[ 𝟎𝟏 ; 𝟎𝟒 ]

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Era sábado por la tarde y dentro de esas cuatro paredes se hallaba una nueva familia almorzando y compartiendo tiempo de calidad entre ellos, contándose como iban en sus responsabilidades laborales tanto como escolares. Esta vez todos comían amenamente, o eso se podía apreciar a simple vista, porque cada cabeza era un mundo distinto, pero poco importaba lo que realmente pensaran si aquello no saldría a relucir en el exterior. 

Los ojos curiosos del menor se paseaban discretamente por la presencia de su hermanastro, mirándolo con interés y cierta pizca de temor por alguna reacción que él no haya previsto. Seguía teniendo interés en llevarse bien con este, sin embargo, todo lo que le involucrara psicológica como físicamente era irrelevante para su mayor. No había mucho que hacer y, cualquiera que tomara el lugar de Choi Beomgyu, seguramente se habría rendido al segundo día, pero el azabache no tenía tolerancia al rechazo, lo que lo volvía en alguien insistente. No molesto, pero sí constante.

Por otra parte, el rubio estaba intentando auto-controlarse para no saltarle encima al niño que le observaba con pleno descaro. Probablemente, Choi Yeonjun podía irritarse con sencillez, pero no explotaba hasta que esa irritación se convertía en mero rechazo. Al menos, el más bajo no era tan desesperante y captaba que no respondería a ninguno de sus llamados, incluso si estuviera muriendo dolorosamente. No era su asunto, no le importaba.

—Beomgyu-yah, tu mamá me contó que obtuviste una de las mejores calificaciones en el examen de matemáticas —habló el hombre de castañas hebras, sonriéndole a su hijo adoptivo.

—Ah, sí —le devolvió el gesto, asintiendo —. Realmente me esforcé para esa evaluación.

—Por supuesto que sí, cariño —su madre acarició su lacio cabello en muestra de orgullo.

Pese a que el joven universitario no dijo nada, escuchó y vio cada detalle de la conversación que estimaba la responsabilidad académica del adolescente. Su inmutable semblante permaneció allí, pero sus pensamientos cambiaron de dirección, notándose una gran molestia. Porque este no recordaba con seguridad cuando fue la última vez que su padre le hizo saber que estaba orgulloso de su desempeño, pero tampoco se trataba de un imperante deseo en el rubio, ya que le valía una mierda lo que ese hombre pensara de él, y la mayoría de las veces hacía lo contrario a lo que se le pedía. Quizás por rebeldía, quizás porque estaba harto de que lo compararan con todo lo que lo rodeaba y que nunca pudiera ganar el primer lugar.

Se descarriló, comenzó a caminar por el sendero rojo, sólo y exclusivamente porque Choi Donghae quería que él siguiera el amarillo. Y podía contenerse, podía ignorar los reclamos del adulto, pero cuando este le recordaba a esa mujer y lo decepcionada que estaría de él, Choi Yeonjun estallaba como si de dinamita se tratase, porque haber sido su esposo no le daba el derecho de hablar por ella. El hombre no tenía ni una mínima idea de qué era lo que en verdad pensaba Choi Sooyoung de su hijo, ni nadie lo sabía, porque ella ya no estaba y no regresaría. No importaba cuantas veces el joven se parara delante de ese trozo de cerámica y le dijera que la extrañaba, que se sentía solo. 

Llevaba seis años sin respuesta, sin acostumbrarse al silencio. 

La mesa fue levantada y los platos lavados. Cada quien se dispersó por las estancias de la casa, siendo los adultos los únicos que permanecieron en la sala de estar, viendo una película que pasaban por el cable, mientras que Choi Beomgyu prefirió quedarse en su cama, hablando por mensajes con su mejor amigo, Kai Huening, quien le contaba sobre un chico lindo que su hermana mayor había traído a su casa para hacer un trabajo de la universidad, no obstante, el azabache estaba más pendiente de que su novio le respondiera su pregunta. Él quería ir verlo, pero no podía hacerlo si el mayor no le confirmaba.

Minutos después, el más alto vio como el de tez pálida se movía por todos lados buscando ropa y, sin necesidad de preguntar, atinó a que saldría con Lee Hoseok, chico que los conectaba a ambos por igual. A uno por una especie amistad, al otro por un simple endulzamiento de oído y posteriormente tirándoselo, haciéndole creer que lo ama. 

Choi Yeonjun se consideraba privilegiado por estar en su posición, viendo como el mayor usaba al menor a su conveniencia, a la vez que podía ver las contrastantes reacciones que tenía este último. Podía estar tan felizmente enamorado un día y al otro miserablemente roto. Ciertamente, le gustaba saber que ser perfecto —en lo que él era un desastre— tenía un costo, obviando que detestaba el escándalo de oírlo llorar por las noches, y que preferiría ser sordo, aún así era gratificante saber que ese niño no estaba por sobre él.




















❝𝒅𝒓𝒐𝒑𝒐𝒖𝒕❞ ⁽ʸᵉᵒⁿᵍʸᵘ⁾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora