43 - Renta un novio

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La madre de Jōtarō, Holy Kūjō, es una persona bastante alegre y feliz con la vida que actualmente tiene viviendo de forma pacífica junto a su hijo

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La madre de Jōtarō, Holy Kūjō, es una persona bastante alegre y feliz con la vida que actualmente tiene viviendo de forma pacífica junto a su hijo. Uno de los rasgos más característicos de su personalidad es el fanatismo que tiene por la forma de vida en Japón, y aunque hayan pasado 20 años desde que se casó y se mudó a Japón, este gusto por las costumbres y tradiciones nunca cambiarían.

Por la misma razón, el hogar en el que vivieron por casi toda su vida de casada era una casa con un estilo tradicional japonés. Sin embargo, hace cuatro meses fue remodelada a manos de los demonios para cubrir las necesidades de Rias, quien se había mudado allí junto a las demás chicas, convirtiendo la residencia Kūjō en enorme edificio con decenas de habitaciones, pasillos, salas y demás.

Lo más gracioso de esto es que había una habitación que está ambientada con una temática del Japón más tradicional a modo de museo, debido a que Rias también era una fanática de este país. Incluso había ocasiones en las que ella pasaba el tiempo con Holy contemplando esa sala. A Jōtarō le causaba un sentimiento extraño verlas a las dos actuando de esa forma. Antes ni siquiera podía soportar cuando su madre se ponía en ese modo fanática, mucho menos ahora que tiene alguien con quien compartir gustos como Rías.

Ese maldito gusto por Japón de ambas solo lo incomodaba. Ahora entendía de mejor manera a su abuelo.

Retomando el tema anterior, la casa era tan grande que al propio Jōtarō Kūjō le fastidiaba, ya que odia tener que vivir en un lugar tan enorme y tardarse demasiado de ir de un punto a otro. Incluso con el pasar del tiempo seguía sin acostumbrarse, pues ahora tenía que lidiar con las habitaciones y salas secretas que todavía no eran descubiertas por la falta de exploración.

En el sótano se había descubierto dos nuevas habitaciones, aunque Kuroka y Le Fay se apoderaron de una de ellas.

La segunda habitación se trataba de un enorme baño mucho más grande que el que ya usaba de forma cotidiana. La propia Rias también se sorprendió, aunque no le pareció raro que hubieran lugares secretos. Además de ello, quiso aprovechar la situación, así que intentó convencer a Jōtarō de tomar un baño junto a ella, y en verdad fue difícil conseguir que siquiera lo pensara, pues él prefería quedarse en la sala mirando documentales sobre la vida marina. No obstante, con esfuerzo y perseverancia, logró llevarlo pese a que su querido Jojo estuviera refunfuñando en todo momento.

—Este es un excelente baño —comentó Rias entrando al agua caliente.

Lo único que se escuchó fue su voz resonar por todo el baño, ya que no hubo respuesta alguna por parte de Jōtarō. Él tan solo se mantuvo en silencio fumando un cigarrillo.

A pesar de esto, a Rias no le molestaba en lo absoluto la actitud de Jojo, debido a que pasar tiempo con él a solas era más que suficiente. Incluso si él actúa tan cortante, frío y distante, ese lado áspero típico de él estaba desapareciendo poco a poco. Si lo comparaba con el Jōtarō que conoció hace 6 meses, él probablemente le hubiera rechazado ir con ella a los baños y de paso la hubiera insultado; ahora con el Jōtarō actual, al menos era más fácil persuadirlo, si es que ella consideraba fácil tener que insistir y rogar casi arrodillada por un poco de su atención, pero sí, en general era más sencillo.

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