Capítulo 19

770 96 160
                                    

El día anterior, en mi fiesta, me había refugiado en un silencio obstinado, evitando incluso a Helena y Noah. Sabía que me acribillarían con preguntas sobre ricitos de oro y eso era el último tema que deseaba abordar. Pero la escuela era otro campo de batalla, y allí me aguardaban las inquisiciones inevitables.

—¡Octavia, ese chico es increíblemente apuesto!, ¡daría cualquier cosa por tener un pretendiente así de galante y varonil! —exclamó Helena, su voz rebosante de entusiasmo.

—No es para tanto... —respondí con desgana.

—¡Por Dios, O'!, ¿vas a negar que es un Adonis? —me interrumpió Helena, incrédula.

—No creo que...

—¡¿En serio vas a negarlo?! —Helena abrió sus ojos desmesuradamente, expectante.

—Bueno, yo...

Helena acercó su rostro al mío, su aliento cálido rozando mi mejilla.

—Dime.

—¡Está bien, ya!, ¡sí es guapo, ¿contenta?! —alcé la voz, provocando que varios de mis compañeros de clase voltearan a mirarme.

Mis mejillas se encendieron, traicionándome.

Helena sonrió, victoriosa.

—Lo sabía.

—Pero eso no le quita lo detestable y engreído que es —repliqué, cruzándome de brazos.

Noah se acercó a nosotras, un brillo de ilusión en sus ojos.

—Chicas, esta noche cenaré en casa de Sofía —suspiró.

—¿Y quién es Sofía? —pregunté, arqueando una ceja.

—La chica que les conté aquella vez en el baile.

—¡Oh!, ¡en serio!

—¿Ya la cortejaste? —inquirió Helena con emoción.

—Bueno, creo que ya lo he intentado, espero que a ella le agrade —Noah sonrió tímidamente.

—Espero que todo te salga bien, Noah. Al menos ustedes dos se entendieron muy bien —dije, devolviéndole la sonrisa.

—No te sientas mal, Octavia —comentó Noah—. A veces las parejas más dispares son las que más se atraen.

—Pues a mí no me atrae en absoluto ricitos de oro, es tan prepotente...

—¿Ricitos de oro? —Helena soltó una risita. —Octavia, eres la reina de los apodos.

La maestra entró al salón, poniendo fin a nuestra conversación. Noah regresó a su asiento y la clase continuó.

Tras finalizar las lecciones, Noah, Helena y yo emprendimos el camino a casa. Disfrutaba de su compañía, mis mejores amigos, a pesar de nuestras diferencias.

«No quiero ser adulta», me repetía una y otra vez. Pero el tiempo era un río implacable, arrastrando mi niñez consigo.

Quizás ricitos de oro tenía razón, quizás debía madurar y dejar de comportarme como una niña. Ahora tenía dieciséis años.

Primero dejamos a Noah en su casa, luego a Helena. Finalmente, llegué a la mía. Me gustaba caminar, contemplar los senderos, las lagunas y el paisaje natural que me transmitían paz.

«¡Qué emoción volver a casa!», pensé con sarcasmo.

Chris estaba sentado en la sala, leyendo el periódico. Al verme, se puso de pie y se acercó.

—Hola, O', bienvenida a casa. ¿Qué tal la escuela? —sonrió.

—Siempre eres el único en darme la bienvenida... Levi nunca lo hace. No deberías ser tan modesto conmigo, Chris —respondí, poniendo los ojos en blanco.

Una sonrisa triste apareció en el rostro de Chris.

—Yo no soy como Levi. No tienes que ser tan dura, O'.

—Lo siento, Chris, pero entiéndeme, no he estado de ánimos desde que supe que estoy obligada a casarme.

—Trata de ser consciente —me aconsejó.

Intenté reír.

—¿Consiente? ¿Y ustedes lo han sido conmigo? Mira, estoy muy cansada, iré a mi habitación —continué caminando.

—O'... deberás estar lista en dos horas, iremos a casa de los Thompson —dijo Chris con serenidad.

Me detuve en seco y fruncí el ceño.

—¿Es en serio?

—Sí, lo es —confirmó Levi, apareciendo detrás de mí.

Me sobresalté.

—Deberías dejar de aparecerte de la nada.

—Dolores te espera arriba, debes estar lista en menos de dos horas —insistió Levi.

—No quiero ir, que sea otro día —protesté, intentando seguir mi camino.

Levi me agarró fuertemente del brazo.

—¡Aush! —me quejé. —¡Me estás lastimando!, ¡suéltame!

—Levi, es suficiente, suéltala —intervino Chris.

Levi me soltó a regañadientes.

—Dije que tienes menos de dos horas para que estés lista. Vas a venir con nosotros y punto, Octavia —sentenció con severidad.

Sus ojos eran dos pozos de hielo. Sabía que Levi podía ser intimidante, pero nunca lo había visto tan agresivo, y mucho menos conmigo.

Tragué saliva.

—De acuerdo —asentí, y salí corriendo escaleras arriba.

Deseaba que mis hermanos fueran más comprensivos, que me demostraran su amor... Pero parecía que ellos no conocían el verdadero significado del amor familiar.

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora