CAPÍTULO DOS

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El día que Park Jimin decidió enfrentarse al mundo; era el solsticio de otoño.

Se había despertado con fuego en el corazón y sin miedo a la oscuridad. Con su pecho rebosante de emoción, había decidido hacer algo con ello.

Se fue fuera de casa; a cortar con su novia Aileen. Le había decidido decir la verdad quién sabe por qué, que estaba con ella solo porque su hermana mayor era la novia de su hermano y le había parecido el blanco perfecto para ser su pantalla en la escuela. Por aquel entonces, cursaba primero de secundaria y los chicos podían ser realmente crueles cuando se lo proponían.

Extrañamente, la chica se lo tomó bien...

Bueno, después de llorar por dos literales horas sentada en el porche de su casa con Jimin consolándola. Se había logrado calmar y preguntar por qué. A lo que él no supo que responder.

Francamente no había un "por qué..." en la cuestión. Solo había pasado y luego de su primer beso con un chico en los apestosos camerinos de la escuela, pues las cosas le habían quedado más que claras. Fue como tirar un cerillo encendido en un tanque de combustible. Su cuerpo jamás había reaccionado de esa manera por una chica. Y no era que no lo hubiese intentado.

Aileen se pasó el rato escuchándolo y le dijo que a pesar de no comprenderlo; no importaba. Después de todo, los chicos tan guapos como él, solían ser gay. Era un estereotipo, pero él estaba bien con ello. Aun no comprendía muchas cosas sobre sí mismo y muchas más sobre el mundo así que podía pasar de algunos detalles por el momento.

Se había despedido con una sonrisa y la promesa de seguir como amigos. Y aunque ese era el cliché más odiado de todos, a Minie no le supuso molestia alguna.

Pero entonces, se le había cruzado una idea en la mente.

Si alguien ajeno a él, podía aceptarlo de ese modo tan abierto; sin prejuicios ni tapujos. Su familia debía hacerlo el doble, ¿no?

Se encamino de vuelta a casa, sin embargo, tenía un peso helado en el estómago que le presagiaba que no todo saldría como él pensaba.

De todas maneras, iba a enfrentarlo, era su naturaleza actuar aun a pesar del miedo.

Llegó a eso de la hora de la merienda. Y entró por la cocina en dirección a la sala; su hermana Minji, que por entonces tenía tiernos diez años, peinaba a sus muñecas en la alfombra. En los sofás se encontraban su hermano Yoongi y el mejor amigo de este, Jeon Jungkook, sumidos en un videojuego como una de las tantas veces que iban a casa después de la universidad.

Su madre, una mujer de porte aristocrático de la cual sus hijos habían heredado su belleza; colocaba cubiertos en la mesa y el hombre de postura rígida que la ayudaba, era por aquel entonces, su padre.

Su familia era convencional; coreana hasta la medula. Lo que significaba muestras de afecto al minimo y platos de comida a rebosar. Lo último se cumplía al pie de la letra; en cuanto al cariño, era un tema complejo. Su padre que era medio inglés por su abuela, no era lo que se llamaría querendon con su familia. Más bien criaba a sus hijos bajo una dura doctrina de reglas y el lema <<Si lo quieres, haz lo que sea para obtenerlo>> Muchos dirían que era un buen padre y un buen esposo porque esa era la imagen que dejaba ver; llevaba el pan a la mesa y le había sido fiel a su esposa los veinte años de casados que llevaban. O eso se suponía.

Jimin se les quedó mirando un momento, mientras sopesaba que decir.

No era una misión fácil, más bien era suicida dado que conocía el carácter de cada uno en aquella habitación, pero ya no había manera de echarse atrás. Ya estaba sobre la marcha e iba a terminarla.

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora