27. VIVIAN

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Dos horas de tortura de mierda.

Ver a mi jefe conversar con una mujer que no es una fulana encimosa es aún pero que verlo con una que sí lo es. Él es amable y atento con ella. Ella es graciosa y tierna con él y de vez en cuando trata de incluirme en la conversación a pesar de no estar en su misma mesa, preguntándome qué opino.

Prefiero negar y sonreír para no gritar mil maldiciones. Opto por no entrometerme, cosa que parece complacer a mi jefe, que sonríe cada vez que me evado de los intento de Mandy por hacerme partícipe. Lo peor de todo es que me siento una horrible persona por odiarla, por ser linda, educada y carismática y no una lagartona como las demás.

Preferiría verlo encima de él pretendiendo devorarlo como las otras, porque eso facilitaría mi trabajo de quitársela de encima a mi jefe sin remordimiento. Pero no, aquí estoy soportando la despedida llena de sonrisas y miradas cariñosas, besitos tiernos u caricias casuales de mejillas que me hacen rabiar y odiarla más de lo que he odiado a una persona, en solo dos horas de conocerla.

—Te veo en la noche, ¿cierto? ¿Me acompañarás al cocktail de Summers? —pregunta mi jefe en voz suave y educada.

Ella sonríe.

—¿De verdad quieres que te acompañe?

Me parece notar una mirada rápida hacia mí, por parte de ella.

—Por supuesto, Mandy, con nadie más preferiría ir.

Hijo de puta, cuánto te odio.

La sonrisa de Mandy se amplía.

—Está bien, querido. Si no te molesta, te veo ahí, no es necesario que pases por mí.

Él asiente.

Se despiden con un apretado beso en la mejilla que es aún peor que los de la pulpo devoradora de hombres del otro día. Ella sube a un súper lujoso auto, diría que más lujoso aún que el de mi jefe y luego el Sr. Black regresa al suyo, para subirnos y emprender el camino de vuelta a la oficina.

—Roney, hagamos una parada en Saks antes de ir a la oficina —indica el jefe. Roney acata la orden.

Saks también está bien la Quinta Avenida y por supuesto es muy exclusiva, jamás he entrado, porque sólo de saber que no puedo pagar ni por el polvo que aspiran, me deprime. Pero justo ahora estoy caminando un paso detrás de mi jefe hacia el área de caballeros, donde un asesor rápidamente lo aborda.

Selecciona varios trajes de telas preciosas, pero que son exactamente iguales a los que tiene en su armario, por lo que no entiendo para que quiere más de estos. Sin embargo no digo nada, camino detrás de los hombres mientras reviso la agenda de mi jefe, debe llamar a su madre en poco tiempo.

—Si es todo cuánto desea ver, pasemos al probador —propone el asesor.

El probador es casi del tamaño del departamento de Chema, incluso tiene un sofá muy cómodo donde me siento a esperar que el jefe termine de probarse los trajes y hagan los ajustes al dobladillo. Aprovecho para mandarle un mensaje a Chema, e informarle que tendremos visitas que seguro le agradará conocer, a lo que me responde con un sticker bastante subido de tono.

—Si terminó de mensajes con su no novio, vayamos a la sección de damas —comenta mi jefe con gesto glacial.

—¿A la de mujeres?

—Sí, dijo que no tenía ropa adecuada para el cocktail, entonces vamos.

Mis cejas se alzan con sorpresa.

—Yo… no… no puedo permitirme algo de esta tienda —susurro hacia mi jefe.

Él resopla.

—Vamos de una vez, no queda mucho tiempo.

LA ASISTENTE PERFECTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora