Capítulo 58

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Octavia Danvers.

Tras descender de la montaña, Mike y yo nos dirigimos a una acogedora cafetería cercana.

Al cruzar el umbral, la temperatura cambió drásticamente, pasando del frío cortante al calor reconfortante del interior.

—Al fin, necesito tomar algo caliente —exclamó Mike.

Tomamos asiento en una de las mesas y pedimos dos tazas de café humeante.
Me encontraba sumida en un mar de confusión. Había actuado impulsivamente al besar a Mike, un gesto que había encendido una chispa de esperanza en sus ojos, esperanza que yo misma le había dado. Sabía que él me amaba con sinceridad y profundidad, y aunque mi corazón anhelaba corresponderle de la misma manera, no podía negar la verdad inquebrantable: mi corazón aún latía por Oliver, y sabía que seguiría haciéndolo por mucho tiempo.

Cada vez que miraba a Mike, sentía una oleada de cariño y gratitud, pero la pasión ardiente que ansiaba no se encontraba en mi pecho. Sabía que esto no se podía forzar, y las palabras que Dolores me había dicho resonaban en mi mente: «El corazón es un terreno sagrado, y solo florecerá lo que esté destinado a florecer.»

Solo una cosa podía calmar mis pensamientos, y era que no era necesario tomar una decisión en ese preciso instante. Dejaría que todo fluyera, y el tiempo decidiría qué rumbo tomar.

—Esa escalada en la montaña fue una aventura que no olvidaré jamás. ¡Hacía un frío que calaba hasta los huesos! —comentó Mike mientras se frotaba las manos para entrar en calor.

—¿Quién habría pensado que te quejarías de un poco de frío? —dije entre risas.

—Ten piedad de mi pobre cuerpo. Casi me convierto en un témpano de hielo en mitad de la ascensión.

—Y ni hablar de tu intento de abrazar a un peñasco pensando que era una roca caliente, ¡fue divertidísimo! Pensé que habías perdido la razón por el frío —reí.

—Fue un momento de desesperación —se defendió.

—Pero fue divertido, nos reímos mucho.

—Así es, mi querida Octavia. Nuestras anécdotas juntos son tesoros que guardo en mi memoria. Incluso los momentos de hipotermia merecen ser recordados.

Sonreí. Y por unos instantes, nos quedamos allí, mirándonos a los ojos. Como si las palabras fueran superfluas cuando las miradas lo decían todo.

—Sabes, Mike, cuando te conocí, sentí una buena impresión hacia ti. Nos conectamos en un instante, y supe que tú y yo seríamos muy buenos amigos —sonreí.

—A mí me pasó lo mismo, O' —sonrió y tomó mis manos—. Nuestros caminos se cruzaron, pero nunca se entrelazaron, como estrellas fugaces que pasan sin dejar una huella duradera.

—Lamento el dolor que te causa mi falta de reciprocidad, pero es la verdad de mi corazón. No puedo amarte de la misma manera...

—Hace poco me acabas de besar... y me diste una esperanza.

—Lo sé, Mike. Y lo lamento, tal vez no debí hacerlo... No sé en qué estaba pensando.

—A veces, un beso puede responder mil preguntas. Seguro querías aclarar tus sentimientos y lo que sientes por mí... Te entiendo.

—Seguramente... Mike, saldré a caminar un rato —dije, poniéndome de pie.

—¿A dónde vas? —preguntó Mike.

—Necesito estar sola... iré a caminar un poco, te veo en la posada. Lo siento, Mike... —dije, y salí de la cafetería.

No sé qué me sucede. No he sido sincera con Mike ni, mucho menos, conmigo misma.

¿A quién quiero engañar? El único hombre que amo es a Oliver, pero él se casará pronto... y Mike, él me quiere y es un buen muchacho, demasiado bueno para mí, pero mis sentimientos hacia él son muy diferentes a los que siento por Oliver.

¡Qué difícil es ser yo...!

Di un largo paseo por el bosque. Allí me siento libre, en paz. Es un lugar hermoso para sentirse tranquila y contemplar la naturaleza...

Después de un buen rato, llegué a la posada.

—¿Cómo te fue? —preguntó Mike, que se encontraba sentado en el sofá.

Me quité el abrigo.

—Bien. Creí que estabas acostado.

—No tengo sueño.

Tomé asiento a su lado.

—Necesito un trago —anuncié.

Mike frunció el ceño, algo confundido.

—¿Desde cuándo bebes?

—Desde hoy —dije, y saqué de mi bolso una botella de licor.

Mike abrió los ojos de par en par.

—¡Es de Bar Polis! ¿Cómo la conseguiste? ¿Tus hermanos te la dieron?

—La tomé del salón de licores que tienen mis hermanos en casa. Y sí, por primera vez en mi vida probaré el licor que papá creó —sonreí—. Aunque ya antes había probado uno de estos, fue hace mucho, pero nunca me había embriagado, y hoy quiero hacerlo.

Mike me devolvió la sonrisa.

—Eres toda una bribona.

Bebimos toda la botella. Mis ojos estaban desenfocados, mi cabeza me daba vueltas y no dejaba de reír. De alguna manera, el licor me hacía olvidar de todo, me hacía sentir feliz y sin preocupaciones, solo que... todo eso era solo temporal.

Y sin recordar más, caí en un profundo sueño.

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora