35 - Emboscada

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Una espesa niebla púrpura había comenzado a invadir todos los alrededores del área donde se encontraban celebrando el grupo Gremory

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Una espesa niebla púrpura había comenzado a invadir todos los alrededores del área donde se encontraban celebrando el grupo Gremory. Cuando ellos se dieron cuenta de la situación tan peligrosa en la que estaban, no perdieron ni un solo segundo y abandonaron de inmediato el restaurante en el que estaban, recorriendo los pasillos del hotel, los cuales estaban vacíos por completo. El mismo fenómeno que ocurrió durante Kioto dos veces: habían sido llevados a una dimensión artificial.

—¡Jōtarō! ¿Esto quizás es...?

—Sí, Xenovia, es lo que estás pensando... —respondió Jōtarō a la brevedad, sin que ninguno parara de correr por los pasillos.

Tras avanzar durante unos pocos minutos, llegaron al vestíbulo del hotel, el cual también se encontraba vacío, sin rastro de alguna persona o los empleados que naturalmente estarían por ahí recibiendo nuevos huéspedes. Nada, no había nadie, o en realidad sí, dos personas sentadas en una banca cercana de la entrada. Sin poder preverlo, una bola de fuego se dirigió hacia Irina y Asia, pero nunca logró dañarlas debido a que Ophis se había interpuesto como escudo, causando que dicha bola de fuego se desvaneciera en la nada.

—M-Muchas gracias... —Asia agradeció aún atónita, pero no recibió respuesta.

Sobre la banca, estaba un joven con una túnica puesta encima de su uniforme escolar, y a su lado estaba otro pelinegro vestido con su uniforme escolar y ropajes chinos por encima del traje, apoyando su lanza sobre su hombro, mirándolos con aquella sonrisa arrogante y carismática.

—Ha pasado tiempo, Sekiryūtei, y gobernador de los ángeles caídos, Azazel. La última vez que nos vimos fue en Kioto. Ese mi saludo, regresando el ataque de la Durandal.

—Cao-Cao...

—El juego contra Bael del otro día fue magnífico. La intensa pelea a golpes entre dos personas que llevaban puesta una armadura Balance Breaker. Cualquiera que amara las batallas, estaría genial de estar en su lugar. Grupo Gremory, permítanme darles mis alabanzas por ser el número uno de los equipos de los demonios jóvenes. Ellos son buenos sirvientes, Rias Gremory.

—¿Debería sentirte honrada por haber sido elogiada por uno de los líderes de una banda terrorista? Me siento complacida —respondió Rias, esbozando una sonrisa llena de sarcasmo—. ¿Cómo estás, Cao-Cao?

—Yo estoy muy bien, ¿y tú? Esta es la primera vez que nos vemos oficialmente, así que es un gusto.

—Cao-Cao, ¿cuál es la razón para que crearas este campo en otra dimensión y nos transportaras? —cuestionó Azazel—. Debe ser algo muy bueno, ¿no?

—Hola, Ophis. —Ante la pregunta del ángel caído, el humano solo apuntó con su mirada al dragón del Infinito—. Me pregunto dónde habrá ido Vali para dejarte en este lugar. Nosotros ciertamente no lo anticipamos.

—Nosotros también estamos sorprendidos-nya —dijo Kuroka, poniendo un paso al frente de Ophis, riendo de forma divertida—. Pensé que irían a dónde está Vali.

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