XXIV

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Capítulo Veinticuatro; Seductoras Adicciones.

Karol S.

Debí haber dicho que no.

Es todo lo que diré.

Llevaba más de una semana organizando la noche que le debo a mi novio, evidentemente era una sorpresa así que no le pedí que no hiciera planes. Y debido que ya perdimos el fin de semana anterior en su viaje a Amsterdam, creí que este fin de semana sería nuestro.

Creí...

Pero no, resulta que Valentina estuvo organizando un plan de amigos con Clara. A mis espaldas.

Ruggero aceptó ir.

Y ahora estamos aquí, un viernes a las nueve de la noche con Gastón conduciendo y Clara a su lado contándole sus historias de universitaria. Se ven muy entretenidos.

Valentina duerme con la cabeza apoyada en el regazo de Agustín que habla con Ruggero del breve viaje que haremos a la playa y yo mantengo mi cabeza apoyada en la ventanilla y las piernas sobre su regazo.

Dormir así será incómodo y difícil. Pero hacemos lo que podemos.

—Pasamos por Camila y su marido primero, ¿Cierto?

Gastón interrumpe la conversación de sus amigos desde adelante. Valentina abre los ojos al instante y centra su atención en ambos. Reprimo un quejido.

—¿La invitaron?

—Se invitó sola. —aclara Ruggero.— Escuchó la llamada en la tarde, y no hubo manera de hacerla desistir de la idea de venir.

—¿Y qué hacía contigo esta tarde?

Mi pregunta le hace mirarme. Se muerde el labio inferior a la vez que se encoje de hombros. Arqueo una ceja.

Me estoy comenzando a enojar.

—Pero también tenemos que pasar por Axel y Alessia.

El as bajo la manga de Valentina hace que Ruggero y yo nos miremos. Él arquea una ceja. Golpeo su estómago.

¿Está insinuando que yo le invité? Pero si ni siquiera sabía hasta ahora.

Valentina se ríe y Clara habla desde adelante.

—Así como Camila se invitó sola, Alessia lo hizo. —se encoje de hombros.— Está bastante interesada en volver a hablar con ustedes, Karol y Ruggero. ¿Algo que debamos saber?

Mi novio y yo volvemos a mirarnos. Sonreímos al compás mientras negamos.

Evidentemente ellas saben pero espero que por el bien de la amistad no hablen.

Al final, terminamos pasando por Camila en su casa. Ella ya espera afuera con su maleta lista, y con su marido e hija a su lado. Ruggero se baja dejándoles pasar primero para la parte de atrás.

Ellos se suben saludando a todo el mundo, evito mirarles mientras Ruggero se sube y busco mis audífonos en sus bolsillos. Estornudo y él me mira mientras se quita la bufanda.

La pone en mi cuello.

Evito decir algo que se me ocurre en el momento. Muerdo mi labio inferior. Confundido se ríe.

—¿Qué?

Niego y él se ríe pellizcando mi nariz.

—¿Qué? —repite y me acerco a su oído a susurrar.

—No aprietes tan fuerte que no soy responsable de lo que salga de mi boca.

—Karol, por Dios.

Su carcajada me hace sonrojar y agradecer el hecho de que sea de noche o todos verán mi aspecto.

Miente Para MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora