Capítulo 7

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Al llegar a la morada de Noah, llamé a la puerta. Una señora delgada y pálida como la nieve me abrió.

—Buenos días, señora Abby, ¿se encuentra su hijo? —le sonreí amablemente.

La señora Abby me devolvió la sonrisa.

—Buenos días, mi niña, bienvenida.

Escuché a alguien bajar las escaleras rápidamente.

—¡Hola, Octavia! —dijo Noah mientras se acercaba con una gran sonrisa.

Nos despedimos de la Señora Abby y luego continuamos nuestro camino a la casa de Helena.

Al llegar, encontramos a Helena en el jardín jugando con su tierno conejo.
Helena nos vio y rápidamente se acercó a nosotros.

—Hola, chicos, díganme qué aventuras viviremos hoy —Helena sonrió y sus mejillas regordetas se inflaron.

—¿Tal vez ir por un delicioso café y criticar a las estiradas que pasan o se sientan a beber su café mientras hablan de sus pretendientes? —reí y acto seguido, Noah y Helena rieron también.

Caminamos hacia la cafetería donde siempre solemos estar comiendo, nos sentamos y pedimos nuestros cafés como nos gustan, mientras charlábamos.

—Octavia, ¿ya tienes el vestido para el baile de mañana? Cuéntame, ¿cómo es? Imagino que debe ser hermoso y pomposo, y muy fino —dijo Helena.

—Ah, sí.

—Ya quiero verte con él puesto. Mi madre me ha llevado a comprar un hermoso vestido para el baile, dice que debo lucir muy bien porque allí encontraré a mi futuro esposo. ¡Estoy tan emocionada! Voy a pasar de ser una niña a toda una señorita y mujer, no quepo de la dicha.

Volteé mis ojos al escuchar el comentario de Helena, que evidentemente no podía disimular mi fastidio al oírla hablar de pretendientes y matrimonios.

—No sé por qué anhelas casarte.

—Es lo que se hace, ¿no? —dijo Noah dudoso.

—Claro que no, eso era antes, además no debe ser la única salida. Yo no pasaré mi vida encerrada en una casa atendiendo a un hombre, eso es ridículo. Quiero vivir, ser libre y no atarme en un matrimonio.

Helena abrió los ojos como si lo que hubiera dicho fuera algo descabellado.

—¡Octavia, qué cosas dices!
Definitivamente eres muy extraña.

—En mi opinión, no quiero a una esposa para tenerla encerrada. Cuando tenga una esposa, solo viviré para amarla y darle todo lo que merece. Ella será mi apoyo y seremos iguales —dijo Noah sonriendo mientras revolvía su café.

Eso fue muy bonito.

—Tú eres diferente, Noah, no eres como el resto de los hombres, me gusta que pienses así —dije sonriendo— es más, contigo sí me casaría.

Noah abrió los ojos y sus mejillas se ruborizaron.

—¡Aww!, es tan romántico —dijo Helena.

Reí.

—Pero eres como mi hermano, así que es obvio que no pasará.

Después de un rato en silencio, Helena habló.

—Octavia, ¿aún no conoces al chico con el que te casarás? ¿Nunca lo has llegado a ver?

Suspiré.

—No... Sus padres se lo llevaron de Alexandria a la ciudad desde muy pequeño, según tengo entendido, le dieron los mejores estudios y lo prepararon para quedar a cargo de los negocios de su padre cuando este ya no pueda. Y creo que volverá dentro de muy poco. E igual no deseo conocerlo porque no me pienso casar.

—Octavia, pero no puedes negarte —dijo Noah.

—Claro que sí... además, después de lo que descubrí, no pienso seguir ahí.

Helena y Noah se dieron una mirada de confusión.

—¿Qué descubriste? —preguntaron a la vez.

Les conté todo lo que Levi y Chris me contaron. Confié en ellos porque son mis mejores amigos y sé que nunca hablarían sobre esto con nadie.

Sorprendidos sin decir una palabra, Noah habló.

—Octavia... pienso que estás siendo desconsiderada con tus hermanos. Piensa que todo esto no es solo por ellos, es por ti, por el nombre de la familia —dijo Noah serio.

—Al diablo el nombre de la familia. Soy yo, es mi vida, debería ser yo quien decidiera mi futuro, no mis padres ni mucho menos mis hermanos.

—Octavia, si tú no aceptas... todo se vendrá abajo, la fábrica de tus padres, la empresa, todo lo que construyeron con esfuerzo y trabajo, los negocios que tienen tus hermanos... hasta a ti te afectaría —Noah habló como aquellos hombres de edad con experiencia en la vida.

—Ustedes no entienden... no deseo casarme, no quiero vivir infeliz por el resto de mi vida. ¿Por qué no pueden entender eso?

—Tal vez con el tiempo lo empieces a amar —dijo Helena sonriendo.

—¡Claro que no! —dije golpeando la mesa, comenzando a impacientarme.
Las personas que se encontraban en la cafetería voltearon a vernos extrañados. Me puse de pie y salí de aquel lugar sin decir más nada.

Corrí sin rumbo fijo.

Me di cuenta de que estaba en un bosque, me tiré al suelo y apreté mis puños.

Respiré profundamente.

«Pronto seré libre.»

Sonreí para mis adentros.

A mí nadie me va a dominar, ni mucho menos un hombre, puedo tomar mis propias decisiones, no necesito a un hombre para poder ser feliz.

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora