53. REGRESO

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Despegar volvió a ser traumático, pero teniendo a mi Sr. Celoso a mi lado, no hay nada que no pueda soportar mientras sostiene mi mano y me mira a los ojos, ayudándome a mantener la calma. Ninguno de los dos ha dormido, sin embargo, no puedo dormir, porque el café que tomamos antes de abordar no me lo permite, cosa que no sucede con el Sr. Black, que parpadea pesadamente y bosteza.

—Descanse, señor, no ha dormido nada.

—Usted también debe descansar, Candy.

—El café me espantó un poco el sueño, pero seguro en un par de horas me duermo.

—¿No será que no quiere dormir para no seguir confesando sus secretos? —dice con ironía, ladeando una sonrisa que me acelera el corazón.

—Ya sabe mi secreto, no hay nada que pueda decir dormida que no sepa usted. Pero usted sí podría decir lo que no se atreve a reconocer despierto.

—No hablo dormido —asegura.

—¿Cómo lo sabe si no hay nadie que lo escuche?

—¿Me ha escuchado hablar en los días anteriores?

Diablos, tiene un punto.

—No, pero tampoco es que hayamos dormido mucho.

—No hablo dormido, Candy —repite.

—Entonces no hay ningún problema con dormirse mientras yo velo sus sueños. —Sonrío—, es más, le cantaré una canción de cuna para arrullarlo.

El Sr. Black rueda los ojos.

—Venga aquí y no sea testarudo, si quiero hacerle mimitos a mi novio, lo voy hacer. —Lo jalo hacia mí, obligándolo a recargarse en mi hombro.

No lo dejo replicar, sé que le dije mi novio, pero, aunque él no quiera ponerle nombre a nuestra relación, eso es lo que somos, una pareja, por lo tanto es mi novio. Le hago piojito y comienzo a tararear una canción que pronto se va convirtiendo en un canto entre susurros.

Cuando tus piernas no den más, aquí estoy

Y aunque no te enamores de mí,

Tú boca seguirá recordando mi amor,

Sonreirán tus ojos por mí.

Te amaré, sí

Sin importar, los años que tendré

Te amaré, y lo hago igual

Cómo lo hacía a los veintitrés…

Siento como la respiración de mi jefe se va volviendo profunda y rítmica, no pelea conmigo, permite que lo consienta aquí en el avión, con los empleados en los asientos contiguos, pero eso no me importa, a mí no me preocupa demostrarle al mundo como amo a este hombre.

Misteriosamente el amor encontré,

Nuestras manos juntas están,

Sigo enamorándome de ti cada vez

Y mi corazón te dirá, una vez más…

Tómame entre tus brazos ya,

Bésame bajo cada estrella,

De repente me puse a pensar, en voz alta,

Que el amor pudimos encontrar.

Para cuándo termino la canción el Sr. Black está profundamente dormido, conteniendo mi mano. Dejo un besito en su coronilla y me acomodo intentando dormir también, son varias horas de vuelo y no quiero estar despierta y viendo a las personas a nuestro alrededor. Dormito durante largo rato sin llegar a hacerlo por completo, hasta que una mano se posa en mi hombro y abro los ojos.

LA ASISTENTE PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora