[ 𝟎𝟏 ; 𝟖𝟕 ; 𝟑/𝟑 ]

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HOLA, ESTOY ESCRIBIENDO EN MAYÚSCULAS PARA QUE NO DEJEN PASAR ESTE AVISO.

SÉ QUE DIJE QUE A PARTIR DEL CAPÍTULO 70 YA ESTARÍAN BIEN LOS CAPÍTULOS, PERO NO ESTOY MUY SEGURA, ASÍ QUE TAMBIÉN LOS DEJARÉ CON ESTE AVISO DE QUE PUEDEN ENCONTRAR ERRORES Y MUCHO CRINGE, SEAN CAUTELOSOS AL LEER SJDAKJDLJAKSDHKJAHS.

ADIÓS.

***CUANDO UN CAPÍTULO YA ESTÉ EDITADO, ESTE AVISO PEDORRO NO APARECERÁ AL PRINCIPIO***

[...]



Una caja de pizza de ocho rebanadas se encontraba encima de una bandeja que lo separaba del contacto directo con el suelo, espacio donde se hallaban sentados ambos jóvenes, quienes descansaban sus espaldas en el costado de la cama del mayor de estos, sumidos en un silencio que les permitía escuchar el sonido de sus cavidades bucales al masticar, mientras sus ojos iban y venían por la habitación de puerta cerrada sin seguro, así hasta que la atención del universitario se desvió a la particular forma de comer que caracterizaba al adolescente, aquella que se le antojaba divertida y entrañable.

—¿Qué pasa? —llevando un rato sin hablar, el menor se decidió a poner en duda la mirada del contrario.

—¿Por qué comes así? —preguntó con un sonrisa entretenida, contagiando al receptor de la interrogante.

—¿Cómo? —ladeó su cabeza, aún con su primer trozo en las manos —¿Tan lento? —entonó confundido.

—No, así... —corrigió, procediendo a hacer una demostración mordiendo la punta de su tercera rebanada con los dientes frontales, sin antes ejecutar una especie de gestos con su boca, prácticamente midiendo el porte del bocado que daría, y enseñándole el miserable pedazo faltante.

—Ah... —se rió por la exagerada dramatización de su hermanastro —Es que no puedo dar mordidas tan grandes... —se explicó, recibiendo una expresión extrañada como respuesta —No estoy acostumbrado —se encogió de hombros para que le creyera, sin embargo, el opuesto soltó una carcajada —. ¡Es verdad! —se indignó con algo de gracia.

—Cuando llegaste, no decías lo mismo —esbozó una sonrisilla sugestiva.

El azabache le miró sin comprender, pero tan pronto entendió que tal enunciado era una referencia a la felación que le dio al arribar a su casa, su rostro se coloró de una tonalidad carmesí y apretó sus labios, alejándose del más alto con vergüenza.

—¡Déjame comer tranquilo! —espetó al seguir sintiendo su vista encima suyo.

—Era broma, no me odies, por favor~ —se acercó usando sus rodillas.

—Ya no podré comer delante tuyo sin pensar en eso —protestó, girándose para que no pudiera sentarse a su lado —¿A caso siempre piensas en eso cuando como? —un morrito se posó en sus delgados belfos.

—No —contestó rápidamente —. O sea, no siempre, pero-

—¡¿Por qué eres así?! —fingió llorar, echando hacia atrás su cuello y disminuyendo las posibilidades del rubio de alcanzarlo.

—No, no, Gyu —se medio rió de la situación —. Eres tierno comiendo así, lo juro —asintió efusivamente, esperanzado de que aceptara sus palabras.

El pelinegro lo observó incrédulo, pero terminó por darle un espacio para que se dejara caer a su costado, sitio que el decolorado aprovechó para apegarse al más bajo y así seguir comiendo la pizza que su madre les dejó en el cuarto, los dos con una sonrisa menguante dibujada en sus rostros.

❝𝒅𝒓𝒐𝒑𝒐𝒖𝒕❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora