46 - Habitación especial

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El día en el que Jōtarō Kūjō, junto con sus demás compañeros, iría al Cielo para hacer una pequeña visita finalmente había llegado luego de haberse organizado para las actividades navideñas

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El día en el que Jōtarō Kūjō, junto con sus demás compañeros, iría al Cielo para hacer una pequeña visita finalmente había llegado luego de haberse organizado para las actividades navideñas.

Todo el grupo Gremory, en compañía de Irina y la hermana Griselda, se habían dirigido hacia el sótano de la residencia Kūjō para viajar a través de un círculo mágico hacia el Cielo; solo que este no era el usual círculo por el que normalmente viajaban, sino que era uno hecho especialmente para viajar a aquel sitio tan distinto al Inframundo. Por obvias razones, Griselda e Irina fueron quienes se encargaron de activarlo al conjurar ciertos textos de la Biblia, que, aunque eran necesarios, estos les causaron un pequeño dolor de cabeza a los demonios, pero nada más allá que los pusiera en peligro.

Durante el proceso, se les había otorgado una aureola exclusiva para los miembros de DxD, como una especie de identificación que les permitirá moverse libremente por el Cielo, de esa forma sería más fácil identificar a los intrusos o visitantes no deseados.

Tras pasar unos pocos segundos, el conjuro que Irina y Griselda habían recitado dio como resultado la aparición de una enorme puerta que irradiaba divinidad al tener esos colores dorados. Sin más, esta se abrió lentamente revelando una especie de cabina de elevador.

La monja, con amabilidad, les indicó que pasaran sin vergüenza alguna, por lo que los demás hicieron caso a sus instrucciones y se adentraron hacia el interior de la cabina, que una vez que todos ya estaban adentro, los círculos dorados que estaban por debajo de los pies de todos comenzaron a brillar, lo que significaba que la teletransportación estaba haciendo lo suyo. Una vez que el brillo se disipó, todos se encontraban parados sobre un espacio en blanco, y más por las nubes que funcionaban como el suelo.

—Bienvenidos al paraíso —dijeron Irina y Griselda al mismo tiempo que una puerta gigante se abría detrás de ellas, haciéndose a un lado para que pudieran pasar los invitados.

Al cruzar por dicha puerta, lo primero que Jōtarō vio fue un largo sendero formado por piedras de un color blanco, seguido de enormes construcciones del mismo color y del mismo material, las cuales flotaban por todo el Cielo que era transitado por múltiples ángeles volando con sus alas. El lugar desprendía un brillo resplandeciente, que para nada era cegador, sino todo lo contrario, daba esa sensación de divinidad.

Sin duda era un sitio hermoso, aunque Jōtarō prefería guardarse esos comentarios para sí mismo.

—En total, hay siete niveles en el Cielo —comenzó a explicar Griselda—. Esto es el primer piso, el cual es llamado el Primer Paraíso. El piso más alto, el Séptimo Paraíso, solía ser donde vivía Dios. Lo que queda allí ahora solo es el sistema que representa a Dios. El sistema de los Sacred Gear también se encuentra allí. 

—¡Ah, ese edificio! ¡Es el lugar de reunión de los Brave Saints de Michael-sama! Yo también voy con frecuencia ahí!  —Irina se emocionó, apuntando hacia uno de los edificios flotantes, después señaló hacía más arriba—. Michael-sama y los demás serafines se encuentran en el Sexto Paraíso, allí está el cuartel general del cielo. Bueno, los ángeles de menor nivel como yo solemos venir aquí, a la vanguardia del Primer Paraíso.

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