Capítulo 51

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Oliver Thompson.

La noche pasada el sueño me fue esquivo, mis pensamientos giraban en torno a Octavia, incapaces de hallar reposo. Me atormenta que todo esto haya ocurrido, me atormenta no haberle confesado sobre aquella muchacha, me atormenta que ahora nuestros destinos estén separados, me atormenta no poder estar a su lado.

Me encuentro sentado a la mesa, compartiendo el desayuno con mis padres, apenas he pronunciado palabra alguna mientras jugueteó con la cuchara en mi sopa.

—Oliver, ¿podrías desayunar? —inquiere mi madre, con un dejo de cansancio en su voz.

Me sobresalto levemente y vuelvo a la realidad.

—Lo siento, madre, pero no tengo apetito —digo, poniéndome de pie.

—Oliver —pronuncia mi padre con tono autoritario—. Esto no es un juego.

—Lo sé, padre, soy perfectamente consciente de ello.

—Entonces compórtate como el hombre que eres y asume tu responsabilidad.

—Lo haré, padre, no te preocupes.

Mi padre suspira.

—Oliver, hijo, esto tampoco ha sido fácil para nosotros. Te veíamos con Octavia... pero las cosas no siempre resultan como uno espera... ahora, cambia tu actitud hacia esa muchacha, será tu esposa y no quiero verte con esa actitud ante ella, merece algo de respeto ya que será la madre de tu hijo.

Permanezco en silencio y me retiro.
Salgo de casa en busca de Alec. En este momento necesito sus consejos.

***

—Considero que no debes unirte en matrimonio con esa muchacha si te sientes forzado. Si no deseas hacerlo, no lo hagas y asunto concluido —declara Alec mientras da un mordisco a su manzana.

Frunzo el ceño.

—Eso no es lo que mis padres me han inculcado. Debo responder por mis actos, además esa muchacha aguarda un hijo mío... no puedo cometer tal injusticia.

—Deberías modificar un poco tus pensamientos y tu manera de ver las cosas, Oli. Esa muchacha no es a quien realmente amas, si te casas con ella vivirás en infelicidad por el resto de tus días.

Guardo silencio por un instante.

—No puedo hacer eso.

—Luego no digas que no te lo advertí.

—Mi padre ha decretado que el enlace matrimonial deberá celebrarse con prontitud, antes de que los rumores lleguen a oídos de todo el pueblo.

—Amigo mío, espero que puedas encontrar la felicidad, aunque sea una felicidad desolada.

—Ja, ja —respondo sin gracia alguna.

—Será mejor que me acompañes a casa, Verónica vendrá en breve para ultimar los preparativos.

—Posee un nombre de bandolera —bromea Alec.

—Deja tus chanzas para otro día, Alec —digo con seriedad.

—Tú siempre eres tan caballeroso, ¿no es así?

—Deja de importunarme, Alec.

—¿Cómo es que llamabas a Octavia?, ¿Fea y pecosa?, oh sí, eso es sumamente respetuoso de tu parte.

—Es diferente —digo mientras continúo mi camino.

Alec suelta una carcajada.

Mientras mi madre se afanaba en los preparativos de la boda junto con Verónica, yo me encontraba caminando de un lado a otro, sumido en profundas cavilaciones. La incertidumbre me consumía, me comenzaba a preguntar si, ¿aquel hijo que esperaba Verónica realmente era mío?

«Octavia, mi amada Octavia. Desearía poder estar contigo en este preciso instante...»

—¡Oliver! —mi madre alza la voz.

—¡Sí! —respondo rápidamente, sobresaltado.

—Deja de deambular de un lado a otro que me estás mareando, muchacho.

—Lo siento... solo estaba meditando.

—¿Meditas en nuestra boda? —inquiere Verónica con una sonrisa.

Abro mis ojos de par en par.

—Eh... no exactamente.

Mi madre me da un disimulado golpe en el estómago con su codo.

Intento sonreír.

—Sí, claro que sí...

Me alejo de ellas para dirigirme a Alec, que se encontraba sentado en el sillón observando todo mientras reía con discreción.

—Debes de estar disfrutando el momento, ¿no es así? —digo.

—No te voy a mentir, lo hago, pero también me siento mal por ti, amigo. Esto no ha sido nada fácil para ti ni mucho menos para la pobre Octavia.

—Por eso no pienso quedarme de brazos cruzados hasta estar seguro de que Verónica no miente acerca de su embarazo.

Alec presta atención.

—Ese es el Oliver que quería ver —sonríe.

Ha llegado el momento de la verdad y no descansaré hasta llegar al fondo de todo esto.

Decido, junto con Alec, emprender un camino en busca de respuestas. Con cautela, comienzo a hacer preguntas discretas entre sus allegados, busco cualquier indicio que pueda llevarme a la verdad. Las miradas furtivas y los susurros en las calles de la alta sociedad son indicios de que algo no está del todo claro.

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora