Jōtarō se había arreglado desde temprano vistiéndose con ropa casual, con el objetivo de salir de casa aprovechando que tenía tiempo libre y que no estaba siendo hostigado por Rias, la cual estaba fuera debido a unos asuntos que ella misma había optado por encargarse. La ausencia de esa chica fue clave para el plan que el pelinegro tenía en mente, por lo que sin perder el tiempo salió de su hogar para encaminarse hacia una nueva aventura.
El muchacho de gorra prendió un cigarrillo para consumirlo durante el trayecto hacia la estación de trenes, que era el lugar al que había citado a una persona para incluirlo a su plan.
Durante el camino, el joven vio que Koneko iba de paso y tan solo apartó vista sin mas volviendo a fijar la mirada al frente, sin embargo, esto había resultado muy sospechoso para la pequeña albina, que sin dar motivos, se acercó a él.
—¿Por qué desvió la mirada cuando me vio? ¿Acaso hay algo de lo que quiere que no me entere? —cuestionó ella de manera contundente.
—No planeo nada. ¿Es que acaso no puedo simplemente caminar por la calle tranquilo? Como cualquier persona, tengo una vida social —respondió Jōtarō soltando un suspiro de fatiga por la forma que lo interrogaba.
—Jōtarō-senpai, usted no tiene amigos. Ahora sé que planea algo.
—Yare yare daze...
El pelinegro se lamentó muy en el fondo por haber dicho una estupidez como esa. Era su culpa porque él no puso mucho interés en formular una excusa lo suficientemente creíble. Había subestimado lo perceptiva que podía ser su kōhai. Tal como Koneko había dicho, él no tenía ningún amigo, o al menos dentro de la academia a la que asistía, pues los pocos a los que él consideraba como unos, casi al punto de llamarlos también familia, estaban muertos. En términos más específicos, solo quedaba uno con vida, y este se encontraba en Francia.
A partir de ese momento, Jōtarō no dijo ni una sola palabra y continuó su camino en absoluto silencio mientras era seguido por Koneko, que parecía sospechar de él por el hecho de no dar una excusa lo suficientemente creíble. Incluso ella podía sacar sus propias conclusiones de forma analítica.
En diez minutos, ambos llegaron a la estación de trenes, donde el joven de ojos verdes vio a la persona que había citado esperándolo en dicho lugar. Viendo que ya estaba ahí, supo que no tenía tiempo que perder y se acercó, encontrándose con Saji, el peón de Sona.
—¿Para qué me llamaste? ¿Hay algún motivo en específico? —preguntó el joven rubio yendo directamente al grano, debido que era la forma más fácil de interactuar con Kūjō.
—Sí, el caso es que voy a pedirles a Shidō Irina y a Xenovia cooperar conmigo con el fin de destruir las espadas sagradas Excalibur y quiero que nos ayudes.
—Adiós —dijo Saji después de unos momentos en el que solo hubo un silencio entre ambos. Sin embargo, al intentar irse fue detenido por Koneko que lo sostuvo con fuerza logrando que su desesperación y temor saliera a la luz al no poder oponer resistencia—. ¡No! ¡Déjenme ir! ¿Por qué tengo que participar en esto? ¡Ni siquiera soy de su grupo! ¡Es más, no pensé que alguien como tú pidiera ayuda de alguien!
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Star Dragon
FanfictionDesde que Jotaro Kujo despertó su habilidad Stand, su vida fue condenada por el destino a no volver a ser la misma. Primero comenzando por encaminarse a un largo viaje de cincuenta días por todo el mundo con el fin de salvar la vida de su madre, y g...