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Saco dos camisas del armario y se las muestro a mi primo

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Saco dos camisas del armario y se las muestro a mi primo. Las observa detenemidamente, sentado la cama. De pie en la puerta de mi habitación, Alai juega con los dijes de su cuello sin darme una respuesta. Antes solía colocarse solo uno, pero desde que Cristel ya no está, lleva consigo tanto el de galleta como el de envase de leche. Ha transcurrido un año y medio desde que dejó este mundo. Aunque hay días más difíciles que otros, hemos tratado de seguir adelante, tal como ella habría querido.

Acostumbro a quedarme en la universidad de lunes a viernes, pero paso los fines de semana con Jake en su apartamento. Alai vive con él desde hace unos meses, lo que me pone muy feliz. Finalmente han decidido darse una oportunidad y avanzan a su ritmo. Estoy seguro de que a Cristel le habría encantado verlos juntos. Si algo le prometimos, además de hacer justicia en su nombre, es cumplir los sueños que ella no pudo.

—¿Qué camisa está mejor? —inquiero para romper el silencio.

—Ninguna, Oliver.

—¡Jake! —lo reprende su novia.

—Irá a una gala. Será su primera exhibición de arte en Nueva York. No puedo permitir que asista vestido así.

Intercalo un vistazo entre ambas prendas: una verde con rayas azules y otra amarilla con puntos rosados. Las dos son geniales. No detecto ningún problema, pero a falta de apoyo las regreso al armario. Aún me cuesta asimilar que haya resultado ganador de aquel concurso que organizaron en mi universidad. No me inscribí pensando en el premio, sino en lo que quería transmitir. Con eso en mente, pinté cinco cuadros que hablan sobre la violencia de género que fascinaron al jurado.

—¿Acaso la vestimenta importa?

—Juliet pegará el grito al cielo si te ve de esa forma.

Ruedo los ojos, pese a que en el fondo, sé que tiene razón. Estudia Danza en la misma universidad que los chicos y le va muy bien, aunque creo que como diseñadora de modas también sería imparable. Vive con su novia en el tercer piso del edificio, quien cursa la carrera de Música, la misma que Jake y Alai. Esta última consiguió una beca. No sabíamos que estaría aquí, pero mi primo se la cruzó el primer día de clases.

—Si ella viene, supongo que también lo hará Alex.

Mi primo asiente. Al parecer, han invitado a todos los chicos de la banda.

—Dayali pregunta si permiten animales —interviene Alai. Entra a mi habitación y se sienta en la cama junto a Jake—. Quiere llevar a su conejo.

—Dudo que se pueda el ingresar con comida, pero podemos dejarlo para la cena de...

—¡Oliver, es su mascota!

Otra vez hablé de más. Mierda. Alai me mira con enfado, mientras que Jake suelta una carcajada.

—Por favor no le digas que dije eso. Ya nos odia lo suficiente.

—No lo hace —nos asegura, aunque Jake y yo albergamos nuestras dudas—. Si se tomaran el tiempo de conocerla, se darían cuenta de que tiene buenos deseos para todos. Además, toca muy bien el teclado.

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