Capítulo 21

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Oliver Thompson.

—Vamos, Oliver, no me digas que esa damisela no te ha robado ni un ápice del corazón —inquirió Alec con un brillo travieso en los ojos.

—Es una completa calamidad, pecas, desprovista de belleza y vanidosa. Jamás posaría mis ojos en una criatura semejante —declaré con la mayor seriedad.

Alec soltó una carcajada.

—¡Vaya! No profieras tales palabras. ¿Acaso no has oído el dicho de que aquello que más evitas es lo que atraes?

Volví mi mirada hacia Alec, quien me observaba con una sonrisa enigmática.

—Yo no doy crédito a tales supersticiones.

—En cambio, a mí me parece una joven de singular hermosura.

—La señorita Danvers, con su empeño constante en llevarme la contraria, es una verdadera fuente de irritación. Su obstinación no tiene parangón, y no puedo evitar expresar mi exasperación por su actitud molesta.

—Es cuestión de tiempo para que la conozcas de verdad. Es una muchacha increíble.

Alcé una ceja, intrigado.

—¿Acaso la conoces?

—Mi querido amigo, vivimos en Alexandria, donde todos nos conocemos... bueno, excepto tú, que partiste siendo un niño y solo ahora has regresado —respondió Alec, masticando con desenfado una goma de mascar.

—Entonces, ¿son amigos? ¿Por qué no me lo habías revelado?

—¡Calma, calma! Tampoco es que seamos íntimos. Solo la distingo. Sabes bien que mis padres son clientes del Bar Polis. La he visto en algunas ocasiones en la escuela y hemos intercambiado unas pocas palabras, pero nada más.

Guardé silencio por unos instantes.

—Comprendo... En fin, no me importa. Solo desearía que mi padre recapacitara y conservara la fábrica Polis, para que este falso matrimonio se disolviera. Pero, por lo visto, solo me queda soportar a Pecas.

Alec me dio un golpecito amistoso en el hombro.

—Vamos, amigo, tampoco es tan terrible. Estoy seguro de que esa muchacha será una buena mujer y esposa... Es extrovertida, pero posee principios y se hace respetar... Es una chica con agallas, viejo —Alec me miró, y una sonrisa iluminó su rostro—. No esperes lo peor de ella... Espera lo mejor. Conócela, descubre sus sentimientos en lo más profundo, y allí encontrarás a la verdadera Octavia.

Alec, con sus grandes ojos verdes, piel pálida y complexión delgada, cabello castaño corto, nariz respingada y estatura ligeramente inferior a la mía, siempre ha sido mi único y mejor amigo. Es un muchacho que siempre lleva una sonrisa, irradiando alegría. Yo suelo decirle que es un alma vieja. Sus consejos son dignos de un caballero de setenta años, no de un joven de diecisiete. Alec es mi consejero, siempre expresa sus pensamientos con gentileza, y esa es su mayor virtud. Desde que partí a la gran ciudad, nos hemos comunicado a través de cartas o nos veíamos cuando él viajaba allí, pero nunca perdimos nuestra amistad.

Sus grandes ojos verdes me miraron fijamente.

—Sí... como sea. Debo irme. Nos veremos más tarde, Alec —me despedí.

—Hasta luego, Oliver. Ah, y piensa en lo que te dije. Date la oportunidad de conocerla un poco —Alec sonrió con calidez.

Puse los ojos en blanco y salí de la cafetería para subir al carruaje.

Al llegar a casa, vi a mi padre dirigirse hacia mí.

—Oliver, hijo mío, necesito hablar contigo. Pasa a mi despacho.

Lo seguí, sin tener idea de qué quería discutir conmigo. Tal vez me daría sermones y me diría que debía pasar más tiempo con Octavia Danvers, ya que, según mis padres, no habíamos compartido lo suficiente en estas tres semanas que llevábamos de conocernos.

—Oliver, seré directo contigo. Quiero que dirijas la fábrica Polis, que seas tú quien esté a cargo junto con los hermanos Danvers.

Abrí los ojos de par en par, sorprendido.

—Padre, pero yo...

—Oliver, eres mi único hijo y varón. Estaría muy tranquilo si tú tomaras el control. Yo ya deseo tomar un descanso, he trabajado muchos años y ahora quiero disfrutar del reposo. Sabes bien que te preparé para esto. Y como socios de la familia Danvers en la fábrica Polis y futura familia, te pondré a ti en mi lugar. Confío en ti, hijo mío —mi padre me dedicó una gran sonrisa y posó su mano sobre mi hombro.

Le devolví la sonrisa, sintiendo una mezcla de emoción y aprehensión.

—De acuerdo, padre. Si eso es lo que deseas, te haré sentir orgulloso.

—Ese es mi hijo. Sé que lo manejarás muy bien. Ah, y deberás pasar más tiempo en casa de los hermanos Danvers, ya que trabajarán juntos. Ellos te enseñarán y te pondrán al tanto de todo.

Ahora... Eso significaba que pasaría más tiempo en casa de los Danvers, ya que allí tenían toda la información y documentos necesarios para mi trabajo. Lo que también implicaba que tendría que ver el rostro de Pecas, casi todos los días.

Sería un completo fastidio. Cuanto más quería evitarla, más nos encontrábamos. El destino parecía empeñado en unir nuestros caminos, a pesar de mi resistencia. Pero qué se podía esperar, al fin de cuentas, seríamos esposos...

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora