17 - El vampiro que detiene el tiempo

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Las clases del día habían finalizado, y con ello, todos los estudiantes de la academia Kuoh se habían marchado de la escuela para ir a descansar a sus hogares y prepararse para un nuevo día

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Las clases del día habían finalizado, y con ello, todos los estudiantes de la academia Kuoh se habían marchado de la escuela para ir a descansar a sus hogares y prepararse para un nuevo día. Sin embargo, los miembros del club de investigación de lo oculto se quedaron después de clases para resolver un asunto importante. La liberación del primer alfil de Rias Gremory.

Todos los presentes de encontraban en la planta baja del viejo edificio escolar, mirando la entrada a una habitación con varias cintas con la leyenda "No entrar" y también varios sellos mágicos que impedían el acceso al interior de dicha habitación, pues estaba sellado por completo.

El día anterior en la noche, Sirzechs explicó que Rias había recibido una orden de los altos mandos para liberar al alfil de Rias, quien estaba sellado debido a que ella no podía controlarlo a causa de su inestable poder. No obstante, gracias a los logros que había obtenido en tan poco tiempo como enfrentarse a diversos enemigos poderosos, se determinó que ya tenía la fuerza necesaria para controlarlo.

—El alfil permanece dentro de este lugar durante el día; en la noche se le permite salir dentro del edificio escolar pero se niega a poner un pie afuera —explicó Rias mientras comenzaba a interactuar con los círculos mágicos para deshacerse del sello—. Bien, he terminado, voy a abrir la puerta.

Una vez que los sellos mágicos desaparecieron de la vista de todos, la puerta dejó de tener obstrucciones que impidieran el paso, y ahora que ya estaba desecho el sello, Rias abrió la puerta mientras suspiraba como si ya esperase lo que fuera a suceder.

—¡No! —se escuchó un grito muy agudo en el fondo de la habitación que sorprendió a Xenovia y Asia.

—Buenas noches, es bueno verte con tanta energía —saludó Rias ingresando a la habitación junto con Akeno sin siquiera mostrar algo de sorpresa.

—¿P-Por qué estás aquí...? —preguntó el alfil con la voz temblorosa, señal de los nervios y el miedo que tenía.

—Ara ara, no te preocupes, el sello ya ha sido retirado. ¿Qué tal si sales con nosotros? —Esta vez fue Akeno quien habló.

—¡No, no quiero! ¡Me da miedo el exterior y no me gusta ver a la gente!

En el exterior de la habitación, todos se miraron con una expresión llena de incomodidad, incluyendo a Kiba quien ya se esperaba tal resultado, así que sin más, también ingresaron al interior para conocer al otro miembro de la nobleza de Rias.

Dentro del interior de la alcoba, se veía una habitación decorada con un estilo demasiado femenino, repleto de varios peluches que daban la sensación que había un infante habitando el lugar. Lo más perturbador fue el ataúd que había en vez de una cama, lo cual puso demasiado nerviosa a la alfil Asia. No obstante, la atención de Jōtarō se enfocó en la pequeña persona arrinconada contra una pared, titubeando de temor. Tenía una piel palida y tersa, cabello rubio dorado y unos brillantes ojos rojos que daban la sensación de ser un muñeco sin vida, aunque este parecía ser muy expresivo, sin contar que vestía el uniforme femenino.

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