30 - La paz nunca fue una opción

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El viaje escolar finalmente estaba a poco tiempo de de llegar

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El viaje escolar finalmente estaba a poco tiempo de de llegar. Jōtarō no tenía particular interés en viajar, pero de alguna forma lo vio como una forma de relajarse de todos los problemas relacionados a los enemigos con los que había combatido últimamente, como la lucha contra el dios nórdico del mal, Loki.

Era una buena oportunidad para dejar de lado por unos días su trabajo como demonio y disfrutar como cualquier chico de su edad, ya que a pesar de verse muy maduro, serio y siempre estoico, seguía siendo un simple adolescente que quería disfrutar de su juventud. Sin contar por el estrés al que había estado sometido últimamente.

Desde que había cumplido diecisiete años tuvo que pasar por situaciones bizarras que no cualquiera podría sobrellevar, como lo es el despertar de su Stand; el viaje por todo el mundo para matar a Dio y salvar a su madre; la muerte de sus amigos; su cambio de escuela; su propio fallecimiento en el que terminó reencarnado como un demonio; haber descubierto que tiene un poder con gran potencial; y por último, sus constantes batallas que ha librado a lo largo de esos seis meses.

Él en verdad necesitaba un respiro.

Por eso mismo, tenía en mente disfrutar ese viaje escolar y, desde días antes, optó por prepararse correctamente. Esa misma noche, Jōtarō estaba acostado sobre su cama tratando de conciliar el sueño, y lo iba a lograr de no ser por la repentina aparición de Akeno vestida con un yukata blanco, acercándose a él para abrazarlo.

—Jōtarō-kun me abandonará y se divertirá en Kioto... —dijo Akeno, acurrucándose en el pecho de Jojo con un tono triste de voz, el cual era imposible deducir si era sarcasmo o realidad—. ¿No te veré en dos días enteros? Yo podría morir de soledad...

—Yare yare daze... Deja de exagerar tanto, no seas ridícula.

Desde la batalla contra Loki, Akeno se había vuelto mucho más cariñosa con Jojo de una forma "molesta" a su parecer. Ella trataba siempre de estar lo más cerca posible de Jōtarō aunque este no quisiera. Claro ejemplo de esas acciones, era cuando él veía a solas sus documentales sobre la vida marina, y Akeno llegaba a sentarse a su lado y recostar su cabeza en el hombro del chico; o cuando intentaba invitarlo a salir y él se negaba, ella hacía todo lo posible para convencerlo aun si estuviera insistiendo por horas, actuando de forma infantil hasta que él accediera a sus caprichos, comportamiento que era normal en su edad.

—Es por eso que esta noche, quiero que me llenes... Quiero que me llenes de tu valor para soportar estos días sin ti. —Mientras más hablaba, su tono pasaba a ser uno completamente coqueto y sensual, tratando de seducir al inexpresivo chico—. Quiero que me acaricies y acariciarte, sentir tu hombría para sentirme como una verdadera mujer.

—Tengo sueño, no me molestes, imbécil —Jōtarō se dio la vuelta, dándole la espalda a la joven de ojos violetas, la cual todavía no se rendía.

—Akeno, ¿qué se supone que estás haciendo? —le reclamó Rias a su amiga, llegando por la puerta delantera, quien miraba con hostilidad a la pelinegra.

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