Capítulo 36

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Al llegar a su encuentro, Oliver me contempló de pies a cabeza con un aire de asombro, sus labios dibujando una perfecta 'O'.

—Debo confesar que esta noche luce usted... sorprendentemente hermosa —pronunció Oliver, sin apartar su mirada de mí.

—¿Acaso me está prodigando un cumplido? Eso es inusual viniendo de usted —intenté reír, disimulando mi sorpresa.

—Es para que sepa que soy un caballero y puedo reconocer cuando una dama se ve fascinante.

—Es usted un caballero sorprendentemente elocuente cuando se lo propone. Debo admitir que esta noche estoy dispuesta a dejar de lado nuestras diferencias, al menos por unas horas —respondí con una sonrisa—. ¿Nos vamos?

—Sí —Oliver extendió su mano hacia mí—. ¿Me permite?

Nos subimos al carruaje en dirección a un salón un tanto pequeño. Al llegar, nos adentramos en el lugar. No era espacioso, pero era un lugar de gran belleza, con luces encendidas por doquier. Oliver lo había reservado solo para nosotros, de modo que nadie más podría acceder a aquel lugar en ese momento.

—Es muy hermoso este lugar —dije mientras recorría los alrededores con la mirada.

—Lo es...

Volví mi rostro hacia Oliver.

—¿Por qué me trajiste a este lugar?, pensé que después de lo de ayer no querrías verme...

Oliver se rascó la parte posterior de su cabeza.

—He querido olvidarme de eso y... También pedirte disculpas por lo de ayer, no debí... Bueno, espero que puedas aceptar mis disculpas. Y por otro lado, quería que nos llevemos un poco mejor al menos por hoy. ¿Bailas? —dijo Oliver extendiendo su mano.

Sonreí.

—De acuerdo.

Oliver tomó mi mano y se acercó un poco a mí para comenzar a bailar muy lentamente. Nuestras miradas no se despegaban, sus ojos azules me contemplaban fijamente. Estábamos tan cerca el uno del otro que podía sentir su respiración, y él la mía.

Bajo la cálida luz de los candelabros, al ritmo de una melodía que acariciaba el alma, Oliver y yo nos entregábamos al encanto de un vals. Nuestros cuerpos se mecían con elegancia y fluidez, como si la danza misma hubiese disipado las sombras que nos separaban.

Mientras girábamos en un abrazo silencioso, nuestras miradas se encontraban en una danza aún más íntima.

—¿Puedo atreverme a preguntarte algo sin que te incomode? —indagué con timidez.

Oliver esbozó una sonrisa.

—Pregunta, te escucho.

—¿Por qué a veces eres tan brusco conmigo y en otras ocasiones te comportas de manera tan distinta?

Oliver reflexionó por un instante.

—Tal vez porque a veces no me resultas tan desagradable —bromeó con picardía.

Arqueé una ceja, y al instante, la expresión de Oliver se tornó más seria.

—La verdad es que... necesito poner en orden mis sentimientos —confesó en voz baja.

—¿Sobre qué? —pregunté, intrigada.

—Sobre lo que estoy sintiendo... —en ese preciso momento, la puerta del salón se abrió con estrépito, interrumpiendo nuestra conversación. Oliver y yo nos separamos levemente para observar quién había irrumpido en nuestro refugio privado.

—¿¡Mike!? —exclamé, confundida.

Oliver también parecía desconcertado.

—Perdonen la interrupción, no sabía que estaban aquí... bueno, este salón pertenece a mis padres y desconocía que lo habían alquilado... lo siento, ya me marcho, disculpen —Mike nos dirigió una última mirada antes de darse la vuelta.

Mis mejillas se encendieron.

—Solo estábamos...

—Tranquilos, lo comprendo. Y de nuevo, mis disculpas por la interrupción. Pueden continuar con lo que estaban haciendo —Mike se dirigió hacia la salida, visiblemente avergonzado.

Oliver y yo permanecimos allí, inmóviles, sin pronunciar palabra durante unos segundos.

—Ese muchacho es un entrometido —comentó Oliver con un deje de enfado en su voz.

Lo miré a los ojos.

—No sabía que había alguien más aquí.

—No le creo... lo hizo a propósito, siempre quiere meter las narices donde no le llaman —afirmó con severidad, sin mirarme.

—Eso no es verdad, Mike es mi amigo y lo conozco desde hace tiempo, jamás haría algo semejante.

Oliver finalmente volvió su rostro hacia mí, sus ojos clavándose en los míos con una mirada gélida.

—¿Por qué siempre lo defiendes?, eres tan ingenua que no te percatas de que le gustas.

Mis ojos se abrieron de par en par.

—¿Qué te ocurre?, ¡no tienes derecho alguno a hablarme de esa manera! —exclamé, alzando la voz.

Sin pronunciar palabra, Oliver se dirigió hacia la salida.

—Espero que un día te des cuenta de lo que sienten los demás por ti y aprendas a distinguir. Creo que el baile ha terminado, es hora de regresar a casa...

—No me iré contigo —respondí con rapidez.

Oliver apretó la mandíbula.

—Como desees, el carruaje está a tu disposición, yo no tengo nada más que hacer aquí, adiós —dijo, y desapareció de mi vista.

Me quedé allí, inmóvil, sin comprender qué había sucedido en realidad.

«Definitivamente eres un necio y un hombre de humores cambiantes, Oliver Thompson», pensé para mis adentros.

Después de quedarme allí reflexionando por unos instantes, salí del salón en dirección al cochero.

—¿Has visto al joven Oliver? —pregunté al hombre.

—Me indicó que la llevara de vuelta a su hogar, señorita, que él se marchaba por su cuenta.

—Bien, podemos... —mis ojos se posaron en Mike, sentado en un pequeño parque—. Dame un momento, aún no nos vamos —le indiqué al cochero, y luego me dirigí hacia Mike, quien al verme esbozó una sonrisa en sus labios, acompañada de una expresión de confusión.

—¿Puedo acompañarte? —pregunté, a lo que Mike asintió y abrió espacio para que me sentara a su lado.

—¿Y Oliver? —inquirió Mike.

—Es un completo patán —respondí, sin aliento.

—Lo siento, O', nunca quise interrumpir.

—No fue culpa tuya.

Mike volvió su rostro hacia mí.

—Te ves muy hermosa, O'. Lamento haberte arruinado la noche, de verdad.

Me sonrojé.

—No te preocupes, Mike, no tenías idea de que estábamos allí.

Mike suspiró.

—Hay personas que tienen la fortuna de tener a su lado a una buena muchacha... pero aún así no saben apreciarlo... mientras que otros no tenemos la misma suerte.

Arqueé una ceja.

—¿Qué quieres decir con eso?

Mike me miró fijamente y luego acarició mi mejilla.

—Eres inalcanzable para mí... pero mi corazón se niega a renunciar a ti.

Mis ojos se abrieron de par en par.

Y las palabras de Oliver resonaron en mi mente: «Eres tan ciega que no te das cuenta de que le gustas.»

Esto no podía ser...

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora