Básicamente nos pasamos toda la mañana y gran parte de la tarde en grabaciones, mi jefe decidido a ignorarme y yo solo ocupada en terminar de leer los archivos de la tableta. También aprovecho para mandarle mensajes a Chema desde el móvil de la oficina, explicándole lo sucedido y por qué no he parado dos noches en el departamento.
«¿Dormiste en la misma cama que tu jefe?»
«Sí, pero no pasó nada, están prohibidas las relaciones entre los empleados.»
Levanto la vista al Sr. Black que revisa en una pantalla la toma que se hizo de una pelea entre las chicas dentro de una pequeña piscina de barro.
«Mi jefe solo se folla a actrices porno con tetas grandes y coños bonitos y lampiños.»
«Tu coño es bonito.» Responde acompañando sus palabras con un emoji de la luna con cara de pervertido.
«Pero no es lampiño.» Replico.
«¿Eso significa que quieres que tu jefe te folle? Estoy comenzando a ponerme celoso.» Agrega un emoji de carita enojada y yo sonrío.
«Obvio no, es solo mi jefe.» Contesto, de ninguna manera voy a admitir para nadie que me encanta el Sr. Black y que me paso veintitrés horas y cincuenta y nueve minutos al día fantaseando con su pene.
«Igual, si eso te cohíbe, puedes depilarte. Yo puedo ayudarte con eso.»
Casi puedo imaginarme la cara de pervertido de Chema mientras escribe eso. Mi amigo es bastante guapetón, su tono de piel es un poco más claro que el mío, tiene ojos verde oliva y un cuerpo, que si bien no es trabajado en el gimnasio, está de buen ver, de esos que no engordan con nada.
«Eres un idiota Chema, no me voy a depilar por complacer a ningún hombre.»
«Te daría mejores mamadas si estuvieras depilada, no sé, piénsalo.» Manda un emoji guiñando el ojo y yo suelto una breve carcajada.
—Candy —llama mi jefe, inmediatamente cierro la boca y me pongo de pie para ir hacia él.
—A sus órdenes, señor.
—Salimos en veinte minutos hacia Manhattan, encárguese de tener todo listo.
Asiento a su orden y me dirijo a recepción para pedir la cuenta del hospedaje, comidas y uso de instalaciones para la grabación y mandarlas por correo al área financiera de la compañía. Mientras lo hago, noto que en el correo institucional de la compañía, está el mail con los resultados de mis exámenes de ayer.
Lo abro de prisa, por algún motivo me da nervios lo que puede haber ahí, aunque yo nunca he considerado tener una enfermedad de transmisión sexual, lo cierto es que no tengo la certeza y abrir el correo me genera ansiedad. Exhalo pesadamente al ver qué todo es negativo e incluso me río conmigo misma por ser tan histérica.
—¿Qué es tan divertido? —cuestiona Emet, quién lleva cargando los forros con los tripiés de las cámaras.
—Nada, un correo electrónico con buenas noticias.
—Candy —llama de nuevo mi jefe—, ¿ya envió la información al financiero?
—Sí, señor, estoy esperando que me envíe el comprobante de la transferencia para reenviarlo al correo del hotel.
Mira la tableta en mis manos, que tiene abierto el correo del laboratorio. El Sr. Black me la quita para revisar lo que pone, yo no sé dónde esconder la cara, aunque en verdad no debería darme vergüenza, son los análisis que dicen que estoy completamente sana.
ESTÁS LEYENDO
LA ASISTENTE PERFECTA
Romance¿Cuál es el trabajo de tu sueños? ¿El qué te paga un sueldo con el que jamás habías soñado? ¿O en el qué tienes un jefe ardiente como el infierno? ¿Y si se juntan ambos en uno solo? ¿Qué estarías dispuesta a hacer para conservar el mejor trabajo del...