55. LA ASISTENTE PERFECTA (parte 2)

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Roney pasa por mí a la hora exacta. No he hablado con Chema desde ayer, cuando él regresó del trabajo, yo ya estaba dormida. Salgo en silencio para no despertarlo, me siento en verdad resentida con él y no deseo cruzármelo por ahora.

—Buenos días —saludo alegremente.

—Buenos días, Candy. Debemos darnos prisa, el Sr. Black no amaneció de buen humor hoy.

—Ayer tenía un problema, estaba muy ocupado y supongo estresado, debe ser que no lo ha resuelto.

—No lo sabía, me dijo que no saldría y me dio el día libre después de traerte.

—Pues vamos, no queremos ponerlo de peor humor.

Roney conduce de prisa hacia el pent-house del Sr. Black, me intriga la clase de problema que haya podido tener que lo puso de mal humor, pero ya me encargaré de relajarlo. Llegamos en tiempo récord, desciendo del vehículo y subo en el ascensor. Todo está en silencio al abrirse la puerta, voy directa a su habitación y lo encuentro sentado en el borde de la cama, llevando un bóxer negro y con gesto de pocos amigos.

—Buenos días, señor. —Me acerco a él y dejo un beso en su frente.

—Buenos días, Candy. Prepare la ducha, tenemos que llegar a la oficina —responde serio.

Humm, sí que está de mal humor.

—Lo que ordene, señor.

Me voy al baño a prepararlo como cada día. Busco en el armario lo que se pondrá hoy y lo coloco en el perchero para darle una pasada con la plancha de vapor, a mi jefecito le gusta andar perfecto.

—Está lista la ducha, señor —indico. Se pone de pie dejando su móvil sobre la cama y entra en el baño sin decir nada.

En verdad está de mal humor, pero yo no tengo la culpa, no debería comportarse así conmigo. Ingreso en el baño también, decidida a preguntarle qué lo tiene tan molesto y ver si puedo ayudarlo en algo, o al menos intentar relajarlo.

Se me ocurre una muy buena manera de hacerlo.

—¿Sucede algo? Lo noto tenso.

—Problemas, Candy, problemas por todos lados —dice en voz baja, notoriamente molesto.

—¿Puedo ayudarlo en algo?

—No, no puede ayudarme.

—¿Qué problema tiene?

Resopla. Se queda callado por varios minutos y cuando creo que no me va a responder, por fin habla.

—Mi padre, está buscando la forma de joderme.

Tenía que ser ese viejo.

—Lo siento, señor, si puedo ayudarlo en algo, dígalo.

—No, no puede ayudarme —replica.

Decido ya no insistir y dejarlo pensar como solucionar sus problemas. Preparo el café y lo sirvo en nuestras nuevas taza, el cuál bebe mientras me ocupo de colocarle las lociones a su precioso cuerpo. Salimos del pent-house bastante más temprano de lo habitual, el Sr. Black tiene una reunión con sus abogados para atender los asuntos que inmiscuyen a su papá.

Durante todo el trayecto va pendiente de su teléfono, contestando mensajes y poniendo más cara de amargado que nunca. Acaricio su mano para intentar distraerlo, si sigue así, le va a dar una embolia del coraje, sin embargo, no me presta mayor atención, más que para darme una media sonrisa forzada.

Baja del vehículo discutiendo con alguien por teléfono, lo sigo como normalmente lo hago, detrás de él que camina tan rápido que casi debo correr por la recepción para seguirle el paso, donde Kennedy #1 nos observa con una sonrisa odiosa en el rostro.

LA ASISTENTE PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora