[ 𝟎𝟏 ; 𝟐𝟓 ]

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HOLA, ESTOY ESCRIBIENDO EN MAYÚSCULAS PARA QUE NO DEJEN PASAR ESTE AVISO.

A PARTIR DE ESTE CAPÍTULO EN ADELANTE, EL FANFIC NO ESTÁ EDITADO, QÚE QUIERO DECIR CON ESTO, ME REFIERO A QUE LA NARRACIÓN, REDACCIÓN E HISTORIA ESTÁ COMO LA PRIMERA VEZ QUE LO ESCRIBÍ, POR LO QUE ES MUUUUUUUUY PROBABLE QUE SE ENCUENTREN CON ERRORES, ESCRITURA DE BAJO NIVEL Y PEORES HORRORES QUE LOS DEL MISMO INFIERNO, ASÍ QUE, SEAN PACIENTES, QUE POCO A POCO IRÉ EDITANDO LOS CAPÍTULOS Y ESTE AVISO SE IRÁ MOVIENDO A LA PAR DE LOS QUE YA ESTÁN LISTOS UWU.

LOS VUELVO A PUBLICAR, PORQUE HAY GENTE DESESPERADA QUE PARECE QUE LES ROBÉ LA VIDA AL MANDAR A BORRADORES EL RESTO DE LA HISTORIA KJASHDKJAHSDKJAHSDJKAHSDKJHASD, IGUAL, CREO QUE A PARTIR DEL CAPÍTULO 70, EL FANFIC YA TIENE MI MANERA ACTUAL DE ESCRIBIR/NARRAR, POR LO TANTO... NO SÉ, SÓLO LEANLO CON LO QUE LES DIJE EN MENTE, PUEDEN HABER ERRORES Y MUCHOOOO CRINGE JDKASJDHAKDJ.

ADIÓS.

***CUANDO UN CAPÍTULO YA ESTÉ EDITADO, ESTE AVISO PEDORRO NO APARECERÁ AL PRINCIPIO***

[...]


Usurpando su control, la escalofriante repetición de lo que vivió en el oscuro cuarto de esa casa le revolvió el estómago, quitando esa mirada acalorada y deteniendo los certeros movimientos que Choi Beomgyu estaba acometiendo contra su hermano, quien estaba demasiado ocupado acariciando sus muslos como para fijarse en la expresión facial que cargaba este. 

A interpretación, la oprimente sensación de unas repulsivas manos se instaló en su cuello, manifestando la impresión de ser estrangulado, borrándolo del realismo y arrastrándolo a lo más oscuro de una pesadilla en vida. Sus oídos habían olvidado la abrumadora respiración que alteraba a su pecho, subiendo y bajando frenéticamente, mas no espabilándolo, sólo recordándole que no podía moverse, que su cuerpo era un maldito bloque del concreto más denso existente. 

Y pese a que sus ojitos estuvieran abiertos, no llegaban a procesar la satisfactoria imagen que deberían, sino que, su corrupta cabeza jugaba con putrefactas memorias pasadas, tomando su brazo y guiándolo por los retorcidos pasillos que Beomgyu creyó clausurados, enseñándole el vulgar rostro de un castaño, quien aferraba sus decadentes manos, obstruyéndole de la salida o entrada de aire, obligándolo a ver lo divertido que era quebrar a alguien tan frágil como el cristal, a alguien tan indefenso como él. Golpeándole inescrupulosamente y enterrando en barro todo lo que alguna vez concibió como amor, desatendiendo a sus desesperadas y rotas suplicas, hundiéndolo en la miseria más inimaginable al mismo tiempo que penetraba su maltratada entrada con violencia desmedida, despojándolo de la más decadente dignidad que pudiese quedarle a un chico tan carente de aceptación como Choi Beomgyu.

La calidez del ambiente se esfumó paulatinamente, permitiendo a Yeonjun darse cuenta de la rigidez que tomó el cuerpo y semblante del que había iniciado el estimulante ataque. Examinó el vació de sus brillosos ojos marrones, percibiendo una extraña nubosidad que se robaba la atención que el azabache debería tener en él. Entonces, sin saber que se trataría de un detonante, el rubio apretó el muslo ajeno, sacando del trance al contrario, pero dejándole ver una horrorizada mirada que, poco a poco, fue desprendiendo cristalinas lágrimas, reflejando la miserabilidad y temor que se adueñaron de sus entrañas, culminando en golpear la mano de su hermano, quitándose de encima y corriendo despavorido a encerrarse en el baño del pasillo.

Quién demonios sabía cuántas horas pasó Beomgyu dentro de ese pequeño cuarto, aferrando sus piernas a su pecho y llorando desconsoladamente dentro de la tina, refregando desesperadamente su piel con la esponja de baño en un intento de borrar todo rastro de suciedad emocional, pero viendo como cada vez más aumentaba.

Porque una vez abrió la puerta de su habitación, no había rastro alguno de Yeonjun. Se había marchado tan pronto como Kim Minju le llamó y no se molestaría en preocuparse por el pequeño, ya que, no era problema suyo cuidar de un niño.

[...]

Los suspiros no paraban de salir de los rojizos labios de la pelinegra, quien no podía concentrarse en el inventario que debía organizar para incluirlo en el informe de fin de mes. Su atención sobrevolaba la integridad mental de su hijo, sintiéndose la peor madre del mundo por no haberse quedado en casa para custodiarlo en caso de que tuviera otro ataque de ansiedad.

—Cariño —habló el hombre de bata blanca —. Podríamos agendar una cita con un psicólogo... —opinó mientras acariciaba el cabello impropio, brindando apoyo a su mujer —La señora Yoo podría ser de ayuda, ¿no crees? —ladeó su cabeza, sonriendo débilmente.

—También lo creí la última vez... —respondió totalmente desanimada, recordando lo mucho que le dolieron las palabras de su hijo cuando sugirió la idea —Pero Beomgyu fue muy claro con sus palabras, Donghae... —negó con la cabeza, ojeando papeles superficialmente.

El silencio reinó en la oficina por un par de minutos, dejando que la fémina se perdiera más en aquellos pensamientos mortificantes que tenían de tópico a su amado angelito.

—Sigo arrepintiéndome de nunca haber obligado a Yeonjun a continuar yendo al psicólogo... —confesó abruptamente, teniendo la vista perdida en un rincón de esa pequeña habitación en la que la mujer trabajaba —Hay días en los que despierta y se ve tranquilo, indiferente —instauró un contacto visual, traspasando sus más profundas emociones a su esposa —, pero hay otros en los que puedo ver sus ojos y... —tragó con dificultad —Y sé que prefiere que el que se hubiera ido de su vida... Fuera yo...

—Cielo... —murmuró Hyoyeon, sintiendo como los ojos le empezaban a arder y tomó las manos del hombre, acariciándolas.

—Sólo espera —murmuró —. Espera a que Beomgyu se tranquilice y traelo con la señora Yoo —pidió en un tono bajo, correspondiendo el agarre de la contraria —. No quiero que te arrepientas en el futuro, linda.

Aquellas palabras pudieron levantar un peso del cuerpo de la azabache, quien esbozó un frágil sonrisa, cortando la distancia entre ambos y uniendo sus labios en un casto beso.

—Te amo, Choi Donghae... —fue lo único que pudo decir.

—Y yo a ti, Choi Hyoyeon... —acarició su rostro y se alejó, parándose para marcharse a trabajar —Nos vemos más tarde, ¿vale?

—Vale —su sonrisa permaneció intacta hasta segundos después de que la puerta se cerrara nuevamente, quedándose contemplándola.

Estaba más tranquila después de oír las palabras de su marido, entonces, volvió al trabajo, pudiendo concentrarse, sabiendo que no todo estaba perdido, no si lo tenía a él guiándola.
 
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No tengo imaginación como para iniciar el fanfic Sookai, así que, seguiré con este por mientras.

Espero que les haya gustado el capítulo, realmente me esforcé en narrar bien lo que sintió Beomgyu 😔👊.

No olviden votar y seguirme uwu.

Nos vemos en el próximo capítulo.








































❝𝒅𝒓𝒐𝒑𝒐𝒖𝒕❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora