CAPÍTULO TREINTA

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—¡He ganado otra vez!

Min Yoongi agitaba las manos por encima de su cabeza, una sonrisa que partía su rostro en dos mientras rebotaba en el sillón con el control del video juego. Su hermano Jimin negaba mirándolo.

—Compórtate como un adulto.

—Mal perdedor.

—Mal ganador.

—No hay tal cosa como eso.

Ambos hermanos estaban sentados en la sala de estar en casa de su madre. Su hermana mascaba goma tendida en otra sofá con audífonos en sus orejas, ojeando una revista, mientras tanto la matriarca, hacía la colada hasta dejar el último plato limpio.

Yoongi y Jimin siguieron jugando, era un día caluroso y el menor se encontraba de ánimos. Aquella misma mañana había ido a su ahora ex agencia a cortar todos los lazos que le unían. De hecho, todo el asunto había resultado ser más fácil de lo que su agente Namjoon le había mencionado. Dar sus motivos, extender un cheque y un apretón de manos antes de enfilar a su casa nuevamente.

Jimin era hombre libre respecto a su carrera y no había nada que lo pusiera más contento. Al menos, no laboralmente hablando.

Ahora solo tenía que esperar al movimiento de Vogue.

Namjoon le aseguró que ya estaba sobre ello y que solo le quedaba regresar a Nueva York, no obstante, Jimin se estaba tomando esos días como un respiro de él mismo. De las decisiones que tenía que tomar cada día, de lo que pensaba y de lo que sentía.

Y no estaba resultando nada fácil.

El ninja de su hermano dio una patada en el aire a su boxeador callejero lanzándolo de espaldas y así, el juego dio por terminado con Yoongi como vencedor nuevamente.

—Me lo pones tan fácil, vamos Minie, despierta —Yoongi celebró otro tanto, empujándolo en el sillón grande.

Minie esta vez se defendió. Los controles cayeron al piso, tanto Minji como Hana que iba de paso, les miraron sin prestarles real atenciones mientras ellos se golpeaban el uno al otro. Yoongi era pesado y Jimin escurridizo. Ellos se jalaron las orejas, las patillas y hasta una defensa de gancho al estómago de Yoongi hubo entre medio. Moon animaba a su padre en la pelea desde el piso hasta que la madre de Minie apareció en escena.

—Por favor, ya no están para estas acciones. ¡Yoongi, tu hija te está mirando! —ella amenazó con las manos en las caderas.

Yoongi se inclinó, con una mano aun sujetando a Jimin bajo él.

—Moon aprende a pelear, mamá, es bueno para ella —argumentó. Moon asintió mirando a su abuela.

—No es bueno para ella, es una bebé —Eun Ji quiso hacerle a su hijo ver, pero él no le prestó atención. Redujo otra vez a Minie, antes de ir por su teléfono que comenzaba a sonar estruendosamente. —Oh, es Jungkook —comentó contestando y saliendo de la sala.

Minie se quedó mirando a la espalda de su hermano que se perdió en la otra sala. Él se carcajeó por algo que Jungkook debió de haber dicho y Minie sintió eso como patada en sus partes bajas.

—Aprende a disimular, hijo —comentó su madre dándole una mirada intencionada, volviéndose a la cocina. Minie miró hacia su hermana que se mantenía indiferente con el mundo y siguió a su progenitora.

Él se apoyó en el marco de la puerta a mirarla; ahora ella secaba los vasos.

—¿A qué te refieres?

—Eres alguien inteligente Jimin, pero a veces, olvidas que quien te tuvo fui yo y no al revés.

—No entiendo lo que quieres decir.

En algún lugar del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora