XLVI

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Capitulo Cuarenta y Seis; No es fácil aceptar que he perdido.

Karol S.

Me duele la cabeza después de haber llorado por mi futuro. Juro que me dolió más esto que haber sido burlada en mi cara por Ruggero y Camila.

Y sé que probablemente la comparación no viene al caso. Pero para mí si. Son dos momentos de mi vida que dolieron demasiado.

Pero la tesis. Eso sí que no lo voy a superar jamás.

Ruggero acaba de dar su declaración y presentó pruebas de una conversación que nadie más que la juez escuchó. Aún no he sido llamada a declarar.

Pero, lo que sea que esa conversación contenía, parece haber removido algo dentro de él. Y de Camila porque ahora mismo, ella está llorando.

Desearía haber escuchado la conversación.

¿Por qué solo la mujer con el irritante martillo la puede escuchar?

Necesito saber si fui amenazada de muerte.

Es que digo, con ella, todo se puede esperar.

—Podemos llamar al siguiente testigo.

La juez avisa quitándose los audífonos. Rasco mi frente.

¿Saben? Cómo que ya lo pensé mejor y no quiero pasar ahí a decir que me vieron la cara de estúpida.

Aún me queda tantita vergüenza.

—No, esperen.

Camila se pone de pie a pesar de las advertencias de su abogado. Todo el mundo la mira.

¿Va a sacar un arma? ¿Nos va a disparar?

¿Me voy a morir? Es obvio que sí, al menos déjenme escribir una carta de despedida para el amor de mi vida. 

Déjenme decirle que estoy considerando el irme a vivir y buscar trabajo en Florencia solo para estar con él. Digo... ¿No?

No...

—Antes de que Karol termine de joderme, quisiera decir algo.

Ruggero estira su mano tapando mi boca cuando quiero decir algo. Le miro frunciendo el ceño.

Con agresividad retiro su mano.

—Sigue defendiendo a tu maldita mujer y vas a tener un serio problema porque te voy a hundir también a ti. —le advierto entre susurro.— No. Me. Toques.

La juez accede a la petición de Camila, Ruggero hace caso omiso a mis palabras pues toma mi mano entrelazándola con la suya y sé lo que intenta. Lo ha hecho muchas veces.

Y si me atrevo a hablar, el maldito me va a apretar la mano tan fuerte que me hará gritar. Gran estrategia para callarme. Pero hoy no lo hará.

Camila para hasta el lugar que Ruggero ocupó al momento de su declaración, centra su mirada primero en Andrés, después en nosotros.

Pero contraria a la primera vez que estuve aquí, hoy no sonríe con superioridad, hoy no me mira burlona. Hoy solo se sienta y me mira en absoluto silencio mientras una lágrima rueda por su mejilla.

Bien, hora de tomar mis cosas y correr.

Se puso en modo víctima.

—Es cierto todo lo que se ha dicho sobre mí.

Oh...

Podemos esperar un poco más sin duda.

Baja la mirada, contiene un sollozo y traga saliva.

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