[ 𝟎𝟏 ; 𝟏𝟒 ]

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El hombre y la mujer no paraban de relatar sus bonitas experiencias en ese país desconocido para ellos, explicando las distintas veces en las que tuvieron problemas para comunicarse en restaurantes y terminaban recibiendo un platillo totalmente diferente al que tenían en mente. Pero, en fin, tampoco era como si al rubio le interesara prestar atención a lo que sus tutores tenían que decirle, así que, prácticamente, terminaron hablándole más al azabache, adolescente que les respondía queriendo saber más al respecto. Y no fue hasta media hora después que la videollamada fue finalizada bajo la excusa de que tenían que estudiar para unos exámenes. Todo mentira, evidentemente.

Miércoles por la noche, momento exacto en el que el día siguiente a ese, es decir, el jueves, se volvía inexistente, yéndose tan rápido como venía y permitiéndole al ansiado viernes plantarse en sus vidas, trayéndoles esas reuniones —también conocidas como fiestas— a las que se podía asistir dentro su entorno o, mejor dicho, en el entorno del universitario, ya que el estudiante de preparatoria no solía ir con tanta regularidad y, mucho menos, hacer lo que su hermanastro hacía en esas instancias.

—Hyung —lo llamó el azabache, deteniéndolo de salir de la habitación que compartían.

Era cierto que, después de esa especie de consuelo, el menor se había pegado como chicle a él, sin embargo, lo dejaba estar, pues le permitía avanzar en su estrategia para lograr que termine con Lee Hoseok. Porque Choi Yeonjun no era estúpido, él entendía que el pelinegro no acabaría una relación de casi un año, sólo porque se lo pidió. Era un crío, su capacidad de comprensión —en el terreno de las relaciones— no era tan deslumbrante y el rubio ya se había dado cuenta de eso con antelación, por lo tanto, ahora sólo tenía que mantener la falacia.

—¿Hmm? —se volteó hacia el contrario mientras se rascaba detrás del lóbulo de su oreja.

—Tú... —con su mano acarició el cabello propio, intentando calmarse a sí mismo —Tú conoces mejor a Hoseok hyung, entonces...

—No voy a ayudarte con él —rodó los ojos y se fue de la habitación, mas el menor le siguió apresuradamente —. Ya sabes que pienso sobre ese asunto.

—¡N-no! —soltó en un ahogado gritito, pero el decolorado no volvió a mirarlo, limitándose a entrar en la cocina con el más bajo detrás suyo —Quería preguntarte si podías ir conmigo hasta su departamento —definitivamente eso lo hizo voltearse.

—¿Por qué irás hasta allá? —arrugó el entrecejo, todo a la vez que sacaba del refrigerador los ingredientes de la cena —No te acompañaré a que le pidas perdón-

—Es para terminar con él —interrumpió, viendo con seguridad cómo la quijada del rubio se desplomaba y su boca quedaba abierta al igual que sus ojos —¿Lo harás, hyung?

Choi Yeonjun se quedó en silencio, observando la confianza que, de repente, había agarrado el estudiante de preparatoria, ya que, irle a terminar a su novio en su propia casa en lugar de hacerlo por teléfono, le hacía asumir que nada coherente pasaba por la cabeza de ese niño y, en el caso de que sí fuera así, seguramente no era algo del todo brillante. No obstante, no podía desaprovechar la chance que se le estaba entregando en bandeja. Es decir, ver la cara que se le quedaría al castaño después de que este creyera que él no sería capaz de hacer funcionar el plan de arrebatarle al crío, eso era algo que el imprudente ego del rubio necesitaba presenciar.

Sin embargo, frustrar al adolescente era igual de divertido.

—No —negó a la vez que cerraba la puerta de la nevera y se preocupaba de lavar los alimentos.

—¿Qué? ¿Por qué? —su expresión de seguridad se tornó en una de confusión y decepción, acercándose con vehemencia, transgrediendo el espacio personal de su mayor.

—Tú dijiste que no eras un niño —medio sonrió, marcando su prepotencia —. ¿No que los adultos podían arreglar sus problemas solos? —le miró de reojo, notando cómo el pequeño se desinflaba allí mismo y, entonces, ahogó una carcajada.

El delgado cuerpo se esfumó de su lado, moviéndose lentamente por la cocina, así hasta llegar al desayunador y sentarse en uno de los taburetes, apoyando sus codos en la superficie y dejando caer su mentón entre ambas manos, sosteniéndose deprimentemente. 

El universitario no volteó, sólo pudo regocijarse en las vibras que transmitía el opuesto, sintiendo esa superioridad que le propinaba la situación. Porque, saber que podía hacer y deshacer el estado de ánimo de un individuo, recalcaba sus roles, destacándolo a él como quien tenía poder sobre el otro. 

Felizmente terminó de cocinar la cena y cogió dos platos, llevándolos hasta el mueble que cumplía la función de mesa y depositando cada uno en su lugar, dejando el impropio delante del cabizbajo, chico que estaba notoriamente ido, ya que su hermanastro no quería ayudarlo, pero tampoco podía reprocharle, debido a que era cierto que él no era un niño y que tampoco le interesaba volver a darle esa imagen al mayor. Además, Choi Yeonjun ya había hecho mucho por él al decirle la realidad sobre su novio y sería egoísta exigirle más.

—Se te va a enfriar, "chico listo" —comentó a modo de burla y Choi Beomgyu odió un poco a su madre por decir algo tan vergonzoso.

—Gracias, hyung... —murmuró, centrando el plato para poder tener un mejor alcance. 

La cena transcurrió con sigilo, cada quien ocupado en sus propios problemas, siendo los del pelinegro mentales, mientras que los del decolorado estaban dentro de ese aparato que llevaba a todas partes y no solía soltar nunca, su teléfono. No obstante, cuando la comida se acabó y llegó el turno del menor de limpiar lo que estuviese sucio, fue que el universitario se atrevió a hablar nuevamente.

—Hay una fiesta este viernes, ¿sabes? —dejó caer como quien no quería decir nada.

—Eso es genial, Yeonjun hyung... —respondió para no faltarle el respeto.

—No estás entendiéndome, ¿verdad? —su mejilla reposaba sobre una de sus manos, así mirando al azabache por detrás con aburrimiento, rodando sus ojos cuando negó con la cabeza, igualmente viéndolo con esos orbes brillosos —Estoy diciéndote que podrías ir conmigo y... —se paró de su lugar, dirigiéndose al más bajo —Si realmente eres tan valiente como para hacerlo... —agachó su cuello, forzando el contacto visual, acción que estremeció al menor de ambos —Ahí terminar con Lee... ¿No sería buena idea? —ladeó su cabeza, sonriendo falsamente. Sin embargo, la reacción del adolescente fue tan fugaz que se le borró de inmediato, haciendo que la cara del más alto adquiriera una expresión de sorpresa cuando el opuesto le saltó encima, casi tirándolo al suelo.

—¡¿En serio puedo ir contigo?! —dio un brinco, habiendo recuperado su mirada de ilusión otra vez.

—Eso dije —alejó su rostro del impropio, teniendo más capacidad de visualización —. Pero, si no quieres-

—¡Sí, hyung! —chilló emocionado —¡Sí quiero! —cruzó la cintura del mayor con sus delgados brazos, formando un abrazo que erizó su propia piel, mientras que al de decoloradas hebras sólo le hizo sentir algo incómodo y disgustado, pero no podía actuar cruelmente con el niño.

No por ahora.











❝𝒅𝒓𝒐𝒑𝒐𝒖𝒕❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora