La abogada de Andrés, Francesca, se detiene frente a la juez. Ella asiente y la joven y bonita mujer sonríe volteando hacia nosotros, los cuatro pajaritos de la audiencia.

Dios, Karol.

Deja de pensar en cosas tontas.

Concéntrate.

—Llamo a declarar a nuestro testigo, el señor Ruggero Pasquarelli Ferrigno.

Oh...

Camila se despega del respaldar de su silla y por poco se convierte en la exorcista por la manera en la que gira la cabeza.

Auch, alguien se lesionó el cuello por lo que veo.

Ruggero se pone de pie sacando algo de su bolsillo, le entrega ese algo a Francesca y yo miro todo con curiosidad.

Esto se va a encender.

Esto se va a joder y estoy viéndolo todo en primera fila.

Carajo, invitenme a juicios más seguido.

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