De regreso en el edificio de la productora, voy directa a poner la cafetera para preparar el espresso de mi jefe, el cuál pasó de largo sin atender las insinuaciones de la Kennedy #2.
—Necesito toda la información referente al Sr. Black. —Me planto frente a su escritorio, ella me mira con indiferencia, como si no le importara mi petición—, el jefe me dijo que tú debías dármela, también necesito su agenda si es que tiene.
—¿Él Sr. Black dijo eso?
—Si quieres le pido que venga él mismo a darte la orden —replico, no escondo que la Kennedy #2 no me agrada, porque es notorio que tampoco le agrado.
Ella aprieta los labios, pero finalmente abre el cajón de su escritorio y extrae una tableta electrónica que me entrega a regañadientes. Inmediatamente la reviso, encontrando su agenda personal de citas, contactos, muchas notas acerca de personas y actividades, y lo más importante, su información personal.
No tengo tiempo de revisarla a conciencia, por lo que la meto en mi bolso, tomo el café, le guiño un ojo a Kennedy y me dirijo al pasillo que lleva hacia su oficina. Él está en una llamada cuando entro, extiende la mano a mí sin mirarme y por primera vez tengo el café a tiempo.
Siento una extraña satisfacción por esa simpleza.
Me siento un momento en el silla acojinada frente a su escritorio y reviso lo que hay en su agenda el día de hoy, desde ahora y hasta la seis de la tarde, marca grabación. También programo alarmas vibratorias cada dos horas para tener presente lo de su café y doy un vistazo rápido a lo de las alergias.
Tiene muchas. Me sorprendo de notar la cantidad de cosas que no puede comer. Nueces sobre todo, yo amo las nueces, el chocolate con almendras es mi favorito. No puede comer piña tampoco, ni crustáceos. No tolera el sol, el yodo, ni muchos productos antisépticos y de limpieza, al parecer su piel es muy sensible. También es alérgico al látex.
Oh diablos.
—Debemos ir al set en unos minutos —indica poniéndose de pie—, prepara la ducha.
¿La ducha?
Su vista se dirige a la puerta dentro de su oficina, una que ni siquiera había notado que estaba ahí. Me dirijo a ella con la tableta en la mano, buscando información específica sobre como toma la ducha. Tiene geles de baño especiales para piel sensible, me imagino sus nalguitas como las de un bebé, que deben ser cuidadas con productos hipoalergénicos.
También sus huevitos.
Preparo la bañera siguiendo estrictamente las indicaciones de temperatura, dejo ir una cantidad de aceites esenciales y cuando ya está todo listo, salgo para informarle que ya puede ducharse. Se adentra en el baño, ni siquiera se toma la molestia de cerrar la puerta mientras se ducha y yo debo contener las ganas de asomarme y echarle un vistazo a mi jefe desnudo.
—Kennedy, mi bata —solicita—, no la pusiste en su lugar.
—Candy, señor —lo corrijo de nuevo, desde mi silla en la oficina—, ¿dónde están las toallas?
—En el armario del baño —indica. Trago grueso y me levanto, yendo hacia el baño.
Entrecierro los ojos para entrar, extraigo una de las batas suaves y pachoncitas que cuelgan del armario, junto con otros trajes y camisas y alargo el brazo lo más que puedo a través de la mampara entre abierta, para no verlo. Aunque en realidad me encantaría verlo.
Regreso a la oficina y unos segundos después sale del baño envuelto en la bata y con unas pantuflas blancas también. Creo que me quedo algunos segundos sin parpadear y sin respirar, realmente no estoy viendo nada indebido, pero saber que solo trae la bata y ver su cabello húmedo desordenado pegarse a su frente me hace agua la boca.
Es delgado y alto, eso ya lo había notado, pero ahora lo detallo mejor por el lazo que se ajusta a su cintura. Creo que es más pequeña que la mía. Carraspeo para salir de mi embobamiento, él se dirige a la puerta y sale, así, sin preocuparse de que lo puedan ver en bata.
—Trae lo necesario —dice desde afuera y de nuevo no sé que es lo necesario.
Reviso rápido las notas en la tableta, pone algo acerca de cremas y lociones para antes de grabar. Me quedo un segundo pensando en ello, cuando Roney me dijo que tenía grabación, supuse que el jefe supervisa las escenas que se graban, pero ahora viéndolo dirigirse hacia el set, en bata y recién duchado comienzo a pensar otras cosas.
¿Él va a grabar las escenas?
Me atraganto con mi propia saliva y mis pensamientos, tomo lo necesario del gabinete del baño y corro hacia donde se dirige mi jefe, para entrar detrás de él al set. Al igual que en el otro, hay muchas personas y cámaras. Una joven mujer de salvaje melena negra y brillante, a la cual le aplican cremas en el cuerpo, lleva un pequeño bikini que no le cubre nada y no ocupa sostén.
Me ruborizo al verle las tetas.
—Buenas tardes —saluda el Sr. Black, todos le devuelven el saludo con educación.
—¡Monty! —dice la mujer con las tetas al aire—, tanto tiempo sin grabar juntos, estoy emocionada.
¿Monty?
—Siempre es un placer trabajar contigo, Serena —apunta mi jefe, en tono halagador.
Con que ella es por quién se puso celosa Jessica Rabbit, bueno, yo también me pondría celosa si tuviera alguna especie de relación con mi jefe y supiera que va a grabar con la mujer que tiene en frente. Es en verdad espectacular. No solo tiene un cuerpo perfecto, es mucho más bonita de cara que la rubia tetona, que ahora que lo pienso bien, tiene pinta de ser actriz porno.
—Kennedy, quítame la bata —pide el Sr. Black.
Parpadeo dos veces antes de comprender que me lo dice a mí.
¿Quitarle la bata dijo?
Me acerco un tanto dudosa, él levanta ligeramente los brazos para permitirme soltar el lazo que mantiene la bata cerrada.
—¿Se-se la qui-quito? —tartamudeo. El jefe asiente.
Mis dedos tiemblan deshaciendo el nudo, cuando la bata se abre contengo la respiración y evito mirar hacia abajo, aunque mis ojos no dejan de rebelarse a mí. Tomo la solapas y la retiro por sus hombros. Me quedo muda y sin respiración al verlo totalmente desnudo. Su piel es increíblemente blanca, incluso se marcan varias de sus venas.
La tentación de tocarlo es demasiada, por algún motivo tengo la idea de que estará frío porque es un vampiro y está muerto. Cuando termino de admirar su pecho, irremediablemente mis ojos bajan a dónde no deberían. Ahogo una exclamación, mis ojos se abren de sobremanera y levanto la vista inmediatamente, asustada de lo que acabo de ver.
Definitivamente está muerto y muy tieso.
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LA ASISTENTE PERFECTA
Storie d'amore¿Cuál es el trabajo de tu sueños? ¿El qué te paga un sueldo con el que jamás habías soñado? ¿O en el qué tienes un jefe ardiente como el infierno? ¿Y si se juntan ambos en uno solo? ¿Qué estarías dispuesta a hacer para conservar el mejor trabajo del...