Capítulo 9

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Al fin llegó el día señalado, aquel en que la flor y nata del pueblo se reuniría en el gran salón de los señores Smith para el baile. Muchas doncellas acudirían con la esperanza de hallar marido. La cacería había comenzado, y los caballeros preparaban sus mejores galas para deslumbrar en la velada.

Ya ataviada, salí de mi aposento para descender las escaleras. Mis hermanos se encontraban abajo, enfrascados en una conversación. Chris volvió su rostro hacia mí y le hizo un gesto a Levi para que también me mirara.

Ambos quedaron boquiabiertos.

Chris tomó la palabra.

—Te ves hermosa, hermana —dijo con una sonrisa afectuosa.

Le devolví la sonrisa.

—Gracias, Chris, aunque esta prenda tan ajustada me está quitando el aliento —reí nerviosamente.

Una leve sonrisa se dibujó en el rostro de Levi.

—Serás la envidia de muchas jóvenes, de eso no hay duda.

Llevaba puesto un hermoso vestido vaporoso de mangas holgadas, de color azul celeste. Mi cabello castaño estaba recogido en un lazo en forma de moño. El vestido azul combinaba a la perfección con mi piel blanca. Aunque soy más de vestidos sueltos, este corsé me sentaba muy bien, pero aun así, prefiero los vestidos sin tanta constricción.

—Ya no me miren así, sigo siendo yo, solo que con un hermoso vestido.

—Sigues siendo la misma Octavia voluntariosa —dijo Levi, y luego se acercó para ofrecerme su brazo.

Lo tomé del brazo y salimos de casa para subir al carruaje que nos llevaría al gran salón.

Ninguno de los tres habló durante el trayecto, hasta que yo rompí el silencio.

—Y ustedes... ¿piensan encontrar alguna dama allí? —dije, expectante de su respuesta.

Levi y Chris intercambiaron una mirada incómoda.

—Personalmente, aún no estoy interesado en ninguna de esas mujeres. Estoy concentrado en sacar adelante el "Bar Polis" —dijo Levi con seriedad.

Chris suspiró.

—Yo tampoco estoy interesado en nadie por el momento.

—Dolores dice que se encargará de que encuentren buenas esposas. No pueden seguir solteros toda la vida... Además, si a mí me comprometieron sin mi consentimiento, ustedes deberían hacerlo también.

—Tu caso es diferente, es un compromiso por conveniencia. Estás salvando nuestro futuro y el tuyo. Créeme, Octavia, que si estuviera en tu lugar y tuviera que casarme para no perder la empresa de nuestro padre, lo haría.

No digo palabra, desvío la mirada hacia el paisaje que nos rodea, contemplando el camino por el cual nos conducimos hacia el gran salón de los Smith.

Después de un rato en silencio, pregunto con desgana.

—¿Y cuándo será el dichoso día en que conoceré al joven Thompson?

—Cuando cumplas los dieciséis lo conocerás. Ya todo está planeado: el día de tu cumpleaños haremos una fiesta y el joven Oliver estará invitado. Ahí podrán conversar y conocerse.

—Así que se llama Oliver. ¿Por qué nunca antes lo habían mencionado?

—Muy poco se hablaba de él, ya que no había necesidad. Pero ahora que dentro de unos dos años alcanzarás la mayoría de edad, ya es hora de que socialices y conozcas mejor al joven Oliver.

El tiempo transcurrió y finalmente llegamos al gran salón.

Descendimos del carruaje. Muchas personas que se encontraban allí nos observaban; unos murmuraban, otros nos miraban fascinados, las muchachas contemplaban a Levi y a Chris con ojos de enamoradas.

Podría disfrutar de los bailes, siempre y cuando no reinara la hipocresía en este lugar. Las jóvenes se la pasaban hablando y chismeando, y a veces hasta inventando cosas sobre la vida de los demás, y eso era algo que no podía tolerar. Pero aquí estoy, en contra de mi voluntad, aparentando estar satisfecha en este lugar.

Seguimos abriéndonos paso hacia donde se encontraba la mayoría de las personas refinadas, bebiendo champán y conversando.

Comienzo a mirar a todos lados, estirando el cuello en busca de Helena y Noah. Eran las únicas personas a las que deseaba ver en ese momento.

Los señores Smith, junto a sus dos hijas, se acercan a saludar.

—Sean bienvenidos los hermanos Danvers —dice el señor Smith.

Levi y Chris sonríen ampliamente.

—Es un gusto, señor Smith —responde Levi.

Las chicas parecen locas por mis hermanos, los miran con ojos de depredadoras.

«Enfermas. La falta de marido las pone desesperadas», pienso para mis adentros.

Luego de los saludos y la bienvenida, disimuladamente me camuflo entre unas personas que pasan a mi lado para escapar de mis hermanos.

Salgo caminando rápidamente hacia una zona más solitaria y un poco oscura.

Al fin, lejos de esos estirados.

Escucho un pequeño ruido proveniente de un arbusto. Me acerco cautelosamente y mis ojos se abren de par en par ante lo que acabo de ver.

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora