[ 𝟎𝟏 ; 𝟕𝟕 ; 𝟏/𝟑 ]

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HOLA, ESTOY ESCRIBIENDO EN MAYÚSCULAS PARA QUE NO DEJEN PASAR ESTE AVISO.

SÉ QUE DIJE QUE A PARTIR DEL CAPÍTULO 70 YA ESTARÍAN BIEN LOS CAPÍTULOS, PERO NO ESTOY MUY SEGURA, ASÍ QUE TAMBIÉN LOS DEJARÉ CON ESTE AVISO DE QUE PUEDEN ENCONTRAR ERRORES Y MUCHO CRINGE, SEAN CAUTELOSOS AL LEER SJDAKJDLJAKSDHKJAHS.

ADIÓS.

***CUANDO UN CAPÍTULO YA ESTÉ EDITADO, ESTE AVISO PEDORRO NO APARECERÁ AL PRINCIPIO***

[...]


La dulzura era sofocante, tal como lo eran tres tabletas de chocolate. Comer una completa era capricho, comer dos era mera impulsividad, pero tres eran gula y los pecados capitales eran penalizados. Sin embargo, la carencia sostenida de oxígeno te mataba, pero la carencia alternada te volvía adicto a la idea de sofocarte.

Choi Beomgyu era en demasía pegajoso, no obstante, parecía ser que Choi Yeonjun se había acostumbrado a aquello, tal vez porque no deseaba que el azabache se fuera nuevamente con Choi Soobin o, quizás, porque el adolescente no se le pegaba como ventosa todo el tiempo y eso le provocaba un síndrome de abstinencia que le exigía seguir con él.

El pelinegro yacía en el suelo de su habitación compartida, apoyando su espalda contra su propia cama, mientras que en esta se hallaba el rubio, quien reposaba sobre esta y participaba en una partida de un juego junto a su hermanastro.

-No quiero que terminen las vacaciones.... -se quejó por enésima vez en ese mes.

-Apenas empezaron -contestó escueto, principalmente concentrado en su teléfono.

-Igual -esbozó un puchero -. Odio la escuela~ -alargó la última sílaba en un tono quejumbroso.

-La universidad es peor- ¡¿De dónde sacaste esa carta?! -alzó la voz, temiendo que el poder de ataque del equipo del contrario fuese mayor que el suyo.

-Es un secreto -se rió.

La risa del de tez pálida era como la de un infante, símilmente agobiante y escandalosa de a ratos, mas daba igual, pues tal molestia incentivaba al universitario a querer ganarle.

-Esquiva esa, llorón -se jactó, ya que, tuvo la suerte de que le tocara una carta mejor.

-Algún día yo te diré llorón, hyung, ya verás... -entrecerró los ojos, sumamente inmerso en el juego, que no se ofendió por el burlesco apodo que su novio le otorgó -No... ¡No, no, no, no! -pulsaba su pantalla de forma errática, esperando que algo lo ayudara a contrarrestar al opuesto -¡¿Qué?! -espetó al aire cuando la palabra "derrota" se le presentó ante sus ojos.

-Soy demasiado bueno para ti -largó una carcajada.

-A ver, otra -le dio al botón de revancha.

-No.

-Miedoso.

-No soy miedoso, sólo no quiero que empieces a llorar si te gano de nuevo -explicó, sin ánimos de ofenderle, sin embargo, eso fue exactamente lo que hizo.

-Yah, eres cruel -murmuró y se salió del juego.

Unos segundos de silencio fue lo que le siguió al dolido comentario del azabache, quien se metió a la aplicación de mensajería, fingiendo tener algo más importante que hacer.

-Era broma -dijo el decolorado -Hey... -le llamó al no conseguir respuesta.

Choi Yeonjun rodó los ojos, sintiéndose tonto por haberle llamado de tal forma, por lo que se acercó al borde de la cama de su dongsaeng y se agachó para ganarse la atención de este, individuo que se giró al percibir la respiración de su hyung, dándose cuenta de que sus rostros estaban enervantemente cerca y que las intenciones del mayor eran darle un beso, no obstante, la distancia prudente volvió a hacerse entre ellos cuando escucharon el pomo de la puerta girarse.

La alta figura del hombre de la casa se hizo presente en la habitación de los menores. No había tocado la puerta, pues esa se volvió en su característica mala costumbre desde que los atrapó en aquella situación tan comprometedora. Choi Donghae decidió volverse invasivo, pero portaba sus razones y una de ellas era que su hijo no le obligara a hacer cosas al pelinegro, quien, por cierto, seguía siendo menor de edad.

-Hyoyeon preguntaba si podían ir al supermercado a traer algunas cosas para la cena de esta noche.

Los latidos de los corazones de los menores iban a un paso apresurado, lo que era fácilmente perceptible por el castaño, puesto que sus rostros y movimientos corporales los delataban, haciéndolos lucir sospechosos.

-Sí, claro -se aclaró la garganta el estudiante de preparatoria, removiéndose incómodo.

-Vale -respondió, entregándole una difusa sonrisa que buscaba calmarle, mientras que su semblante se tornó solemne cuando arrastró su mirada hacia su unigénito -. No compres alcohol, ¿entendido?

El rubio se encogió de hombros, mas la seriedad en el rostro del adulto perduró, ya que, evidentemente había notado cómo esos dos se habían separado cuando él irrumpió en su privacidad.

-No voy a comprar alcohol -suspiró, molesto de que su padre no se fuera todavía de allí.

-Bien.

Finalmente, abandonó el cuarto de los jóvenes y cerró la puerta, alejándose de allí sin quedarse a escuchar qué decían, mas aún teniendo en mente que ellos seguían manteniendo algo a escondidas y lo mucho que eso le preocupaba.

Choi Donghae no era estúpido, era consciente de que el comportamiento de su hijo se tornó en uno más casero, es decir, no se escapaba por semanas y permanecía en casa, de hecho, se le antojaba más hablador y eso le agradaba. Le hacía feliz verlo más tranquilo, pero la imagen de lo que vio ese día continuaba atorada en su cabeza y no podía evitar sentir que era importante decírselo a su mujer, sin embargo, la desesperación y dolor con la que el hijo de esta le rogó porque no le dijera nada, aún era una de las trabas que evitaban que la pelinegra se enterara de la verdadera relación que su retoño y el suyo mantenían.

¿Realmente no se lo decía para proteger a Choi Beomgyu?

Choi Donghae era feliz si Choi Yeonjun era feliz, mas no podía ser realmente feliz si esa felicidad era a costa de Choi Beomgyu.

El adolescente no se veía deprimido como otras veces, ni muchos menos actuaba de forma hostil con su progenitora, pero, ¿qué haría si supiera que esas veces en la que este fue miserable fue por culpa de su hermanastro?

-¿Pasó algo? -sintió la delgada mano de la pelinegra sobre la suya. Le estaba mirando con preocupación, pues el castaño se mantuvo callado desde que llegó de vuelta al sofá.

Choi Hyoyeon sufría cuando su niño se comportaba reacio y decaído, pero el hombre no deseaba que por culpa del universitario, su amada esposa lo dejara.

¿A caso no era porque le tenía miedo a estar solo otra vez?

-No, no. Tranquila -sonrió de forma cálida, restándole importancia al tema que se cocía en su cabeza.

Demasiado egoísta.




❝𝒅𝒓𝒐𝒑𝒐𝒖𝒕❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora