18. LA ASISTENTE QUE TODO HOMBRE QUIERE

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—Señor, necesito ir a mi casa a cambiarme —solicito, me da vergüenza ir a su lado, él tan limpio y oliendo delicioso y yo ni siquiera me he lavado los dientes.

Mi jefe frunce el ceño.

—¿Qué hay en la agenda hoy?

—Por la mañana tiene varias reuniones virtuales, con proveedores y con los organizadores de la expo otra vez —expreso leyendo lo que hay en la tableta—, almuerzo en La Nuit con Maya Green, por la tarde hay que ir al laboratorio para sus exámenes mensuales, supervisión de grabación en locación seis y en la noche cena en Mars.

Piensa durante unos segundos, después levanta el rostro hacia mí.

—Lleva mi ropa a la tintorería, surte la despensa y aprovecha para ir a cambiarte, necesito que regreses antes del almuerzo... y cancela a Maya, dile que tuve un contratiempo y agéndala nuevamente el próximo mes —indica sin emitir algún gesto.

¿Cancelar una de sus citas?

¿De verdad?

—A sus órdenes, Sr. Black. —Aprieto los labios para esconder la sonrisa que se me ha formado pensando que no se irá a follar esta tarde.

Además él no tiene grabaciones, así que solo le queda la cita de la noche. Aunque también me gustaría cancelar esa, pero es un avance que no tenga un día lleno de sexo.

Salgo con él de su pent-house, en el auto, prefiero sentarme delante con Roney y no ir atrás con él, en verdad me da vergüenza mi aspecto, hice lo mejor que pude con mi cabello, pero no me siento cómoda a su lado.

Una vez que hemos dejado al señor Black en la productora, Roney emprende el camino a mi casa, le pedí amablemente que primero me dejara ducharme y después fuéramos a hacer todos los pendientes y el accedió de buena gana.

Roney me agrada mucho, si no fuera bastantes años mayor que yo, quizá hasta me atraería, no está de mal ver. Aunque el Sr. Black también es muchos años mayor que yo, pero creo que el chófer más.

—¿Vas a platicarme o tengo que sacarte la información? —cuestiona divertido, extiende hacia mí un paquete de pastillas de menta, me da pena que lo haga porque insinúa que me huele la boca y no lo dudo, por lo que tomo varias y me las meto a la boca.

—¿Platicarte qué?

—¿Por qué te quedaste a dormir con el señor?

Sonrío.

Chismosito Roney.

—Pues no me quedé por gusto —aclaro.

—¿Ah, no? ¿Entonces por qué el señor me pidió llevar a la señorita Monique a su casa tan rápido? Y me dijo que no tenía que regresar por ti.

Con que eso hizo el jefe...

Aunque me hubiese liberado de las esposas, igual no me habría podido ir de su casa, a menos que fuera caminando y obviamente no lo haría,  Soho está extremadamente lejos del pent-house finolis de Sr. Black.

—El jefe no me invitó a quedarme, más bien me obligó —explico, le tengo confianza a Roney a pesar de haberlo conocido hace unos días—, me esposó a una cama de las habitaciones por arruinar su cita una vez más. Creo que le pareció un gracioso castigo.

Roney se ríe bajo, pero de una forma extraña.

—¿Y esa risita que significa?

—Nada —se evade y sigue riendo.

Arqueo una ceja y lo miro inquisitiva.

—Solo pienso que es curioso.

—¿Qué es curioso?

LA ASISTENTE PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora