Capítulo 42

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Oliver Thompson.

En los albores de un nuevo día, me encontraba sumido en una profunda melancolía. La declaración de mis sentimientos hacia Octavia había sido en vano; su corazón, cual fortaleza inexpugnable, permanecía cerrado al amor. A pesar de que en lo más profundo de mi ser sabía que ella compartía mis afectos, se negaba a aceptarlo.

Los días se sucedieron, lentos y pesados, hasta que llegó el quinto día de noviembre, fecha en que Octavia celebraba su natalicio. La flor y nata de la sociedad acudiría a su festejo, y la familia Thompson no fue excepción. Tras el noble gesto de los Danvers al saldar su deuda con mi padre, el matrimonio concertado había sido anulado. Mi madre, en un principio, se opuso a esta decisión, anhelando que la unión se llevara a cabo. Sin embargo, mi padre, hombre de gran corazón y aprecio por los Danvers, aceptó su petición.

Frente al espejo, contemplé mi reflejo con un suspiro. Mi atuendo, impecable, realzaba mi figura. Mi cabello, cual cascada de rizos, enmarcaba mi rostro con elegancia, y mi traje azul oscuro contrastaba con la palidez de mi piel.

Una sonrisa se dibujó en mis labios.

—Luces muy apuesto, hijo mío —la voz de mi madre me sorprendió.

Aclaré mi garganta, disimulando mi nerviosismo.

—No importa. ¿Nos vamos ya? —pregunté con seriedad.

—Tu padre nos aguarda abajo. Ven, déjame arreglarte el traje —dijo mi madre, acercándose a mí. Percibió mi incomodidad y añadió con una sonrisa—. Tranquilo, Oliver. Te ves muy bien, y Octavia no podrá ignorarlo.

Un rubor tiñó mis mejillas.

—Madre, por favor...

—¿Qué? Conmigo no puedes fingir. Soy tu madre y te conozco mejor que nadie. Estás enamorado de Octavia, ¿no es así?

Desvié la mirada.

—Madre, no quiero hablar de eso ahora.

—Bien, pero recuerda que si deseas conquistar el corazón de una mujer, debes ser cariñoso y atento, no grosero.

Alcé una ceja.

—No soy grosero.

—Has rechazado a un centenar de damas, alegando que no son lo suficientemente perfectas para ti.

Suspiré.

—Lo siento. Sé que no soy bueno demostrando afecto y a veces no mido mis palabras. No es que piense eso de ellas... simplemente, no sé cómo decirles que no me interesan como esposa.

—También sé que has estado saliendo con una muchacha a escondidas —dijo mi madre con tono suspicaz.

—Solo fueron unos días, y luego me arrepentí. Ya no me enorgullece actuar de esa manera, y menos cuando las damas se ilusionan.

—Lo sé. Si quieres a Octavia, deberás comportarte de manera ejemplar con ella.

Puse los ojos en blanco.

—Ella me provoca. Es una joven muy terca.

—Querido hijo, comprendo que tu corazón esté inquieto y anheles conquistar el de esa joven que tanto amas. Sin embargo, debes recordar que el amor a menudo requiere paciencia y esfuerzo. No pierdas la esperanza.

—Madre, le declaré mi amor, pero parece que no desea cambiar de opinión. Es como si estuviera destinada a rechazarme. O tal vez aún me odia...

—El amor puede ser caprichoso, querido. Pero debes ser persistente y demostrar tu sinceridad. Las palabras y acciones sinceras son las que pueden abrir el corazón más obstinado. Continúa mostrando tu afecto y cuidado, y tal vez con el tiempo, ella verá tu verdadero valor.

—Lo intentaré, madre.

Solo espero que este día no se convierta en una pesadilla...

Salimos de casa. Me sentía tan nervioso como la primera vez que conocí a Octavia. No comprendía cómo había llegado a sentir tanto por esa muchacha, que en un principio me pareció insignificante y ahora ocupaba un lugar tan importante en mi vida.

Solo esperaba que esta vez no me rechazara.

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora