Desde que Jotaro Kujo despertó su habilidad Stand, su vida fue condenada por el destino a no volver a ser la misma. Primero comenzando por encaminarse a un largo viaje de cincuenta días por todo el mundo con el fin de salvar la vida de su madre, y g...
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Luego del día más vergonzoso en toda su vida, Jōtarō se encontraba saliendo de la escuela ya vestido con su uniforme escolar de siempre, incluyendo su típica gorra negra desgarrada por detrás. Él no tenía nada en mente más que llegar a casa y relajarse, puesto que no había tarea que realizar durante el resto de su día. Como se dijo anteriormente, poco le importaba lo que sucediera a su alrededor, ignorando al extraño chico de cabello plateado que estaba recargado en la entrada de la academia.
—Mi nombre es Vali —se presentó aquel chico con una sonrisa llena de confianza, presentación que no le importó en absoluto a Jōtarō. Era obvio que le hablaba a él ya que no había ninguna otra persona en la salida más que ellos dos—, soy el Hakuryūkō, Vanishing Dragon.
Jōtarō se detuvo en seco tras escuchar el título con el que se refería a él mismo.
Sin perder la calma, se giró para encararlo frente a frente ahora que sabía que era alguien peligroso y que, tarde o temprano, los dos estarían destinados a luchar.
Ambos portadores de dragones celestiales se veían al rostro, uno con una sonrisa relajada y otro con obvio disgusto. Sin contar que Vali tenía que alzar la mirada ya que la diferencia de estatura entre los dos era significativa, midiendo tan solo 168 centímetros mientras que su opuesto, medía 195 centímetros.
—Es la segunda vez que nos encontramos aquí, Welsh Dragon, Sekiryūtei, Kūjō Jōtarō. Me pregunto que pasaría si... Usara algo de magia en t... —dijo Vali apuntando con su mano hacia el pelinegro, pero no pudo terminar su oración cuando dos espadas rodearon su cuello.
Esas dos espadas se trataban de la Durandal, la cual estaba siendo blandida por Xenovia, por el otro lado, estaba Kiba usando la sacro-espada demoníaca. Ambos mantenían una mirada seria y hostil, que reflejaban sus intenciones de atacar si es que hiciera algo en contra de Kūjō o alguien relacionado a la escuela.
—Lo que sea que estés planeando, no intentes hacerlo —dijo Kiba.
—No vamos a permitir que tengas tu encuentro predestinado con el Sekiryūtei.
—Deberían dejar esto, sus manos están temblando. Me parece correcto que estén orgullosos de sus poderes, pero sean conscientes en que nivel están. Si no pudieron vencer a Kokabiel, menos podrían vencerme a mí, que soy superior a él por mucho —comentó el peliplata sin sentirse intimidado en lo más mínimo por ambos espadachines. Sin darles importancia, miró a su rival—. Dime, Kūjō Jōtarō, ¿en qué puesto de los más fuertes crees que estás?
—No lo sé y no me importa.
—Es una respuesta apropiada ya que aún eres un novato. Sin embargo, me siento curioso respecto a tu nivel de poder, ni siquiera tuviste que usar el Balance Breaker para luchar contra Kokabiel. Lo que debo decirte, es que el puesto número uno, es una existencia fija.
—No sé a que te refieres.
—Lo sabrás a su debido tiempo, mientras tanto... —Vali dejó de mirar a Jōtarō para enfocarse a una persona detrás suyo—. Espero lo cuides bien, Rias Gremory.