Desde que Jotaro Kujo despertó su habilidad Stand, su vida fue condenada por el destino a no volver a ser la misma. Primero comenzando por encaminarse a un largo viaje de cincuenta días por todo el mundo con el fin de salvar la vida de su madre, y g...
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Desde aquel trágico evento que llevó a Jōtarō Kūjō a ser convertido en un demonio y que al ver que ya no había vuelta atrás para tener una vida normal, aceptó trabajar para Rias Gremory al percatarse que era la opción más sensata y que menos problemas le causaría a su vida contidiana. Primero inició con trabajos simples como entregar papeles de invocación a las personas más probables a usarlos y que eran clientes habituales. Posteriormente a eso, empezó a hacer contratos siendo parte de su trabajo como demonio.
En ese mismo día que Jōtarō había decidido armarse de respuestas hasta donde fuera posible, Rias le brindó toda la información necesaria para comenzar su nueva vida de demonio como el hecho de tener la posibilidad de escalar entre la sociedad para volverse uno de clase alta y obtener su propio título de nobleza con el cual poder tener esclavos para hacer su trabajo. Esto por supuesto era del desagradado de Jojo, pues a él le disgustaba todo lo que tuviera que ver con la esclavitud. Le parecía algo que atentaba en contra de los derechos...
No, no podía quejarse aunque quisiera.
¿Derechos humanos? Eso ya no existe en la sociedad demoníaca, aunque funcione bastante parecido. Tal vez ahora estaba condenado a ser algo de otro "mundo" pero se seguía rigiendo bajo su moral humana, bajo todos los valores con los que había sido criado por su familia. Tal vez parecía una mala persona a simple vista pero era todo lo contrario.
¿Cómo sentirse bien con eso?
Es como Kiba le había dicho, tampoco eran los monstruos que buscaban hacer el mal tal como lo planteaban las películas fantasiosas de terror. Simplemente eran diferentes y tenían una forma diferente de actuar. Su sociedad tenía un régimen moral distinto que sería algo difícil para Jojo acostumbrarse y que sinceramente no le gustaría, pues quería seguir sintiéndose como humano. Al final solo vivió 17 años como humano y ahora pasaría una larga eternidad como demonio.
Era necesario adaptarse.
La propia Rias sabía que su nuevo peón probablemente tenía esos típicos problemas que pasa un recién reencarnado y para darle algo de apoyo en su avance, le había pedido que estudiase todo lo relacionado al mundo de los demonios, para que no se lleve ciertas sorpresas.
Justo cuando inició a realizar contratos, se le dibujó a Jotaro el emblema de la casa Gremory en su mano, el cual solo era visible cuando era necesario para sus trabajos. Esto era más como una tarjeta de identificación que demostraba que él le pertenecía a Rias, y le disgustaba. Se sentía como un perro con un chip para ser rastreado.
Sí, iba a trabajar duro para conseguir su título de nobleza. Al menos así iba a obtener algo de independencia y podría dejar de sentirse como un mísero objeto.
Para sus primeros días, no había hecho nada relevante e incluso hacer eso no era algo que afectara su ritmo de vida común si dejamos a un lado las rarezas como teletransportarse de un lado a otro haciendo contratos con humanos pagando un precio dependiendo del valor de su vida, que no es como la filosofía o las leyes humanas lo dictaban.