[ 𝟎𝟏 ; 𝟏𝟑 ]

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Estar en la escuela tiene muchas ventajas, entre ellas estaba el tener un horario organizado, donde tu día comenzaba a las ocho de la mañana con la primera clase y terminaba a las cuatro de la tarde con la última de estas. Lo que hicieras con el resto de tu tiempo libre, era cosa de cada individuo, pero Choi Beomgyu ya tenía una rutina formada de manual, porque una vez estaba fuera de la institución, su novio iría a por él —dependiendo de su disponibilidad o eso era lo que le hacía creer al menor— y se dirigirían a comer un helado o a por un café, dependiendo del clima, aunque daba igual si cambiaban ese paso por otro, ya que, al final, siempre terminarían en el departamento del mayor y en su cama, evidentemente. Luego, cuando el adolescente llegaba a su casa, dejaba su mochila en cualquier lugar que no obstaculizara el paso de los demás moradores, cenaba lo que hubiera esa noche, se aseaba y cambiaba su ropa por un pijama, listo para acostarse.

Sin embargo, desde que sus padres se habían marchado a su luna de miel en otro país, indicios de que su rutina iba a cambiar habían aparecido tenuemente, como si le advirtieran que algo andaba mal. Al principio creyó que no ver al rubio era normal, podía ser que se haya tenido que ir temprano a una clase —aún si tener una antes de las siete era extraño— y por eso no lo vio el lunes. No obstante, cuando volvió a casa a las ocho de la noche, seguía sin haber rastro de Choi Yeonjun, pero lo dejó pasar al igual que al día siguiente, porque el martes tampoco hubo un ápice de que el decolorado hubiese pisado el lugar.

"—¿Yeonjun ha vuelto a salir a esta hora?"

"—Sí, él ha estado ocupado con algunos proyectos de la universidad."

Le habían encargado que cuidase de él, por lo que sería un inminente castigo al mayor si este no estaba cumpliendo lo que se le pidió. Entonces, Choi Beomgyu mintió y lo siguió haciendo por días, porque ya era jueves y permanecía sin saber dónde se había ido a meter el universitario. 

La curiosidad iba en crescendo, llegando al punto en el que —a partir del tercer día— el azabache prefería irse a casa apenas la escuela acababa. Es decir, dejaba de lado a su novio, cambiando los encuentros físicos por mensajes que siquiera leía, ya que parecía que al de tez pálida empezaba a interesarle más mirar la puerta de la casa, que las burbujas contrarias del chat.  

Y el viernes por la noche llegó acompañado de una proposición de su novio, quien se volvía más insistente a medida pasaba el tiempo, y eso era una pena, porque el más bajo no estaba demasiado presente en su realidad de pareja como para darle la importancia que, normalmente, le daría en situaciones recurrentes.

—Quizás, esta relación no está funcionando... —se oyó, desde el otro lado de la línea, a un castaño usando sus tácticas de manipulación, aquellas que el pelinegro nunca reconocía.

—¡No! —eso le había caído como un balde de agua fría —Hyung, lo estás malinterpretando —agarró el teléfono con ambas manos, asustado por las palabras de Lee Hoseok —. He estado algo ocupado, pero, cuando este libre, te llamaré para quedar... ¿Vale, hyung? —trató de suavizar su voz al máximo, todo en un intento de apelar a las emociones del contrario.

—Yo quiero verte ahora... —por más que eso endulzara el oído del adolescente, también envenenaba sus sinceros sentimientos, aquellos que el de veintidós obviaba por completo.

—Yo también, hyung... —esbozó un puchero, haciendo su tono más sensible —La próxima semana estaré libre, lo prometo-

—No estás pensando en mí —sentenció con ligera molestia, una que el menor sí pudo captar.

—Claro que sí lo hago-

—Entonces, ¿por qué me haces enfadar? —el entrecejo del más bajo se tensó, al igual que sus comisuras labiales cayeron, reflejando confusión y tristeza —Por esto es que prefiero a Chaewon-ah-

❝𝒅𝒓𝒐𝒑𝒐𝒖𝒕❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora