[ 𝟎𝟏 ; 𝟏𝟖 ]

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Las cortinas yacían abiertas de par en par, los parlantes amplificaban la melodía que estos mismo emitían y, por su parte, una mujer se deslizaba a lo largo de la casa. Dicha sumatoria de factores era la principal razón por la que las vacaciones de Choi Yeonjun eran mejores que cualquier otro periodo del año. Es decir, pasaban el tiempo en la cocina, sector donde Choi Sooyoung les enseñaba platillos que, ante los ojos del pequeño de trece años, eran dignos de un restorán de cinco estrellas. Ambos hombres aprendices se dedicaban a replicarlos, entregándoselos a la castaña, quien fingía ser una jurada de algún concurso de chefs aficionados. 

Quizás la fémina no tenía el mejor trabajo del mundo y su sueño de vivir del mundo culinario tampoco llegó a realizarse, sin embargo, la vitalidad que emanaba su menuda figura era contagiosa, siendo esta el antídoto para la tristeza que su esposo sufriría, pues, en ese momento, ninguno de los dos creyó que su historia terminaría tan pronto.

La luz había dejado de ingresar a través de las ventanas, hecho que coincidió con el instante en el que Choi Donghae descubrió que, aparentemente, el sol había empezado a brillar más de lo que alguna vez el amor de su vida alumbró por sí misma.

Choi Yeonjun contaba con catorce años cuando su madre había dejado de ir a laborar como acostumbraba por las mañanas, no obstante, una connotación negativa fue lo último con lo que habría asociado a la situación, puesto que lo primero que cruzó su cabeza fue un despido, uno que le permitiría darse unas merecidas vacaciones. Y esos inocentes pensamientos resultaron satisfactorios ante el matrimonio, quienes no buscaban preocupar a su retoño con algo de lo que la mujer ser podía librar en un futuro cercano. Pero el polvo comenzó a acumularse en las cortinas, mientras que lo único que se desprendía eran los meses del calendario en la habitación de la pareja, cada hoja acabando en la basura, tal y como sucedió con sus esperanzas.

"—Seis meses es lo máximo que puedo adjudicarle, señora Choi."

La quimioterapia fue descubriendo cada una de esas mentiras que ellos creyeron piadosas, arrebatándole su larga y hermosa cabellera a Choi Sooyoung, robándole cada suspiro e ilusión de que sólo fuera una pesadilla, aún cuando era consciente de cada día en el que despertaba al escuchar los sollozos y lamentos del hombre a su lado, ese que tenía que soportar la idea de que su estrella favorita estaba postrada en un lecho del que no volvería a levantarse con libertad, hundiéndose y entremezclándose con la oscuridad del cuarto.

El tiempo se acababa, Choi Yeonjun fue en picada, sus calificaciones, su comportamiento, sus amistadas, cada aspecto de su vida decayó. Su carismática personalidad que le otorgaba el título de mariposa social se desvaneció dentro de las cuatro paredes de una habitación a la que no tenía acceso, esa que encerraba la verdad que su padre lo privaba de saber, mintiéndole constantemente, proclamándole que su progenitora se recuperaría si se esforzaba por salir adelante. Pero, tal como las mentiras caían por su propio peso, los errores te arrastraban con ellos.

"—¡No voy a ir con los abuelos, quiero quedarme con mamá!"

"—¡Sube al auto de inmediato!"

Choi Donghae no supo manejarlo. El mundo se estaba cayendo en mil pedazos, punzantes trozos que barría debajo de la cama, la misma en la que previamente escondió a su unigénito para que no se enterara de lo que ocurría afuera. Entonces, cuando cada pieza se incrustó en lo más profundo de su ser, el orden se vio afectado, transformando la versión de la historia en uno que terminaría de romper a esa familia.

Un mes después de aislar a su hijo, Choi Sooyoung falleció.

[...]

Sus párpados se abrieron súbitamente, topándose con la penumbra de su cuarto y largando un suspiro al recordar de qué se trató uno de sus sueños, casi que reprochándose el no haber tomado una bebida energética, las cuales ingería justamente para evitar quedarse con una presión en el pecho al tener ese tipo de "pesadillas" que lo traían de vuelta a su pasado. Sin embargo, cuando hizo el amago de levantarse de su lecho, su mirada cayó automáticamente en el cuerpo que dormía a su lado, pues ejercía cierto peso en su costado.

No recordaba con exactitud cuántos días habían transcurrido desde que el azabache se había acostumbrado a acostarse en su cama, pero lo que sí podía reconocer era lo sencillo que fue ganarse una parte de su confianza, mas no toda, pues seguía sin comprender qué era aquello que atormentaba al adolescente hasta el punto de evitar contacto con los demás. No obstante, pese a que fuera información que el pelinegro no le estaba facilitando, al rubio no le importaba la causa de la decaída emocional impropia, pues le resultaba irrelevante.

Pero Choi Yeonjun no fue a por la cafeína que necesitaba para mantenerse despierto, sino que permaneció junto al menor, desconociendo la fijación negativa que se iría gestando en sus entrañas, esa que se enfocaría en el bienestar inconsciente que le provocaba el malestar del contrario.
























❝𝒅𝒓𝒐𝒑𝒐𝒖𝒕❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora