CAPÍTULO DIECINUEVE

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Jimin se vio resignado a aceptar que Jungkook era consistente en ser cordial.

Si le había visto por el departamento en el último par de días en dos ocasiones, era ser generoso. Jungkook evitaba su mirada y se había relegado a un lenguaje de gruñidos y movimientos de cabeza.

Jimin había intentado recuperar algo de la normalidad previa al beso, una vez que los ánimos se habían calmado y el problema se disipaba con los días, su carácter natural lo inclinaba a arreglar lo que estaba mal, pero no había conseguido mucho y no es que no lo hubiese intentado.

Cuando todo fue dicho y el tiempo para pensar vino, se sintió idiota de un montón de maneras, pero no había ninguna que se comparase a aquella para la que no tenía respuesta.

Jimin estaba bajo el techo de Jungkook por un acuerdo con su hermano, por nada más. O eso se repetía. Él no tenía problemas con el dinero, si era sincero, de hecho en su cuenta bancaria tenía lo suficiente como para conseguir un lugar propio incluso mejor que el de Jungkook y sin tener que llegar a explicarle mucho a Yoongi. Su hermano era protector, pero no corto de miras. Él podía llegar a entender que Jimin ya se hallaba en su elemento en la ciudad, todo familiaridad y que podía valerse por sí mismo.

No sabía si es que Jungkook y su hermano siquiera hablaran sobre él y se dijo que le traía sin cuidado.

Él podría tomar sus cosas en cualquier momento y salir pitando de allí sin tener que mirar a Jungkook nunca más, sobre todo con los recientes acontecimientos y se preguntaba, ¿por qué no lo hacía?

Enfocándose en los montones de exámenes que se le venían encima y en cómo la escuela le exigía hasta el punto de dejarle exhausto, Jimin intentó mantener su cabeza lejos de aquello que lo aquejaba, tarea para nada fácil.

Mucho menos cuando una visita temprana, le trajo noticias.

—Todo sucediendo justo bajo mis narices y yo sin darme cuenta. Lo siento tanto Jimin, he estado como loco —Su agente Namjoon se disculpaba mientras tomaban asiento en una mesilla expuesta de un café con vistas al paseo. —Debo admitir que relacionarme con tu nombre y el rumor de Vogue ha hecho mucho por mí. Los clientes se han duplicado en cosa de meses y mi atención se ha visto dividida en demasiadas cosas a la vez.

Jimin asintió tomando la carta que le ofrecían para ordenar. Se decidió por café con pastelillos. La llamada de Namjoon le había tomado por sorpresa a media clase de baile de salón y había estado feliz de tener una excusa para abandonar algo que se le daba fatal, en su opinión.

—Me alegro por ti, no quiero que vayas a malinterpretarme, pero me he sentido inquieto, no he recibido llamado alguno de Vogue o de ninguna parte, no he tomado ninguna campaña y venir a Nueva York era en gran parte por ello. —Jimin fue directo al grano mirando a los ojos de su moreno amigo.

Este asintió.

—Te comprendo. Y está todo bien, por eso te he llamado. Tenemos un problema con Vogue.

—¿Cómo es eso estar bien?

Namjoon se rio ante las cejas alzadas de quien era su mejor cliente.

—Tómalo con calma, ¿no me digas que te volverás alguien ansioso justo ahora? En este rubro, eso te sienta fatal.

Los cafés fueron traídos y Minie se mordió la lengua para decirle lo ansioso que estaba últimamente con todo lo que estaba ocurriendo en su vida. En cambio, se enfocó en lo profesional.

—Dímelo de una vez, ¿Qué sucede?

—La agencia con la que solíamos trabajar en Busan ha dado algo de problemas para dejarte ir —expuso Namjoon sacando papeles de su portafolio. —He intentado llegar a un acuerdo con ellos en estas pasadas semanas, pero no he conseguido mucho. Tu último contrato aun te amarra por un año y quieren hacerlo valer.

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora