[ 𝟎𝟏 ; 𝟐𝟎 ]

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Sus ojos se abrieron con lentitud, recobrando la consciencia tras una noche agobiante; sin embargo, su primer contacto con la realidad de esa mañana fue difícil de asimilar, pues se hallaba recostado en la cama de su hermanastro —situación que corroboró al posar su vista en la propia, la cual yacía vacía—, mas no recordaba con exactitud cuándo fue que cayó dormido esa madrugada, ni cómo no se planteó el devolverse a la suya. No obstante, la participación de su corazón no se hizo opacar, ya que sus latidos se aceleraron y un sudor frío le recorrió el cuerpo al voltearse cuidadosamente, dispuesto a enfrentar la presencia del universitario, quien, para su suerte, se encontraba en estado de reposo, proporcionándole la sublime vista de su rostro apaciguado. La boca del decolorado estaba entreabierta, su pecho bajaba y subía con calma.

Luego de una cantidad indeterminada de minutos, el embelesado azabache recuperó el control de su anatomía, siendo capaz de deslizarse hasta los pies del lecho ajeno con precaución de no despertar al dueño de este, ya que, incluso si Choi Beomgyu deseaba aferrarse a la cintura de Choi Yeonjun, sabía que no se hallaban en su mejor momento y lo último que buscaba era abrumarlo con actitudes que le causarían conflicto al mayor.

Entregándole una concluyente vistazo, giró el pomo de la puerta, cerrándola detrás suyo, y descalzo caminó por el pasillo de las habitaciones, deteniéndose en la entrada de la cocina, sector donde se topó con los adultos desayunando.

—Buenos días~ —la mujer fue la primera en saludarlo, alegrándose de verlo con una expresión más fresca que la que presenció la noche anterior.

—Buenos días, Beomgyu-yah —se unió el esposo de esta, quien pudo apreciar lo mismo que ella.

—Buenos días... —se sentó al lado de su madre, escaneando los alimentos sobre el desayunador —¿Me podría alcanzar la mantequilla, por favor? —se dirigió al castaño, individuo que acató a lo que se le pedía con visible respeto.

—Aquí tienes, hijo —se refirió con cariño al pelinegro —. ¿Le mencionaste la cena de hoy? —cuestionó a la azabache.

—Oh, es cierto... —terminó de masticar su tostada —Cariño —le llamó la atención a su unigénito —. Esta noche tenemos una cena con compañeros del trabajo —levantó el vaso vacío del menor, encargándose de verter leche en este —. Les dejaremos dinero para que pidan algo de comer, ¿vale? —volvió a dejarlo en su lugar.

—Vale, gracias —asintió en forma de reverencia ante el gesto de su progenitora —. Eh... —no supo cómo expresarse —¿Saben a qué hora regresó Yeonjun hyung? —alzó ambas cejas, observando a la pareja.

—¿Regresó? —frunció el ceño, remarcándose la sorpresa en Choi Donghae —Qué raro, no lo escuché... —retomó su desayuno —Normalmente es descuidado y ruidoso al llegar —comentó a los presentes —. Entonces, ¿está durmiendo allí? —indicó la habitación de los menores, ganándose una afirmativa del adolescente —Eso es genial... —medio sonrió detrás de la taza, recibiendo una caricia en la mano por parte de la fémina, quien le vio con suficiencia por lo que oyó.

Los tres participantes siguieron en lo suyo, intercambiando palabras, ejecutando la actividad sin apuro y disfrutando del ameno ambiente que se generaba cuando estaban juntos; sin embargo, estando el matrimonio a punto de marcharse de la cocina, aquel individuo que creyeron no se presentaría hasta después de las dos de la tarde arribó.

—Buenos días, Yeonjun~ —saludó Choi Hyoyeon, volteándose en su dirección al igual que los demás.

—Buenos días... —murmuró con somnolencia.

—Beomgyu-yah, acompáñalo, por favor —pidió el hombre al terminar de recoger los platos y cubiertos que usaron, acabando por retirarse con su esposa hacia el cuarto principal.

Los ojos despiertos del azabache se ensancharon y se postraron con detenimiento en la figura esbelta que se iba desplazando de un lado a otro, buscando algo de cereal que comer acompañado del brebaje lechoso que yacía en la superficie de la isla. Mas la ansiedad que carcomía al pelinegro rozó su tope máximo en el instante en el que el decolorado se sentó frente a sí, hundiéndolos en un silencio que recalcaba el poco interés del segundo en corroborar la existencia del adolescente, gesto que traía dudas de vuelta a este último, preocupándolo sobre qué tan mal se vería al intentar cruzar palabras.

—¿Te gusta incomodar a la gente? —gruñó, subiendo su mirada hasta el opuesto para apreciar la evidente vergüenza que se reflejó en la tonalidad rojiza que cubrió las mejillas de este —Entonces, deja de verme —espetó al verlo negar con su cabeza.

—Lo siento, hyung... —perpetuó el uso de honoríficos, creyente de que eso le sumaría puntos de sinceridad a su disculpa —. Uhm... —apretó sus delgados labios, dejando una fina línea en su lugar —¿Hyung? —dudó antes de llamarle por su nombre, pero pareció acertar al evitarlo, pues, incluso si no recibió una respuesta audible, sí un escueto asentimiento —¿He hecho algo que te moleste? —procedió con un débil tono de voz, forzándose a sonar arrepentido si su suposición era correcta.

Tan pronto los ojos de Choi Yeonjun impactaron contra los de Choi Beomgyu, se comprobó como acertada su conjetura y dicho contacto visual se sostuvo con un ímpetu que doblegó la necesidad de atención del pelinegro, percibiéndose como el objeto de estudio del rubio, quien le observaba sin cautela ni discreción; y, tal vez, el estudiante de preparatoria no tendría problemas con eso si se tratara de otra persona, mas el simple hecho de que esos orbes marrones fueran propiedad de su hermanastro le hacía sentir pequeño e intimidado.

—No lo creo —se dispuso a contestar —. Pero tampoco has hecho algo que me haga feliz, ¿sabes? —desde un punto de vista objetivo, el rubio estaba siendo honesto; no obstante, sus vocablos fueron pronunciados con incorrectas intenciones.

—¿Y qué podría hacer? —sin comprender que el de blanquecinas hebras estaba burlándose de él, logró sorprenderlo con la rapidez con la que se ofreció en mejorar su presencia.

—¿Qué estarías dispuesto a hacer por mí? —le siguió la corriente, fallando al esconder su sonrisa divertida.

—Lo que sea —se inclinó hacia su hermano, demostrando su gran disposición.

—Woah —soltó en su cara, levantándose de su asiento para darle un vistazo al pasillo, cerciorándose de que los adultos no ingresaran a la cocina —. ¿En serio eres así de complaciente conmigo? —incrédulo de la velocidad con la que escaló la situación.

—No quiero que te molestes, hyung —su mirada le seguía con necesidad, ansioso de tenerlo aún más cerca.

Es así como, gracias a la nula capacidad de defensa de Choi Beomgyu, Choi Yeonjun comprendió el curioso efecto que tenía sobre el primero, pues este exhibía cada parte de su corazón ante el atento mirar del universitario, quien no contaba con buenas intenciones, ya que veía al menor como un trofeo producto de un capricho por tener más poder sobre él que su prepotente ex-novio.

—Entonces, se un buen chico.














❝𝒅𝒓𝒐𝒑𝒐𝒖𝒕❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora