[ 𝟎𝟏 ; 𝟎𝟑 ]

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Con dos bolsas en la mano, se dirigió a los cuatro chicos con los que había venido hasta la tienda de conveniencia. El rubio fue recibido con una gran sonrisa por parte de los contrarios, quienes no esperaron en hacerse cargo de lo que el dinero que todos pusieron pudo comprar. Así empezando a repartir una lata de cerveza a cada uno de los presentes —sobrando siete que permanecieron guardadas— y pasando la cajetilla de cigarros, pero nadie optó por coger uno por el momento, dejando que esta volviera a entrar en la bolsa junto a las latas sobrantes.

Con cansancio, Choi Yeonjun apoyó su espalda en el auto de la chica castaña cenizo, recargando su peso en el transporte mientras abría su bebida y participaba en el absurdo brindis que hicieron sus amigos. Todos le dieron un sorbo al amargo líquido, reanudando su conversación en donde había quedado antes de que él llegara con la compra.

—Entonces, ¿qué castigo te pusieron por pelear con Kim? —preguntó la pelinaranja, Lee Chaeyeon a su novio, Son Hyunwoo.

—Me citaron a una auditoría con los directivos mañana, supongo que ahí lo sabré —se encogió de hombros el más alto, sin darle mayor importancia a lo que le fuera a suceder —. De todos modos, creo que no será algo tan grave...

El rubio miraba a sus amigos hablar, pero realmente no le importaba lo que salía de sus bocas. Él estaba ahí para dejar de perder el tiempo en esa maldita casa que ahora era más ruidosa que nunca. Ya tenía suficiente con su padre colmándole la paciencia con la cháchara de ir a esas inútiles juntas con niñatos que no le agradaban, y ahora tenía que soportar a una mujer que miserablemente intentaba cumplir el rol de madre sustituta. Sumándole a un odioso adolescente que, como si se tratase de la ruleta rusa, apuntaba a su escasa paz mental y, completamente al azar, elegía una noche para ponerse a llorar como un "secretamente".

La fémina dueña del vehículo se acercó hasta su menor, mirándole con esa sonrisa divertida que siempre adquiría su rostro cada vez que Choi Yeonjun se quedaba en silencio. La mayoría de las veces le costaba entenderlo y no era como si pudiera preguntarle qué rondaba por su cabeza, ya que no le gustaba ser entrometida, y es por eso siempre optaba por esperar a que el rubio dijera algo y así saber cómo actuar en consecuencia. Claro estaba que eso nunca había pasado, porque su amistad era tan vacía como este la hacía ver, buscándolos sólo cuando se aburría de los otros dos chicos con los que se juntaba en la universidad. Pero a Kim Minju eso no le importaba, a ella le daba igual ser su amiga o desconocida, al final siempre se quedaría en ese rincón polvoriento de la memoria del de hebras decoloradas, porque ella lo aceptó y se mantuvo a raya. Sin embargo, si él se lo preguntaba, no lo negaría. 

Le gusta su dongsaeng y ya, no había más que decir al respecto.

—¿Quieres uno? —miró la mano de la castaña, quien sostenía un cigarrillo —Yo te lo enciendo, guapo —el de clara cabellera medio rió, asintiendo y poniendo el objeto entre sus labios, permitiendo que la chica lo prendiera con el encendedor.

—Gracias, noona —le dio una calada y con sus dedos lo alejó de su boca, soltando el humo.

Liberó la tensión que llevaba creciendo por dos semanas conviviendo con esa bola de tediosos, dejándola escapar a través del tabaco que subía hacia el cielo, perdiéndose al igual que su presencia en el metro cuadrado que ocupaban en el estacionamiento de la tienda de conveniencia.

—¡Eh, Yeonjun-ah! —torneó sus ojos hasta el castaño que estaba sentado junto a la pareja.

—¿Qué quieres? —respondió sin emplear honorífico alguno, tratándolo como a un igual.

—¿Vendrás con nosotros? —la pregunta le hizo sentir fuera de lugar, ya que no había estado prestando atención a lo que decían —Otra vez volando con los pajaritos, tú —los cuatro chicos rieron, contagiándolo también —. Hyunwoo-yah dijo que le acaban de avisar de una fiesta en un bar que recién ha abierto cerca de la universidad... ¿Vamos? —alzó las cejas, esperando ser oído esta vez.

—Ah, eso —se llevó el cigarrillo a la boca, inhalando su esencia —. Vale, vamos —medio sonrió cuando los demás aplaudieron por al fin responderles. 

Volvieron a subirse en el auto de Kim Minju, tomando un rumbo diferente por el que habían venido, dejando atrás al estacionamiento y dirigiéndose al supuesto establecimiento que daría una fiesta de inauguración. 

Las dos chicas iban adelante, una conduciendo y la otra de copiloto, ambas hablaban de algo que ninguno de los hombres estaba escuchando, principalmente porque dos de los tres estaban conversando de otro tema, mientras que Choi Yeonjun paseaba por su mundo, sacando la mano por la ventana como le pidió su noona, petición que obedeció, ya que no tenía dinero como para pagarle si es que incendiaba su auto con un estúpido cigarro. 

Repentinamente comenzó a sentir un extraño ruido impactar contra el asiento y, por más ajeno que se mantuviese de las dos conversaciones, no pudo evitar buscar la fuente de la pequeña vibración que se reflejaba en el cuero de los sitios traseros del transporte. Entonces, fue desviando la mirada con disimulo, deduciendo la proveniencia hasta que dio con esta. Se trataba del teléfono del segundo mayor del grupo, Lee Hoseok.

—Hey, te llaman, Lee —empujó el hombro del aludido, quien asintió y le dio un vistazo a la pantalla antes de apagar el aparato por completo y volviendo a dialogar con Son Hyunwoo.

El viaje continuó con cuatro voces resonando en el interior del auto, pero lentamente fueron difuminándose a medida el rubio pensaba en cuántos chicos llamados "Beomgyu" habían en Corea del Sur y que conocieran mínimamente a Lee Hoseok como para que este lo tuviera agendado, y a este le irritara tanto como para que decidiera ignorar sus llamadas de una forma tan certera en lugar de sólo cortar.












❝𝒅𝒓𝒐𝒑𝒐𝒖𝒕❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora