Capítulo 32

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Oliver Thompson.

Dejo a Octavia allí sin más y me adentro en un callejón umbrío. Me detengo, inmóvil, mis puños apretados con fuerza.

«¿Acaso esperé demasiado de ella?» Los mortales siempre terminan por defraudarte de una u otra manera.

No comprendo este mal humor que me embarga, como si me importara lo que ella haga con su vida. Pero no puedo negarme a mí mismo que siento celos de Mike... Celos profundos y ardientes. Me siento tan colmado de frustración y cólera que descargo un golpe contra la pared.

Ella es como un espectro que me atormenta, un enigma que me consume el alma. La aborrezco por la forma en que despierta sentimientos que preferiría mantener dormidos.

¡Maldición!

Mascullo entre dientes al sentir el dolor punzante. Mis nudillos están ensangrentados.

Cada encuentro con ella es una batalla interna, un choque entre la antipatía que siento y mi incapacidad para apartarla de mis pensamientos. Y aunque la desprecio en mi mente, mi corazón insiste en latir con mayor ímpetu en su presencia, creando un conflicto que no puedo resolver.

«No esperes demasiado de los demás, Oliver, si no quieres seguir sufriendo desengaños.»

Abandono el callejón y me dirijo al Bar Polis.

Quizás un poco de licor me ayude a calmar este tormento.

Me siento en una de las mesas desocupadas y pido una botella de licor. Comienzo a beber sin cesar, mis pensamientos están girando en torno a ella.

Un trago por ella.

Dos tragos por ser un necio.

Tres por ella de nuevo...

No comprendo qué me sucede, ¿por qué actúo de esta manera? Debí confesarle mis celos... pero mi orgullo me lo impidió. ¿Por qué debería sentir celos? No estoy enamorado de ella ni deseo estarlo, así que no debería sentirme así. Quiero dejar de sentir porque, sencillamente, el amor no es para mí.

Qué me está sucediendo...

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora