Miente Para Mí

XVII

Capítulo Diecisiete; Si de los errores se aprende. ¿Por qué los repiten?

Ruggero P.

—No te creo.

—Que sí, Valentina. ¿Por qué hablas como si fuese algo completamente imposible cuando no lo es? —frustrado masajeo mi sien.— Hace más de una semana que todo se acabó y el compromiso se rompió.

—¿Pero estás imbécil, Pasquarelli? —Gastón golpea mi nuca.— ¿Y lo dices como si nada?

—Pues porque hecho está. —me encojo de hombros.— Es probable que ni siquiera vuelva así que mucho no puedo hacer.

—¡Es el amor de tu vida, Ruggero! —protesta una incrédula Valentina. Aprieto los labios.

—¿En serio le van a decir eso? —Agustín interrumpe su respuesta.— ¿No escucharon la razón de la ruptura? Este bueno para nada la hirió, porque Camila ha vuelto.

—¡¿Sigues enamorado de esa maldita perra?!

—Valentina. —la reprende Gastón.— No es la manera de qué.

—¿No es la manera? No hay alguna otra manera de llamarla. Es lo que es. —insiste Valentina.— No hay otro nombre para una mujer que hizo lo que ella hizo. Y este imbécil sale con que sigue enamorado de ella.

—No lo ha afirmado, Valentina. Tienes que calmarte.

—¿Que no lo ha afirmado, dices? —golpea mi hombro.— Entonces mírame a los ojos y dime qué no estás enamorado de Camila.

Desvío la mirada de ella y rasco mi nuca. Su suspiro se escucha y me encojo de hombros.

—Por una mierda. Lo supuse. —gruñe Agustín.— Por eso es que te importa un carajo lo que pasa con Karol. Finalmente te liberas de ella.

—Bueno, yo...

Avergonzado miro mis manos, las maldiciones de mis amigos se dejan escuchar.

Genial.

—No es que esté enamorado de Camila. —aclaro.— Además está casada y tiene una hija. Es que les dije lo que pasaba para que dejaran de preguntar por Karol.

—Y para que aceptemos la idea de que esta vez si vas a estar con Camila.

—No, carajo. No. —frustrado carraspeo.— No estoy enamorado de ella. Ya no.

—Si, claro. —Gastón se pone de pie.— Bueno, yo ya me voy. Tengo que volver al trabajo.

—Sí, yo también. —Valentina se pone de pie después de haber besado a Agustín.— ¿Nos vamos a ver en la noche?

—Hoy si, es viernes y esa película no puede pasar más tiempo sin que la veamos.

Valentina asiente y se toma su tiempo de ponerse su abrigo mientras Gastón revisa su teléfono.

—Buenas tardes, amigos.

Es notorio como todos se tensan, aprieto la mandíbula y Valentina voltea a mirarla como si hubiese visto un jodido fantasma.

O algún ente maligno que odia con su vida.

Bueno, de hecho si la odia.

—¿Y esta? —señala a Camila.— ¿De qué carajos me perdí? Ah sí, de su retorno maldito.

—Valentina... —advierto pero ella niega.

—Como sea te soporto a ti y tus estupideces, Ruggero. Pero a esta mujer... La quiero lejos de nosotros.

—Yo también me voy.

De inmediato Agustín se pone de pie y Gastón les ofrece llevarles a su destino cortando la tensión por un momento. Los tres comienzan a caminar hacia la salida. Retengo el aire en mis mejillas.