Capítulo 6

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El tiempo fue pasando, y mi tobillo, otrora lastimado, ya estaba curado. Podía retozar y brincar como antaño.

Las clases habían recomenzado, y todo parecía seguir su curso habitual. Helena no cesaba de parlotear sobre el baile, soñando despierta con hallar a su príncipe azul. Noah, por su parte, se dedicaba a sus estudios y a asistir a su padre en las labores del campo. Y yo, bueno, yo seguía sin poder digerir las palabras de Levi y Chris.

Ahora, más que nunca, la idea del matrimonio me repugnaba.

Reposando en el sofá del salón, la voz de Dolores me sobresaltó.

—Señorita Danvers, acompáñeme, por favor. Debo tomarle medidas para su vestido de gala.

Puse los ojos en blanco.

—¿A qué viene tanto empeño en que asista a ese dichoso baile? ¿Acaso no se supone que ya me han elegido un marido?

—Así es, pero la familia Danvers siempre ha sido invitada de honor del señor Smith, como cada año. Por tanto, sus hermanos y usted deben estar presentes. Además, creo que una de las hijas del señor Smith ha puesto sus ojos en uno de sus hermanos —dijo Dolores con una risita.

Abrí los ojos de par en par.

—¡Vaya!, eso sí que es novedad. Pero ya sabe usted que Levi es muy exigente a la hora de elegir pareja, y además es un tanto huraño. Dudo que alguna joven se fije en él. Y Chris... bueno, él solo vive para seguir a Levi como su sombra.

—Nunca se sabe lo que puede suceder en un baile —respondió Dolores con una sonrisa enigmática.

***

—¡Octavia, deje de moverse! Me impide hacer bien mi labor.

—Dolores, me está pinchando, eso duele —me quejé.

—Es porque no para, es usted muy inquieta.

—Quiero ir con mis amigos, este vestido me está asfixiando.

—Ya casi termino, no se mueva. Cuanto más ajustado el corsé, mejor —dijo Dolores con una sonrisa tras finalizar—. Listo.

Giro sobre mis talones para contemplarme en el espejo que tengo ante mí.

—Es un vestido de gran belleza, no cabe duda, pero jamás me acostumbraré a estos corsés —declaro.

—Claro que sí, es una prenda exquisita y le sienta de maravilla. Ya se habituará, querida, cuando sea la señora Thompson —dice Dolores entre risitas.

Mi rostro se ensombrece.

—¿Puedo quitármelo ya? —pregunto, intentando desviar la conversación para que Dolores no siga hablando de mi "futuro esposo".

Dolores pone los ojos en blanco.

—Es usted imposible.

Con presteza, comienzo a despojarme del vestido. Respiro hondo al sentirme liberada.

Esa prenda me estaba ahogando.
Salgo del salón con premura y desciendo las escaleras a toda prisa hacia la puerta principal.

Paso junto a Levi, quien me mira con recelo.

—¡No corras dentro de la casa!...

Haciendo oídos sordos, continúo mi carrera hasta salir a la calle.

¡Al fin, libre de esta casa de suplicios!

Corro por la calle, cruzando un pequeño puente para llegar a la morada de Noah.
Noah reside a unos cinco minutos de mi hogar, y Helena a unos diez minutos más allá.

Este lugar de ensueño se encuentra cubierto por un manto de hierba verde esmeralda, adornado con un mosaico de flores silvestres que se mecen al ritmo del viento. Antiguas hayas y robles rodean el prado, sus hojas susurrando melodías ancestrales mientras los rayos del sol se filtran entre sus ramas, creando un mágico juego de luces y sombras.

Un arroyo de aguas cristalinas serpentea a través del prado, entonando su eterna canción. Un pequeño puente de madera cruza el arroyo, su superficie gastada por los pasos de generaciones que han disfrutado de este idílico paraje.

Alexandria es un pequeño pueblo, pero rebosante de vida y maravillosos paisajes y naturaleza.

Saludo a las personas que encuentro en mi camino con una amplia sonrisa.
Algunas personas me devuelven la sonrisa o saludan con la mano, mientras que otras mujeres que van acompañadas de sus hijos e hijas me miran con extrañeza, murmuran cosas al oído de sus vástagos y apresuran el paso.

"Altaneras", pienso para mis adentros, y continúo mi camino.

No Te Enamores De Mi✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora