Capítulo 4

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Después de que Noah y Helena se marcharon, tomé mis muletas y caminé por el pasillo hasta llegar al pequeño saloncito donde suelo pintar.

Agarré un pincel y me senté en una de las sillas frente al tablero. Comencé a pintar un hermoso paisaje con un río de aguas cristalinas. Pintar me hacía sentir tan bien, me hacía olvidar de lo aburrida y triste que era mi vida.

La puerta se abrió.

—Octavia, ¿cuántas veces debo decirte que esta afición tuya por la pintura es más que inapropiada para una señorita de tu posición? Las damas de nuestra sociedad no deben ensuciarse las manos con actividades semejantes —comentó Levi mientras observaba mis creaciones con el semblante serio.

—Querido hermano, sabes muy bien que la pintura es mi pasión. Me hace sentir tan viva y libre. No veo cómo podría ser inapropiado.

—Pues debes comprender, querida hermana, que la pintura es un pasatiempo vulgar. Una señorita debería estar ocupada con trabajos más adecuados, como la costura o la música.

—Pues no me parece.

—Bueno, deja de pintar, Dolores te está esperando en la sala —habló cambiando el tema.

Levi es mi hermano mayor, con tan solo veinte años ya dirige la fábrica de mi padre. Ya que con la muerte de mis padres, por ser el mayor, tuvo que asumir las responsabilidades de todo lo que se tratase de la familia Danvers y sus bienes. Su cabello es castaño oscuro, sus cejas pobladas que lo hacen ver aún más gruñón y unos ojos cafés iguales a los míos.

No voy a mentir, es bastante apuesto... pero eso no le quita lo gruñón y machista.

—Mirarme de esa manera no cambiará nada —dijo al verme con el ceño fruncido.

Cojeé hasta llegar a la sala.

—¿Cómo sigue, señorita Octavia? —preguntó Dolores.

—Sobreviviendo... ah, y no a esto —señalé mi tobillo—, a los tontos de mis hermanos. Sobre todo a Levi.

Dolores trató de sonreír.

—Bien, comencemos entonces.

—Todo esto es una tontería, Dolores, no quiero aprender a ser una buena esposa, no quiero serlo —crucé mis brazos sobre mi pecho.

Dolores dio un suspiro.

—Octavia, tienes que hacerlo.

Volteé a verla.

—¿Por qué? ¿Por qué estoy obligada a casarme con un chico al que ni siquiera conozco? ¿Por qué mi padre hizo ese trato con el señor Thompson?

—Octavia... eso no me corresponde a mí decírtelo.

—Mis hermanos no me dicen nada y estoy cansada de que me oculten las cosas.

—Hay cosas que no se les puede contar ni siquiera a la familia.

—¿Y tú por qué sí sabes?

—Fui la mejor amiga de tu madre y amiga de esta familia, me confiaron ciertas cosas.

—Es cierto —hice una mueca.

—Bien, luego hablarás con ellos, por ahora... sigamos.

Chillé.

—Esto es una tortura, Dolores.

**

—Dime, Octavia, ¿qué es lo que más te gusta de un chico? —preguntó Dolores mientras me observaba detenidamente.

Mordí mis uñas.

—Que no sean aburridos como mis hermanos.

Dolores sonrió.

—Y si el chico con el que te casarás es así como Levi y Chris, ¿qué harías?

Suspiré.

—Le haría la vida imposible —reí con ganas.

Dolores abrió los ojos en sorpresa.

—¡Claro que no! Eres una dama ante todo. No te vas a comportar de esa manera.

—No puedo evitar notar lo insatisfactorios que a menudo son los caballeros en sus interacciones con las damas. Muchos de ellos, tan aferrados a sus propios prejuicios y arrogancia, carecen de la habilidad de entender y apreciar a las mujeres. Pienso en que los hombres solo quieren a una mujer para que les haga de comer y los atiendan... en otros casos, cuando el hombre tiene empleados que hagan todo, la mujer simplemente la quieren para hablarles de su día en el trabajo y para tener relaciones íntimas. No quiero un esposo que me vea solo como un juguete con el que puede jugar cuando quiere... y no como una amiga con la que puedes confiar, tratarla como igual, y darle el respeto y valor que merece la mujer... No deseo ser sumisa, solo quiero libertad, ser yo misma en donde sea.

Dolores me miró con algo de lástima en su semblante y no dijo nada por un segundo, hasta que al final habló:

—No todos los hombres son como tú los pintas, Octavia.

—Además —continué—, con demasiada frecuencia, los hombres no reconocen el valor y la inteligencia de las damas. Los subestiman y creen que su único propósito es adornar la sociedad con su belleza. Esto es profundamente injusto, ya que muchas mujeres tienen talentos y habilidades que son pasadas por alto.

—Bien, hemos terminado por hoy, ya te puedes ir, Octavia —dijo Dolores un poco pensativa.

Suspiré.

—Casi que no.

Me puse de pie y comencé a caminar por el inmenso pasillo.

Al pasar por la oficina donde Levi y Chris trabajaban, los escuché hablar.

—Chris, no vamos a hablar más sobre el casamiento de Octavia. Es algo que se tiene que dar sí o sí y tú lo sabes, todo es por el bien de la familia.

—Octavia debería saber por lo menos sobre esto.

Abrí la puerta de la oficina.

—¿Qué debería saber? —dije mientras entraba.

Chris y Levi se dieron una mirada y no dijeron nada por un momento.

—No está bien que andes escuchando conversaciones ajenas —Levi juntó sus pobladas cejas.

—Dejémonos de modales y hablen, ¿¡qué es eso que debería saber!?

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora